Vacío
"De lo bueno poco", sentencia el arquitecto Ian Tidy. Ni arte, ni decoración excesiva, nada de ruido. Así vive en la comuna de Providencia, en un antiguo departamento pintado de blanco.


El propietario de este departamento, donde la expresión "menos es más" cobra real sentido, flirteaba desde pequeño con piezas a escala. De los modelos armables a los aviones de madera con motor. Luego, su fascinación por las guitarras lo llevó a diseñar y construir una, incluso sin saber tocar. Apenas tenía 14 años. Sin demora su pasión lo llevó a estudiar arquitectura, a ser socio de la oficina Tidy Arquitectos -junto a su hermano Albert- y a combinar su fructífero ejercicio profesional con la labor docente. Ian Tidy es un diseñador nato. Tiene una fuerte vocación, algo que se manifiesta en su permanente manera de vincular el trabajo arquitectónico con el diseño, llevándolo incluso a obtener múltiples distinciones en varias muestras nacionales y situarlo hoy como director de pregrado en la carrera de Diseño, Mención Ambientes y Objetos de la Universidad del Desarrollo.
Inspiración. Para el dueño de este departamento los instrumentos son una referencia para el mundo de la arquitectura y el diseño de objetos. El nivel de terminación, texturas, acabados, brillos y precisión en el uso de los materiales. Amarillo en pequeñas dosis, un color que crea acentos, otorgando a los espacios un carácter industrial y contemporáneo.
Que aterrizara en un edificio viejo y noble de Providencia no sorprende. Tenía todo lo que él buscaba. Dotado con lo bueno de una ubicación céntrica, pero sin las cosas malas del centro. Además, ya conocía su funcionamiento. Habitó la comuna. La casa de su abuela estaba en Providencia. Sabía de todas sus bondades. La conectividad, las ciclovías, las plazas, el comercio, la vida de barrio, etc. Por lo mismo, la única opción de compra era recuperar un antiguo departamento.

La paleta cromática -negro, blanco y grises- la extendió al uso de amarillo en pequeñas dosis. Es un color que crea acentos, otorgando a los espacios un carácter industrial y contemporáneo.
Fueron casi dos años de búsqueda. Sin embargo, casi por casualidad, cuando incluso ya no estaba tan pendiente de buscar, vio un cartel pegado en una ventana cuando iba de vuelta de su oficina, en la misma comuna. Aquí no hubo otra alternativa. Apenas lo pisó fue amor a primera vista. Cedió algunos de sus requerimientos. Se olvidó que no quería un departamento en el primer piso, que estuviera situado en plena avenida y de que quería una terraza. La calidad de los espacios, sus dimensiones, una buena altura -2,70 metros-, la calidad de la construcción, su estructura robusta, el parqué y los detalles de yesería, lo terminaron por seducir. Así de simple.
Ventanas. Se reemplazaron todas las ventanas originales por sistemas de aluminio oscilobatientes con termopaneles acústicos.
Lo primero que hizo fue recuperar lo más posible, sin cambiar su condición original, el primer piso -de tres en total- de un edificio neoclásico construido en 1954. Decidió conservar y recuperar las molduras y cornisas originales, junto con el piso de parqué de coihue, el cual pulió y vitrificó. El diseño de iluminación, focos empotrados y líneas de luz, siguió el mismo eje: potenciar los elementos decorativos originales y las proporciones de los espacios. La cocina y los baños, en tanto, se rehicieron por completo. La cocina se amplió a más del doble del tamaño original conectando el repostero, servicios y la antigua cocina de dimensiones muy pequeñas. La propuesta fue generar un acento futurista, que contrastara con la arquitectura de estilo original del departamento, generando así un diálogo entre pasado y presente. Es en el piso donde se puede observar esa conversación entre dos épocas, el parqué y la baldosa microvibrada negra, entre lo noble, lo nuevo, tecnología y lo artesanal.

CONTRASTE
. Recuperar al máximo el estilo arquitecónico, potenciarlo, pero a la vez provocar contraste a través de la iluminación y el diseño, fue lo que se propuso Ian Tidy. El ejemplo más potente es la cocina, donde los muebles en volado, las superficies brillantes y perfectas, nos llevan a un directo viaje al futuro.
Pero indudablemente es en su contrapeso, en la decoración, donde se puede observar más la intencionalidad de su lenguaje. Espacios despojados, totalmente vestidos de blanco, donde el color lo da la madera del piso. En el mobiliario combina piezas de diseño clásico como las sillas de comedor de Robin Day, o la One de Konstantin Grcic, uno de sus objetos más preciados y regalo de su hermano Albert Tidy, junto a diseños propios como la mesa de centro, las luminarias de piso, la mesa del comedor o el ventilador. "De lo bueno poco", sentencia una vez más Ian Tidy.
INSPIRACIÓN
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