MasDeco

Simple

Una cabaña apenas mantenida en el tiempo, a pocas horas de Nueva York. Una idea clara de cómo da gusto vivir y una familia numerosa que entendió que en la simpleza está lo que los hace felices. Esta es la casa de Andrew, Harriet y sus tres hijos.

1266746

En 2001 Andrew Corrie era un banquero londinense trasplantado a Manhattan. Por su parte, Harriet Maxwell Macdonald, una diseñadora de oficio, había creado junto a una compañera de la escuela de arte, Ochre, una firma de mobiliario y decoración que debutó sacando aplausos en 100% Design en Londres. En definitiva, dos independientes con un estilo de vida exitoso y ajetreado. Tal cual, hasta que se conocieron y la historia dio un vuelco de proporciones. El relato entonces siguió con él dejando la banca y ella su Londres natal para empezar un proyecto juntos en Nueva York, donde abrieron un showroom de la firma que Harriet había creado; tuvieron tres hijos, Ivo, Celia y Alastair, y consiguieron además de un amplio piso en el Lower Manhattan, una antigua cabaña con aires escandinavos en Shelter Island, un pequeño poblado a solo dos horas de Manhattan para escaparse los fines de semana, desconectarse y volver a empezar. Un lugar de esos que quitan la respiración de lo lindos que son, con playas vírgenes y paisajes llenos de detalles como fondo. Un poco también de lo que se respira en esta pequeña cabaña que encontraron libre de cualquier ambición, solo con el carácter que dan los años, algo de lo que de ninguna manera se quisieron deshacer y por el contrario, reforzaron.

¿Cómo? Dándole vida con simbólicas y sencillas cosas, como los cientos de piedras y conchitas encontradas o la madera de pino que recuperaron y usaron en cuanto rincón se les ocurrió, por ejemplo. Es que ellos ya vienen de vuelta y es la simpleza la que hoy los hace vibrar y, de paso, los acerca a esos paisajes del oeste de Inglaterra, donde nacieron. Por lo mismo, tampoco quisieron sobredecorar y dejaron que el entorno y la historia de la cabaña guiara lo que sucedería adentro, aprovechando cada detalle existente y desde ahí agregar unas cuantas cosas para hacerla más confortable. Lo justo: algo de arte de amigos cercanos, algunos muebles de diseño nórdico y uno que otro prototipo dado de baja de su propia tienda Ochre, que coincidentemente mucho tiene que ver con ese relajo que tiene la casa. De hecho Harriet encontró en ella un paralelo del concepto con el que define a su tienda y, obviamente, todo lo que le gusta: proporción, textura, contraste y acabado, a lo que se le puede agregar una paleta de colores casi imperceptibles, pero presente y definitoria que hace a ésta, su cabaña,  diferente a cualquier otro espacio en el mundo.

Madera.

Las  paredes son de pino tratado al albayalde para aclarar el interior y darle un aspecto más fresco.Tras la chimenea se encontró un muro con palmetas con estampas de plantas de la zona.

Esa representación cercana y amable de un lugar que te reconforta, en el que cada uno es tal cual, con los niños jugando sin restricciones, saltando en los sofás del living o sentados dibujando en la alfombra de piel frente a la chimenea; con la mesa lista para recibir al que quiera unirse y las mascotas deambulando por ahí. Una casa convertida en hogar a partir de trozos de su pasado, de la dedicación de Harriet y Andrew y de la convicción de conformar un espacio total y absolutamente de ellos y para ellos. Algo que sucede, claro, cuando uno sabe lo que quiere y cómo lo quiere, sin concesiones.

Inspiración

Los detalles son los protagonistas de la calidez que pueda tener un espacio.

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

¡Oferta especial vacaciones de invierno! ❄️

Plan digital $1.990/mes por 4 meses SUSCRÍBETE