Maite Izquierdo, artista visual, hoy en día dedicada al arte textil, nos cuenta que cocina con color, elige flores de color y decora con color. El color en su vida es una constante, una especie de pilar que la hace divertirse. Y que también la hace feliz.

En el caso de esta casa, de estilo chileno y que perteneció a los papás de Sebastián, su marido, eligió una paleta neutra con el blanco como color principal. Exclusivamente para poder jugar con los detalles, las flores, los cojines, las alfombras y las obras de arte. “En esta casa vivía mi marido cuando era chico, y cuando nos salió la oportunidad de comprarla quisimos darle luz. Entonces, junto al arquitecto Francisco Guerrero, la abrimos para que entrara la luz. Tenía grandes muros, batuco, grandes aleros, era una casa muy oscura. Todo se hizo en función de abrirla pero que no perdiera su esencia”, relata Maite.

Luego vinieron otros cambios, como la instalación de un porcelanato blanco en el piso, lo que de forma instantánea dio aun más luminosidad al lugar. Se sumaron ventanas y se construyeron lucarnas en el pasillo.

Cuando le preguntamos a ella por la decoración, enseguida la atrapa la nostalgia. Dice que son las mismas cosas que ha tenido toda la vida pero que las ha ido disponiendo de mejor manera. “Todo lo que tengo tiene un poco de historia, todo tiene un por qué de estar donde está. Vivimos en EE.UU. y en Australia, en este último lugar durante 4 años. Entonces guardo muchos recuerdos de esos lugares. Por ejemplo, la obra del comedor la hice cuando vivía en Australia y nació mi hijo mayor. El cuadro que está en la entrada lo hice esperando a Félix, el tercero, y así. Además tengo muchos cuadros de amigos por toda la casa. Ahora que esta casa es permanente me gusta tener objetos que me hagan recordar ese ir y venir de distintos lugares”, termina.