Espacio Vital
Carla Guelfenbein
Luego de vivir 11 años en Inglaterra, donde estudió biología en la Universidad de Essex y diseño en la St. Martin´s School of Art, la escritora Carla Guelfenbein volvió a Chile y se instaló en Santiago. Trabajó como diseñadora en varias agencias de publicidad y fue directora de arte y editora de moda de la revista Elle en Chile. Una mujer completa que hoy crea literatura desde su casa. “La actividad que desarrollo no requiere de más infraestructura que un computador, muchos, muchos libros, tiempo y silencio. En mi escritorio encuentro todo esto. En mi biblioteca miro hacia un bosque y ya todos en la casa han aprendido a respetar el silencio que necesito”, cuenta Carla.
-¿Qué es lo mejor de trabajar desde tu casa?
Ante todo, que estoy cerca de los míos, pero también que puedo pasar días sin tomar el auto para bajar del cerro donde vivo, que puedo dormir siesta, que puedo salir al jardín y jugar con mi perro cuando necesito tomar aire y moverme, que puedo ir a la cocina, abrir el refrigerador y comer algo rico.
-¿Cómo separas el trabajo de tu vida personal?
Yo no tengo reuniones, no hablo por teléfono, no tengo que cumplir un horario establecido. Mi trabajo es solitario, ocurre básicamente en mi cabeza. Por lo tanto, no es fácil separarlo, porque no es cuestión de decir: cierro la puerta de mi escritorio y dejo a todos mis personajes encerrados allí. Por más que le eche llave, ellos salen por las rendijas y se meten nuevamente en mi cabeza.
- ¿Qué otras partes de tu casa usas mientras trabajas y por qué?
Salgo mucho al jardín, sobre todo cuando empieza a pasar el frío. El contacto con la naturaleza me apacigua e inspira. Al lado de mi escritorio hay una pieza con una cama llena de cojines, ahí suelo leer por horas.
-¿Lo mejor y lo peor de trabajar en la casa para la dinámica familiar?
Lo mejor es que aún cuando respetan mi necesidad de silencio y soledad, todos saben que estoy aquí, que pueden contar conmigo para lo que sea. Los niños cuando llegan del colegio suben las escaleras corriendo a saludarme. Después parten a hacer sus cosas, pero les gusta verme y confirmar una vez más que estoy aquí.
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