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Crisis hídrica: Llegó el momento de reutilizar

Abramos los ojos, así como vamos el agua apta para consumo no va a durar mucho. Desalinizar, purificar y reutilizar son algunas de las medidas que algunos países ya han tomado para enfrentar la demanda. Nosotros, además de estudios y proyecciones, poco hemos hecho.

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Hasta hace unas décadas Australia suplía la demanda de agua usando represas y captaciones de agua, pero hacia el año 2000 la falta de lluvias se hizo sentir y las grandes capitales fueron las más afectadas, llegando algunas a experimentar un déficit por sobre el 30%. Las plantas desalinizadoras, que existían en este país desde 1903, producto de su vulnerabilidad a las sequías, se volvieron fundamentales. Entre 1960 y 1980 se construyeron varias, gracias a la aparición de la osmosis reversa. Esta tecnología usa membranas semipermeables para remover partículas del agua potable; se aplica una presión y la membrana solo deja pasar la solución, reteniendo partículas, iones y bacterias. Este es el único proceso de desalinización que se usa actualmente a gran escala y las dos plantas más importantes están ubicadas en las ciudades de Perth y Sídney.

Las sequías en Australia están documentadas desde el asentamiento de las primeras colonias en su territorio, pero países más cercanos, con altos índices de precipitaciones, también están viendo su suministro de agua amenazado. El verano pasado Sao Paulo experimentó la peor crisis hídrica que recuerdan sus habitantes. Las represas que abastecen a 12 millones de personas estaban funcionando con las reservas del  año anterior y las autoridades anunciaron cortes sectorizados de hasta cuatro días. Las casas estuvieron sin agua por 12 horas, los cafés tuvieron que cerrar por las tardes, en muchos hoteles se tuvo que servir la comida en platos plásticos, los bidones se agotaron en los supermercados y los vecinos se organizaron para adoptar medidas de racionamiento.

Llegó el momento de mirar y aprender de las experiencias de otras ciudades donde se comprendió más tempranamente que el agua es probablemente el recurso más valioso y no es posible desperdiciarlo.

Reusar sí o sí

El crecimiento de la población, los impactos del cambio climático y la mayor competencia por los recursos están haciendo cada vez más necesario encontrar tecnologías innovadoras y fuentes alternativas de agua. El gran problema es lograr que esta sea adecuada para el uso que se requiere. Mientras algunos sistemas de tratamiento alcanzan los estándares para que el agua residual pueda ser consumida como potable, cuando se emplea en riego o en industrias no necesita tener esa calidad. Gracias a la aparición de estos sistemas, en EE.UU. un número creciente de comunidades está cambiando su visión sobre las aguas residuales, viéndola como una fuente más que un desecho. Bajo las regulaciones de la EPA (United States Environmental Protection Agency) ha surgido una gran variedad de estrategias.

Ya en 1970 las autoridades de Centreville -Virginia- habían encargado estudios que concluyeron que el tratamiento inadecuado de las aguas residuales de once plantas de tratamiento secundario eran en gran medida responsables de los serios problemas de calidad del agua en el embalse Occoquan, una de las tres represas que permite la extensión de ese río. Para remediar la situación se adoptó una política integral en la cuenca del Occoquan, cuyo requerimiento principal fue la construcción de una planta regional de recuperación de agua para reemplazar las once existentes. Upper Occoquan Service Authority (UOSA) fue creada en ese momento y desde entonces ha eliminado el agua residual como fuente de contaminación. Más aun, el agua recuperada por UOSA es una enorme contribución al suministro de Virginia. Para satisfacer las futuras necesidades de una población creciente y el desperdicio asociado a esta, UOSA desarrolló Project 54, un programa que incrementó la capacidad de tratamiento de aguas en 27 millones de galones al día. La primera parte del proyecto se completó en 1995, llegando a 32 millones de galones, y en 2005 alcanzó los 54 millones.

El proyecto de reutilización de agua Irvine Ranch Water District (IRWD) -en California- actualmente suple aproximadamente el 21% de la demanda del servicio en esa área. La historia de IRWD comenzó en 1963, cuando los visionarios miembros de la mesa de directores decidieron integrar el reciclaje de agua al diseño integral de la comunidad. En solo cuatro años desde su apertura ya era capaz de proveer de agua reciclada a los agricultores y hoy es reconocido como uno de los programas con más amplitud de usos, tales como irrigación de paisaje, procesos industriales y baños en edificios comerciales.

