Diarios de bicicleta
Es el nombre del libro que hace unas semanas el músico -también artista y ocasionalmente director de cine- David Byrne vino a presentar al GAM. A principios de los ochenta, Byrne decidió que la bicicleta sería su medio de transporte; empezó en Nueva York y luego se la llevó en sus viajes por el mundo tomando nota de lo que provoca conocer la vida urbana a la altura y ritmo de las dos ruedas.


Sencillas y sofisticadas, grandes y chicas; bicicletas de todos los modelos y con todo tipo de equipamiento iban llegando la mañana del sábado 16 de julio al Centro Gabriela Mistral. Santiago estaba más brillante que nunca después de la lluvia, ideal para andar en bici, cuando el ex líder de la banda Talking Heads vino a presentar su libro Diarios de Bicicleta. Un relato de David Byrne, el músico que dice ser amante de la libertad y energía que le produce la bicicleta y que se convirtió en la forma en que conoce las ciudades que visita. Las reflexiones surgidas en sus pedaleos por Berlín, Estambul, Buenos Aires, Manila, Sídney, Londres, Nueva York y San Francisco, entre otras, están en este libro.
Byrne no estaba solo, el arquitecto Rodrigo Tisi era el moderador de esta esperada visita.
Claudio Olivares, de Nación Pedal; Lake Sagaris, de Ciudad Viva, y Patricio Fernández, de The Clinic, también compartían la mesa con el músico, el primero en tomar la palabra.
Su ponencia se basó en los temas que trata en Diarios de Bicicleta, experiencias relatadas desde un punto de vista que no pretende dar lecciones, sino más bien compartir el gusto por recorrer las ciudades en bicicleta, con crónicas y miniensayos sobre lo que piensa de la planificación urbana, el transporte público, la arquitectura, la calidad de vida y las particularidades culturales de cada ciudad, además de anécdotas musicales y recuerdos.
Imágenes e ilustraciones de planificaciones de ciudades fueron el apoyo para esta charla que partió tocando el tema de cómo, muchas veces, son las mismas ciudades las que separan más que unen a los habitantes: "Cómo hemos llegado a la situación de hoy de muchas ciudades", se pregunta Byrne.
Así, usa de ejemplo lugares como Los Ángeles y Austin, en Estados Unidos, donde complicadas carreteras dejan de lado el contacto que puede establecerse entre los habitantes, o en Huston, donde en las vías vacías se observa lo que Byrne explica como zonas muertas: "En muchas ciudades norteamericanas se ven estacionamientos, lugares para poner máquinas muertas que crean zonas muertas, envenenando las calles y matando la actividad", dice. Pero no todo es malo, Byrne también expone modelos positivos como una pequeña ciudad en Italia donde hay una amplia zona prohibida para autos y "donde todo tipo de gente anda en bici: abuelos, niños, mujeres bellas…", cuenta entre risas. Porque los cambios de una ciudad pedaleando son, a juicio del músico, "cosas que no observarías si vas en auto", algo quizás obvio para los que pedalean, pero un descubrimento para los que aún no lo hacen. Claudio Olivares, de Nación Pedal y parte de la organización ciudadana Arriba e La Chancha y de la consultora Bicibilízate, habla de lo bello de pedalear, diciendo que con ello pretende inspirar la maravilla que es andar por la ciudad. Para él uno de los ámbitos más importantes del derecho a la movilidad es cómo nos conectamos y expresamos en el entorno urbano, porque la bicicleta dice, "es humildad y simpleza y un medio accesible a todos".

David Byrne lleva 30 años usando la bici como medio de transporte en la ciudad donde vive y en los lugares que visita. Esta manera de conocer el mundo tomó forma de libro y hace dos semanas el propio músico lo presentó en Santiago.
También rescata los oficios o actividades en la ciudad que siguen realizándose en bicicleta, cuando todo apunta al auto, con imágenes de jardineros, panaderos y gasfíters que siguen pedaleando. "Los ciclistas no son deportistas ni fanáticos, es gente común, y aquí es donde se ve la diversidad social. Aprendemos de nosotros mismos en la medida en que nos encontramos y reconocemos", reflexiona.
Lake Sagaris es una ciclista empedernida y su relato se basa en la idea de "la ciudad como obra de arte colectiva, como algo que hacemos entre todos con toda nuestra diversidad", planteando la ciudad como un espacio vital donde la calle es un espacio de todos. Lake también nos hace recorrer el mundo con sus fotografías sobre distintos lugares y situaciones donde la bicicleta ha sido parte del cambio, un cambio que nos hace vivir mejor.
Por su parte, Patricio Fernández, que reconoce que solo hace dos años la descubrió, dice: "No por andar más rápido se llega primero", para luego afirmar que "hablar desde una bicicleta es hablar de política. La ciudad y el mundo empiezan a ser parte de uno mismo. Tiene un sentido de convivencia que hace sentido".
Surge una pregunta para Byrne: ¿Cómo cree que pueden coexistir autos y ciclistas?, su respuesta es sencilla: "Cuando nos conectamos unos con otros nos damos cuenta de que no somos tan diferentes cuando pedaleamos. No tienes que destruir nada, todos coexisten".
Afuera la cordillera está más cerca, el aire se siente despejado, un privilegio para los que ese día se fueron pedaleando.
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