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Arquitectura de valor universal

Emilio Arancibia es la firma tras uno de los proyectos que mayor especulación ha causado en el último tiempo: Veranda Lo Curro. A 90 días de su inauguración, conversamos con el arquitecto que propone vivir bien a través de la flexibilidad de los espacios. Una arquitectura universal, pero específica.

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Vimos por largo tiempo un gran cinco en un pendón de 10 x 10 metros en una de las laderas con mejor vista de Lo Curro. Un cinco que significó algo distinto para todos. Sólo cinco vecinos, cinco arquitectos, cinco estrellas, en fin. El cinco fue el mensaje y según el arquitecto Emilio Arancibia Parodi, muestra fehaciente de que los trajes a la medida en arquitectura no van más. “Tal como este número gigante tuvo significados diversos y específicos para las personas, la arquitectura tiene un valor único para quien la habita”. Una idea que Emilio aclara con un ejemplo, “tenemos en la cabeza la idea de la casa para toda la vida, la casa de los Picapiedras, y eso es un ataúd de piedra, una respuesta general para necesidades particulares”.

Probablemente está ahí, en la seguridad y sencillez con la que ilustra este concepto central, la respuesta a todas esas preguntas que muchos nos formulamos al pasar frente al “5”. Este es un proyecto diferente. Sólo seis departamentos o “Lofts XL”, plantas enormes, de 800 m2 libres cada uno, de arquitectura de calidad universal, que pueden cambiar o flexibilizarse según las necesidades, usos, edad o situaciones particulares de sus habitantes. Esta ecuación, necesidad particular = arquitectura universal, tiene una serie de funciones y pasos que la mueven en ese constante límite entre lo mínimo y lo máximo, lo general y lo particular, lo privado y lo público. Y esa es precisamente su cualidad más significativa. Para entendermejor todo esto, entendamos a Emilio, el arquitecto, empresario y hoy amigo de sus clientes que comenzó a masticar este proyecto hace ocho años. “Esta reflexión del modo de vivir actual, en las ciudades de hoy, comenzó después del atentado contra las Torres Gemelas, en los meses y años posteriores donde se ha cuestionado todo, donde la seguridad es un concepto tan contemporáneo, y de límites tan difusos, que es incluso más importante que la libertad”.

Emilio contextualiza. Es arquitecto, sabe hacer, proyectar edificios, pero aún mejor, sabe que la vida se debe adecuar a los tiempos. Y para ello observa, se toma años sabáticos, viaja y vuelve. Según él, esta manera de ser le viene de la generación a la que pertenece, la que fue a la universidad en los años 70, a la Chile cuando no se pagaba, “en la universidad aprendimos a soñar, a pensar en el no límite, dudamos de todo y conocimos ideas transversales”, asegura. Y con la misma pasión que recuerda estos años hippies, de amistades para toda la vida, con Jorge Figueroa, Jorge Iglesis, Gonzalo Mardones, Renzo Zequetto, Cristián Boza, Andrés Elton y José Riesco “con quienes comparto mi apuesta en la vida”, defiende su modo de hacer.

Un modo que en los 90 dio qué hablar cuando echó a andar Veranda en Cachagua. “Donde construimos en Cachagua no había agua, teníamos la oposición de vecinos, no se podía construir porque se caía todo y hubo que hacer hasta la mecánica de suelo, cambiamos la pendiente y generamos un lugar mágico que hoy tiene una plusvalía de un 1000 %”.

Estemodo, en el caso de Lo Curro, fue imaginar un proyecto, pensar en la necesidad real de seguridad y calidad de vida y de ahí, buscar el lugar preciso, lamejor ubicación de Santiago para realizarlo en su máxima expresión.

“Luego de que el paradigma contemporáneo de la seguridad cambió y se considera el valormás importante dentro de una ciudad, la arquitectura debe dar una respuesta y lo ha hecho, pero sin efectividad. Lo ha hecho cercando, poniendo rejas, creando poblaciones caras que legalmente se llaman condominios. Es un hecho que la gente quiere vivir segura, y para ello se ha alejado. Pero eso no es condición para la seguridad, ni mucho menos para la calidad de vida”. Emilio agrega que luego de la observación y visita a ciudades que han considerado estas variables, como Bogotá y Barcelona, concluyó que la gente se está agrupando nuevamente, pero de un modo distinto, “se busca estar cerca de los pares, pequeños grupos familiares o de amigos, una tendencia que nada tiene que ver con vivir en enormes condominios con cero intimidad”.

Y precisamente es entre estos dos conceptos donde semueven los fundamentos de Veranda Lo Curro, para lo cual el arquitecto consideró, la ubicación exacta de este proyecto de seis grandes plantas libres, donde cada uno de sus compradores ha decidido como quiere vivirlo: “Dándole mayor importancia a la terraza o al living, eso ellos lo han decidido, nosotros les hemos dado lo fundamental: una buena arquitectura, libre para el que la habita, con brisa sur oriente de dos nudos, orientación norte, vista panorámica y el número preciso de vecinos para vivir en comunidad y conseguir la seguridad adecuada y al mismo tiempo no encontrarse con nadie”, acota.

La flexibilidad está aquí entendida entonces como entregar lo que universalmente es necesario para cualquier espacio habitable, contemporáneo y de vigencia futura, lo bueno hoy, será bueno hoy y en el futuro, para una familia con tres hijos o un matrimonio mayor con nietos.

Por lo mismo, puntualiza Emilio, “este proyecto es sólo el mejor ejemplo de lo que se puede hacer, no es que sea factible hacerlo exclusivamente con estos metros ni en esta ubicación, es posible en menos metros y en otras partes de Santiago, de hecho estamos trabajando en un proyecto para 14 familias, con 14 departamentos de 5mil UF cada uno. Las condiciones y el concepto son iguales; es el mismo modelo flexible de “vida eterna” y por lo tanto, económico y vivencialmente autosustentable y de valor futuro por ser válidamente transferible”.

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