Aquí la producción de agua reciclada utiliza un tratamiento biológico para duplicar el proceso de limpieza de la naturaleza. Las aguas residuales de la comunidad son recolectadas y reciben un tratamiento que resulta en un producto reciclado de excelente calidad que puede ser reutilizado para muchos propósitos distintos a beberla, como irrigación y baños. Producir agua reciclada toma alrededor de 17 horas, desde que el agua residual entra a la planta hasta que el producto terminado es desinfectado y está listo para distribución. Tras ese proceso viaja a través de un extensa red de distribución dual en el área, la que mantiene el agua reciclada totalmente separada del agua potable, usando las cañerías moradas internacionalmente reconocidas como símbolo de agua reciclada. La producción de IRWD excede los 23,5 millones de galones al día para más de 4 mil clientes.

Bajo muchas de las calles de Irvine corren tres cañerías, una para el agua potable, otra que recolecta las residuales y una púrpura para la reciclada. Esta última está por sobre la norma del departamento de salud pública de California en cuanto a estándares para agua reciclada. El resultado, gracias a investigación, diseño y regulación, es un agua útil para casi cualquier propósito, menos beber. Esta se usa en regadíos de agricultura y paisajismo, incluyendo parques, patios de escuelas, canchas de golf, carreteras y jardines de conjuntos habitacionales; además en procesos industriales, baños de edificios comerciales y de oficinas.

En la década de los 60 el campus de Pennsylvania State University alcanzó un crecimiento tan grande que rivalizó con la población de la ciudad y por supuesto incrementó significativamente sus desechos, causando un problema grave de contaminación en Spring Creek, el curso de agua más importante de la zona. A pesar de contar con un sistema de tratamiento eficiente, pronto la universidad iba a generar más aguas residuales de las que el Spring Creek podía soportar. Richard Parizek junto a otros investigadores de PSU empezaron a explorar maneras de afrontar el problema del suministro de agua y el del agua residual. Parizek comenzó a experimentar usando las aguas residuales de la universidad en plantaciones que pertenecían a esta.

El proyecto se llamó “El filtro viviente” y fue concebido para aprovechar la producción agrícola de la zona en el tratamiento terciario del afluente residual de la universidad. Las especies que crecían en los campos podían extraer el exceso de nutrientes al crecer, y al mismo tiempo la rica capa superior del suelo podía completar el proceso de filtración, permitiendo que el agua purificada gradualmente cerrara el ciclo de vuelta en el sistema de aguas subterráneas. El experimento comenzó en 1963 y continuó por los siguientes 20 años, hasta que se convirtió en una operación a gran escala. El filtro viviente es probablemente el único sistema de su tipo en la región.

Escasez en Chile

A fines de 2014, el Ministerio del Medio Ambiente publicó el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, que da cuenta de los impactos esperados para nuestro país por efecto del calentamiento global. En el caso de las lluvias, se proyectan disminuciones de precipitaciones de entre 5 y 15% para la zona comprendida entre la cuenca del río Copiapó y la cuenca del río Aysén, para el período 2011-2030. Esta señal de disminución de precipitaciones es más robusta para el período comprendido entre 2031 y 2050. Al mismo tiempo, estudios indican un marcado aumento en la probabilidad de eventos de sequía, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XXI. En este análisis, un 70% de los modelos proyectó que para fines de este siglo este tipo de fenómenos ocurrirá más de 10 veces en 30 años. Por otra parte, según el documento del Ministerio del Medio Ambiente, aunque el número de eventos de precipitación extrema tiende a decrecer en gran parte del país, podría aumentar la ocurrencia de eventos de alta precipitación con temperaturas elevadas. Esto tiene implicancias importantes, ya que el incremento en la altura de la isoterma cero durante las llamadas ‘tormentas cálidas’ tiene como efecto un aumento considerable del caudal de los ríos, lo que puede generar catástrofes debido a inundaciones, crecidas y aluviones. Esto no solo pone en riesgo vidas humanas, también puede impactar negativamente en la provisión y calidad del agua potable para la población, ya que por el arrastre de materiales se afecta la calidad de las aguas y se puede alterar su composición química y organoléptica.

El Ministerio del Medio Ambiente creó un Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, que restablece nueve sectores prioritarios que requieren especial atención. Aunque el plan de adaptación para las ciudades está en desarrollo, ya se han definido algunas líneas prioritarias a trabajar, entre ellas la incorporación de la variable climática en la planificación y el ordenamiento del territorio, para enfrentar de forma adecuada olas de calor, sequías, inundaciones u otros problemas asociados. También contempla el desarrollo de mapas de vulnerabilidad e identificación de zonas de riesgo, planes de contingencia frente a emergencias, y el desarrollo de líneas de acción específicas para recursos hídricos, energía y salud, entre otras materias.

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