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Espacio: Palacete

Simple pureza. La sutil belleza de una clásica arquitectura, acompañada con una puesta en escena de fibras naturales, piezas contemporáneas y herencias familiares cuidadosamente seleccionadas, hace de este departamento en París un lugar de sofisticación y buen vivir.

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Producción: Matías Errázuriz/ Fotos: Matthieu Soudet

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Él es Patrick  y ella Dorothée. Ambos son diseñadores de interior. Sus comienzos están relacionados con Christian Liaigre y Philippe Starck, nombres que ni siquiera tenemos que explicar quiénes son porque con solo decirlos se abren las puertas. Son sinónimo de elegancia, de detalles, materiales naturales, humor e inteligencia en el diseño.

El 2004 decidieron tomar esta experiencia -casi diez años en que trabajaron con estos grandes- y formar su propio estudio de diseño llamado Gilles & Boissier en la Ciudad Luz. El portafolio es envidiable. Su trabajo puede verse en el Hotel W en Shanghái, el restaurante Hakkasan en Abu Dhabi o en las tiendas de Moncler en St. Moritz y Milán, solo por nombrar algunos. A eso hay que sumarle casas repartidas por todo el Viejo Continente y más de algún yate privado, además de premios no menores como el de los diseñadores del año 2011 otorgado por Maison et Objet.

Pero también, y algo no menor, es que son los propietarios de este bellísimo departamento parisino, tan típico de la renovación urbana del barón Haussmann en el siglo XIX. Sus amplios espacios, la altura del cielo, sus ventanas, el parqué, las puertas, molduras, chimenea, y sobre todo la luz... Esta espacialidad, que en sí misma es un lujo, es donde Patrick y Dorothée viven.

Este fue el lienzo que la pareja tomó para armar su hogar: tranquilo, confortable, luminoso, bien organizado y que, sobre todo, respetara la historia misma del departamento. Nada de camuflajes. Aquí es lo que se ve. Los paños en su totalidad se vistieron de blanco, salvo los muros del living, que se pintaron de un gris suave. El resto fue rescatar la materia prima noble y mantener la armonía tanto en los materiales elegidos como en la paleta cromática.

Es un gran espacio lleno de piezas de fundición, techos altos, puertas de vidrio, antiguas y hermosas manijas y piso de madera del tipo de Versalles, un patrón donde las tablas se colocan en un ángulo de 45°. La convicción fue firme y a la vez tan sencilla al momento de vestirla. Se optó por muebles no recargados ni clásicos, sino por la simpleza y la frescura. La idea era crear juegos de contrastes que potenciaran tanto la nobleza de la arquitectura como la calidad del mobiliario y los objetos predispuestos. Muchos de los muebles son diseños propios de la pareja. Linos, algodones, pino, roble y mármol.

Pero es el arte quien corona este espacio. Todas las fotografías son de la Galería Acte 2, de su amigo Alexander Percy, y aunque saben que les queda un buen trecho para ser coleccionistas, aspiran a eso. Adoran este formato.

Aunque vivieron por un buen tiempo en un loft, esta pareja está convencida de que los hogares franceses clásicos, como en los que crecieron, resultan ser el lugar ideal para criar a sus hijos Félix y Zoe.

LIVING. Se distinguen la obra abstracta de gran formato de Christian Astuguevieile, la pintura del abuelo de Patrick sobre la chimenea, además de las lámparas de pared y mesa  de cerámica diseñadas por los propietarios.

Todos los recintos cuentan con doble circulación; están conectados.

El dormitorio principal en suite linda con el living, además se le suman un cuarto de visitas y otro infantil, más otros dos baños.

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