Mientras subía a la nieve, a fotografiar los refugios presentados en este número, me quedó dando vueltas la pregunta de

¿por qué habitamos tan poco los faldeos de los cerros?

Cuando uno piensa en una segunda casa, lo primero que se viene a la mente es la playa, lago, laguna, etc. Sé que el agua es siempre atractiva y personalmente me encanta, pero como somos un país 'sándwich' entre dos cordilleras lo lógico sería, creo, que también hubiera más lugares para escaparse a los cerros y no necesariamente centros de esquí, sino espacios que se puedan usar invierno y verano, para hacer caminatas, recorrer o simplemente sentarse a mirar hacia el valle y dar gracias por el aire puro que se respira en las alturas.

Pero vamos a lo nuestro: los dos refugios que mostramos fueron buscados especialmente para este número, cuya idea era presentar lugares con tradición, casas que pudiesen catalogarse como 'refugios', donde la decoración, distribución de los espacios y sobre todo la experiencia de estar en ellas hablara de nieve, de frío, de tardes conversadas y de momentos familiares, de esos que se guardan en cajas de fotos. Y creo que lo conseguimos, las historias que están unidas a estos refugios son potentes, sus dueños los siguen disfrutando igual o más que cuando fueron construidos hace ya varias décadas y claramente se destacan entre los nuevos edificios que los rodean, que seguramente son más eficientes, actuales, pero podrían estar en la playa o en la ciudad. También van a encontrar un especial de camas, porque esta época es para pasar más rato acostado, leyendo, regaloneando, y una muy útil guía de panoramas, porque muchos están de vacaciones y eso significa tiempo libre que hay que llenar.

En internacional, el recién inaugurado proyecto de Peter Zumthor para la Serpentine Gallery en Londres, un imperdible si está por esos lados, o simplemente le interesa la arquitectura de este ganador del Pritzker.