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La buena mesa

Parte vital del clan Mekis Martínez, Francisca Mekis y su hija Emilia se encargan en esta cocina, de aires provenzales, de perpetuar una tradición poderosa, esa que congrega y que como ninguna otra ofrece generosa, recuerdos para toda la vida, la buena mesa.

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Tradiciones familiares, ese destilado de historia de generaciones, es lo que conforma la esencia de los clanes familiares. Hay familias de arquitectos, de artistas, de políticos, de deportistas, o simplemente de viajeros, de primos, tíos, hermanos, abuelos, bisnietos que comparten gustos, hobbies; pero a  todas las define lo mismo, esa intensidad y pasión que 'achoclona', que crea pertenencia y que finalmente hace que la familia siga siendo tan importante como hace 20 o 50 años. Son nuestros pares más cercanos, nuestros iguales más queridos. Entre todas estas familias, está la familia Mekis, que entre muchas otras cualidades se define como una familia cocinera, de cocineros y cocineras, de almuerzos grandes y sobremesas largas. De amigos y, por supuesto, de mucha familia.

Los Mekis Martínez son un clan familiar de 10 hermanos conocidos por su buen gusto y amor a la buena mesa. Herederos todos de una figura inolvidable:  Josefina Martínez, la Chepita, como muchos la conocieron. Decoradora, gran cocinera y anfitriona de lujo, además de autora de un libro que reúne sus recetas más personales. Nunca dejó de cocinar para sus hijos, sobrinos, nietos y, claro, su marido, Patricio Mekis, quien fue alcalde de Santiago y connotada figura pública.

Una de sus hijas, Francisca, hace gala de este legado con creces en su cocina. Ventanales de piso a cielo, una cocina doble como isla, verde agua y cobre como hilo conductor, en ese entorno nos recibió junto a su hija de 20 años Emilia Lagos, mientras preparaban un almuerzo para 30 personas, que incluía un pavo al horno con toda clase de acompañamientos y pancitos millie. A todas luces este lugar se inspira en esas cocinas de la Provenza: con mesones generosos y verduras y hierbas frescas a la mano. "Mis papás fueron personas muy sociables; mi mamá era una gran cocinera y todos los días preparaba almuerzos para un mínimo de 20 personas. Lo mejor es que nunca se complicaba y lo hacía con un cariño enorme", cuenta Francisca.

Colecciones de toda una vida, como loza inglesa, tazas, teteras y platos con diseño clásico se guardan a la vista en muebles que fueron diseñados en base a vidrio y cajoneras para mantener todo en orden

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Así también, recuerda las comidas que la Chepita realizaba para los 12 amigos de su marido que cada martes sagradamente llegaban a reunión, o los tés domingueros en los que además del inmenso choclón Mekis Martínez se unían primos y amigos cercanos.

"Estos tés eran increíbles, la mamá se preparaba varios días antes y nos tenía sandwichitos de todo tipo, merenguitos, brownies y una torta hecha por ella. Si estábamos en Llico, la casa de veraneo, a ella nunca se la veía tomando sol, sino que organizando y preparando estos tés con la ayuda de sus cocineras", recuerda Francisca.

Este espíritu, modo de ver la vida, entusiasmo, o como lo quieran llamar, es lo que hoy se repite casi exactamente en la cocina de esta casa, que hace un tiempo transformó bajo la asesoría de su hermano arquitecto Felipe Mekis (T. 9-222 1959). El resultado fue sorprendente; siguiendo la misma línea arquitectónica francesa que tiene toda la casa, con techos altos y tramos de este revestido en cobre y barandales de fierro, logró el objetivo de recrear un escenario campestre en el que cada integrante de esta familia encuentra su lugar. Mientras una hija cocina, otros estudian en el comedor de diario y en otro espacio se plancha la ropa o se está viendo televisión.

Algunos elementos que ambientan esta cocina se buscaron casi con pinzas. Por ejemplo, el antiguo horno a gas, la campana de cobre trabajada artesanalmente, las manillas de bronce, ollas de cobre y las cubiertas de mármol Carrara debían ser tal cual son, precisos y únicos, para lograr el cariz que hoy tiene este lugar.

Francisca cocina a diario junto a Emilia, quien representa una nueva generación de la familia Mekis y hereda este gusto familiar, en gran parte, por haber estado en clases de cocina durante toda su niñez.  "Tengo los mejores recuerdos de mis cumpleaños, la mesa perfecta, todo preparado por mi mamá, como las naranjitas con jaleas, kuchenes y merenguitos artesanales. Antes de sentarnos era un clásico sacarle varias fotos a la producción para el recuerdo", describe Emilia mientras amasa con fuerza los pancitos que encontró en el recetario de Chepita.d

Inspiración

Cuando queremos ambientar una cocina cálida y representativa, debemos fijarnos en elementos que además de ser utilitarios, cumplan un rol decorativo.

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