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Modernidad y crisis de un pasado reciente

Nuestro modelo de caracol comercial de los años 70 y 80 marca y articula un giro profundo en la producción y concepción arquitectónica nacional; por una parte, se puede identificar un término de una búsqueda moderna y, por otra, como regreso a un lenguaje clásico.

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El movimiento moderno incorporó dentro de sus principios fundacionales el flujo y el desplazamiento como claves de un cambio profundo, repensando con ello la relación tiempo-espacio como una nueva variable a considerar. La industrialización, por su parte, aportó una dimensión funcional que influyó a principios del siglo XX en movimientos artísticos, como el futurismo italiano, destacando Giacomo Balla y Umberto Boccioni con pinturas y esculturas que apuestan por una plástica de desplazamiento y cambio social, sin las amarras formales de la academia.

Ya desde la arquitectura destaca inicialmente la figura de Antonio Sant`Elia con propuestas para grandes estructuras al modo de infraestructuras urbanas, capaces de activar y renovar el espacio a partir de los flujos y de un espesor urbano donde la calle, con los sistemas de transporte, entran al edificio y lo activan. Ideas que el grupo inglés Archigram posicionaría pasada la mitad del siglo XX.

Problemáticas asociadas a traspasos entre dimensiones individuales a colectivas fueron parte importante en las investigaciones y propuestas desarrolladas por Le Corbusier, tanto en planes urbanos como en el espacio doméstico, los que tienen un sentido articulador, una dimensión en que la arquitectura se hace cargo de situaciones urbanas, escalando con un rol relacionador entre hombre y ciudad.

El proyecto de título del arquitecto UC Jorge Aguirre, El Palacio de la velocidad, explora tempranamente una relación espacial a partir de los flujos y los recorridos que se dan en el interior de un edificio de planta simétrica que alberga un recorrido tipo espiral, enfatizando la mirada interna del espacio. Sin embargo, no fue hasta el planteamiento de Frank Lloyd Wright para la sede del museo Guggenheim, en Nueva York, a finales de los años cincuenta –prácticamente su obra final más importante– cuando se materializaron estas ideas. Si bien esta construcción no ha estado alejada de la polémica en cuanto a la relación forma y programa, cristaliza algunas ideas modernas asociadas a la continuidad del suelo urbano, trabajo plástico y relación espacio-tiempo de una manera radical, aportando a la ya compleja definición de tectónica. Este edificio se sitúa desde dos puntos de vista, exteriormente como un volumen con presencia escultórica posicionado en una esquina e internamente con una estructura tipo “caracol”, que radicaliza el vacío central del espacio como relacionador de los recorridos en espiral.

:El caso chileno

En Santiago, el primer “caracol” comercial que entra en escena es el desarrollado por el ingeniero boliviano con estudios de arquitectura en Chile Melvin Villarroel. Ya con destacadas obras construidas, Villarroel proyecta en los 60 este primer caracol localizado en Nueva Los Leones casi esquina Providencia, una construcción de baja altura que albergaba en el centro una pista de patinaje. Edificio que a su vez logra posicionar un modelo comercial que una década después representaría un cambio de escala al que se incorporará el Metro, fundamentalmente por el trazado de Nueva Providencia, en una operación prácticamente sin precedentes en la historia urbana nacional, pues permitió tejer redes y conexiones por el subsuelo, articulando nuevos espacios comerciales y desplegando nuevos modelos de relación urbana.

Este esquema comercial tiene varios principios que aseguraron un período de largo éxito. Por una parte, el modelo ocupa un espacio o sitio pequeño con relación a las superficies comerciales que plantea en vertical, tanto subterránea como sobre la cota de la calle. Por otro lado, la continuidad de recorridos desde la vereda hace del caracol un sistema fluido de circulaciones, y fue a finales de los años 70 y comienzos de los 80 que este modelo comercial se propagó por Santiago y por diferentes ciudades a lo largo del país. En ellos se puede observar inicialmente una exploración plástica de la estructura, como es el caso del edificio Dos Caracoles en Providencia, con una expresión más cercana a la de dos silos interrelacionados, obra de Sergio Larraín, Ignacio Covarrubias y Jorge Swinburn.

Cuando son dos los caracoles que se intersectan, como en este caso o el caracol Ñuñoa Centro, localizado en la esquina de Av. Irarrázaval y Pedro de Valdivia, de Sergio Larraín, el sistema de movimientos permite circuitos que se entrelazan. Por otra parte, la condición espiral de los recorridos, sumado al desarrollo de grandes aperturas de luz por los centros, genera una condición de ascenso en búsqueda de la luz directa. Así, la generación de focos de actividad urbana apuesta por una suerte de intensificación de las redes demovimiento urbano. Los sistemas de transporte, tanto en superficie como bajo ésta, posicionan y ponen en valor el espesor urbano.

:Explorando la materialidad

En ambos casos destaca una exploración constructiva a partir del hormigón armado con capacidad de expresión plástica, una propuesta volumétrica que se recoge desde el espacio urbano, el control de la luminosidad directa e indirecta desde el desarrollo de lucarnas superiores, además de las continuidades del movimiento en rampas que se despliegan estableciendo relaciones en forma de “ochos”.

De estamanera, frente a la actitud de cerrarse radicalmente hacia el exterior, se construye también la idea de un interior en el cual se puede mirar y ser visto, una escala de proximidad asociada al recorrer y vitrinear. Aunque no menor es la capacidad constructiva, ya que, utilizando sistemas básicos de trazado y moldajes convencionales, la obra aborda un desafío estructural.

Este modelo utilizó en sus inicios un limitado stock material, trabajando con cierto ingenio y sencillez elementos como el aluminio en planchas para hacer los pasamanos, acero y estructuras de luminarias en obra.

:El ocaso

Entre finales de los 70 y comienzos de los 80 proliferó sobre el modelo de caracol un lenguaje que terminó por deformar la estructura interna, distanciándose de su génesis y dando como resultado casos como el Eve, en Vitacura, y en Apoquindo la Rampa de las Flores, de Boza, Lührs, Muzard, Duval y Moreno. Obras que optaron por un sistema interno de relaciones espaciales, de recorridos y vacíos, irrumpiendo con una imagen urbana que refleja también un descrédito de los principios modernos que se distancian del ciudadano común.

El cambio de escala de los nuevos centros comerciales al formato de mall, aislados del tejido urbano, termina por relegar este modelo a espacios organizados por comunidades ordenadas por temáticas comerciales, perdiendo diversidad e interésmasivo. Ambos modelos, caracol y mall, han tenido que enfrentar una suerte de exigencia ciudadana por el regreso de la calle como relacionador ciudadano, dando paso a variaciones como el bulevar y el strip center, que proponen retomar escalas de barrio con presencia hacia la calle.

  • El Guggenheim de NY es un gran ejemplo. Situándose desde dos puntos de vista, exteriormente como un volumen con presencia escultórica posicionado en una esquina e internamente con una estructura tipo "caracol", que radicaliza el vacío central del espacio como relacionador de los recorridos en espiral.
  • A finales de los 70 y comienzos de los 80 este modelo comercial se propagó por Santiago y otras ciudades del país. En ellos se puede observar inicialmente una exploración plástica de la estructura, como es el caso del edificio Dos Caracoles en Providencia.
  • Caracoles y malls, han tenido que enfrentar la exigencia ciudadana por el regreso de la calle como relacionador ciudadano, dando paso a variaciones como el bulevar y el strip center, que proponen retomar escalas de barrio con presencia hacia la calle.

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