La vida, o el destino, les puso en el camino la Comunidad Ecológica de Peñalolén. Donde desde hace tres años habitan esta casa. La artista visual María Inés Schmidt, su marido, Alejandro Ávalos, y los dos hijos de ella han transformado este lugar, creando su mundo, su hogar.

Un poco aislados de la ciudad decidieron echar raíces y desarrollarse. Razón por la que además es su espacio de trabajo -ambos tienen sus talleres- y reunión familiar. Ahí se relajan, ríen, juegan, respiran aire libre y, codo a codo, mantienen vivo este espíritu para que dure mucho tiempo más.

Todos juntos se ocupan de la casa y el jardín. Muy a pulso y de acuerdo a las cosas que van ocurriendo en el momento. La decoración va cambiando y hace tangible la historia familiar, a través de cuadros, objetos y mobiliario heredado o hecho por ellos; logrando un ambiente plagado de la creatividad que representan los artistas que viven aquí.

María Inés cuenta que además hay cosas que encuentran en anticuarios o ferias de las pulgas, pero que también hay una cuota más contemporánea en algunas lámparas que le gustan. Agrega que los objetos más “raros e interesantes” los ha hecho su hijo mayor, a quien le ha dado rienda suelta para desarrollarse, imaginar y crear, para así dar sus toques personales al interiorismo. Con él ha hecho remodelaciones en algunos muebles porque le gusta mucho la carpintería.

Por otro lado, esta artista se dedica a la cocina por hobby y a su taller donde pinta, en este último hace clases y prepara un nuevo proyecto.

La casa se usa entera, porque el encanto de estar en este lugar se respira y se siente, hasta en los dos gatos y el perro que te reciben como si fueras parte de la familia. “Vivir en paz y tranquilidad es lo más rico de esta casa. No necesitas ninguna otra cosa para estar feliz”, concluye María Inés.