Coleccionista
Muros blancos que se interrumpen solo por obras de artistas chilenos contemporáneos. Una selección quisquillosa, si se quiere, únicamente nuevos lenguajes, nuevas visiones; una especie de declaración de principios que define una colección completa y la casa del fotógrafo Felipe Forteza.


"Me gusta que los artistas se atrevan a cambiar y no se queden estancados con el éxito comercial. Eso es lo que me parece más atractivo de las generaciones jóvenes; siempre se están moviendo, evolucionando. Se permiten ir más allá, se atreven con propuestas y tecnologías", cuenta Felipe sobre lo que lo estimula a ir tras la pista de los jóvenes talentos chilenos para conformar su propia colección de arte.
Desechó la idea de la casa como galería de arte, pero la insolencia de las obras se adueñaría de algún modo de los muros, la iluminación y las miradas. Así es que Felipe, fotógrafo y con años de experiencia en el mundo de las artes, partió configurando una entrada de otro mundo -o al menos de otro país-, una que comunicara el espíritu total de su colección: "Es como una pausa. En esta casa hay espacios muy saturados y otros muy limpios. Quería que el espacio que une el área privada (dormitorio) y la pública (living, cocina, comedor) fuera un área neutra". Una pausa dice él, pero una potente, una en la que instaló obras que advierten lo que viene, pero que no interfieren, según sus palabras. Allí, el repertorio parte con las obras de Gajardo y Montes de Oca, Carlo Zúñiga, Guillermo Lorca y Rosario Carmona, más una instalación inspirada en el código Morse de Christian Quijada, "que representa, a mi juicio, lo mejor del arte actual con un lenguaje nuevo. A veces se piensa que las instalaciones son difíciles de incorporar dentro de una casa, pero creo que hay que ir abriéndose a los nuevos lenguajes y no quedarse pegado en que una obra tiene valor solo por estar encuadrada en un lienzo. Hay que modificar esos prejuicios", señala.

Pero
¿cómo comenzó este interés que hoy es una pasión?
"Convertirme en coleccionista fue parte de un proceso, empecé trabajando en arte hace 20 años y terminé siendo fotógrafo. En el proceso intermedio de aprender de arte, de apasionarse, uno empieza a ver las obras de otra forma. Te metes en ese mundo, te involucras con los artistas, con los significados de las obras, los contenidos, las fundamentaciones, y uno se entusiasma y terminas coleccionando". Para Felipe, el norte de su colección está claro: "Artistas chilenos contemporáneos, ese es mi objetivo. En general, artistas que tienen el peak de su obra, desde el año 2000 en adelante".
¿Por qué decidiste hacer esa diferencia?
"Porque el arte es una evolución y uno lo debe hacer con él. Valoro mucho los impresionistas, por ejemplo, también a los artistas chilenos contemporáneos de los 70 y 80; pero el peak de su obra ya pasó. Lo que actualmente me parece interesante son los nuevos lenguajes y la visión de futuro de jóvenes creadores. Por lo mismo, mi acento al coleccionar lo pongo en las instalaciones u obras pertinentes al tiempo en que vivimos. Igualmente reconozco el peso de artistas como Vicente Gajardo o Carlos Montes de Oca. Ambos han desarrollado a través de los años una obra muy consistente, además son inspiración para muchos artistas emergentes.
¿Y a quiénes tiene en la mira para su colección?
"Quisiera tener obras de Josefina Guilisasti, Catalina Bauer, Tomás Rivas, Gerardo Pulido, Felipe Cooper y puedo seguir… Esto no termina, el gran problema para los coleccionistas es dónde instalar las obras porque no le encuentro ningún sentido a tenerlas guardadas. A mí me gusta disfrutarlas cada día, porque al final uno invierte no sólo en algo que quiere ver eventualmente, sino en algo con lo que quiere vivir".
Inspiración
Si decidimos que el arte manda, ojo con la iluminación y los objetos; simples pero muy útiles.
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