Limpiar. Botar muros, limpiar muebles antiguos, reciclarlos, volver a pintarlos. Como quien hace un ritual de magia, la artista visual Francisca Eluchans, junto a su marido, Juan Andrés Fontaine, magnificaron esta añosa casa de 1910. Su presupuesto era acotado, por eso optaron por el uso de esa palabra: limpiar. “Junto a la ayuda de la oficina de arquitectos RENOarq, quienes nos asesoraron en la remodelación, principalmente lo que hicimos fue botar paredes para priorizar los espacios comunes y aprovechar la inmensa altura de la casa. Nosotros no tenemos hijos, así que hicimos una gran cocina comedor, un gran living y un gran taller -en ambos lugares botamos paredes para aprovechar el espacio-. La pieza de nosotros la dejamos mirando a la calle, mientras que la cocina, el taller y el living están de cara al jardín”, explica Francisca.

Linda casa

Francisca y Juan Andrés se casaron hace dos años, luego tomaron todos sus ahorros y se fueron a viajar por Asia y Europa durante 1 año. Cuando llegaron de vuelta les vino la idea de comprar una casa y les llegó esta como caída del cielo. “Encontré esta casa en un aviso en el diario, entramos y nos enamoramos inmediatamente. Me pareció interesante porque no había visto ninguna de fachada continua, son como un submundo para dentro, mientras que la fachada no dice mucho.

Por otra parte, el antiguo dueño de la casa nos dejó muchos muebles con la propiedad, y yo reutilicé muchos de ellos. Por ejemplo, la ‘cortina’ del baño era una antigua puerta, o el mueble de la cocina donde se exponen las copas y los vasos también era un mueble que estaba aquí”.

La decoración es simple: muchas plantas, colores neutros, texturas, muchos tesoros pequeñitos. “Como trabajo harto en terreno para crear mis obras, voy recolectando muchas piedras y las tengo por ahí repartidas en rinconcitos. Soy supercoleccionista, me gusta ir creando mundos.

Tengo fanales que los voy cambiando. ¿El arte? Algunos cuadros son míos, otros de mi marido -que es fotógrafo e ingeniero comercial-; por lo general son obras de nosotros y nunca están fijas, las vamos cambiando, y eso es entretenido”, comenta la artista.

Su relación con el arte

Aunque Francisca tiene otro taller muy cerca de su casa, aquí tiene uno que le fascina y que comparte con su marido, que también es artista. Repleto de las obras de los dos, también ahí Juan Andrés practica música. “Mi obra se basa a partir de la fotografía tradicional, pero la desplazo a medios tridimensionales. Surgió en base al collage, y por medio de la acumulación de estas fotografías de collage iba haciendo escenarios ficticios, ciudades o paisajes, siempre trabajando la tridimensionalidad. En diciembre pasado expuse en la Sala Gasco, donde me basé en fotografiar paisajes mucho más orgánicos, rocosos, sin intervención humana. Así que fragmenté pequeños pedazos de paisaje y los llevé a un espacio artístico. Esa es mi última obra, y la tengo esparcida por toda mi casa”.

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