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El debate sobre el aire acondicionado se politiza en Francia

A medida que las temperaturas aumentan cada verano, los ecologistas y los partidos de extrema derecha se contraponen en sus propuestas para refrescar las ciudades.

Vista de la Torre Eiffel desde la Torre Montparnasse. Foto: Archivo SANDRINE MARTY

Las olas de calor no paran en Europa, y en Francia en particular, el problema es omnipresente. Caracterizada por temperaturas mayores a los 37 °C la “canícula” es la preocupación principal del verano, y si vuelve los días imposibles, durante la noche no deja de sentirse, con un termómetro que no baja de los 23 °C en sus momentos más frescos.

Por eso mismo, las maneras de palear el calor se discuten en los medios, y en particular una que es vista como “demasiado americana”: el aire acondicionado. El tema de su promoción o restricción se politizó, luego de que la líder histórica de la Agrupación Nacional de extrema derecha, Marine Le Pen, declarará que en un gobierno de su partido habría un “plan mayor de equipamiento de aire acondicionado”.

Desde el partido ecologista, la presidenta Marine Tondelier rechazó profundamente la idea, asegurando que es ese tipo de soluciones las que empeora el clima, ya que al final, los artefactos terminan emitiendo más aire caliente del que enfrían. Así, Tondelier defendió que la solución corre más por plantar árboles y “reverdecer” las ciudades, además de volver más eficientes energéticamente los edificios.

La presidenta del partido ecologista, Marine Tondelier, criticó que el aire acondicionado empeora el clima, ya que termina emitiendo más aire caliente del que enfría.

La polémica no se detuvo ahí, porque la ministra de Transición Ecología, Angès Pannier-Runacher, también criticó a Le Pen, llamando al aire acondicionado una “adaptación inadecuada”, ya que en total causa más calor del que evita.

En los medios, la discusión también se alineó en términos de izquierda y derecha. Le Figaro, un diario conservador, publicó una columna en que defendió la instalación de artefactos de aire acondicionado, porque “hacer que nuestros ciudadanos suden limita su aprendizaje, reduce horas de trabajo y atocha los hospitales”. Libération, desde la izquierda, contraatacó escribiendo que esta tecnología era “una aberración ambiental que debe superarse”, porque arroja aire caliente a las calles y consume energía preciosa.

Hay que considerar que en Europa en general, la presencia de aire acondicionado no es tan extendida como en otros rincones del mundo. Esto, entre otras cosas, porque hasta hace unos años, incluso en las zonas más cercanas al Mediterráneo, el clima era lo suficientemente templado como para que no se viera como algo necesario el climatizar el aire.

Temperaturas llegando a los 37 °C en Toulouse. Foto: Archivo Alain Pitton

Francia, en particular, es uno de los países con menos implantación de aparatos de aire acondicionado, y solo un 5% de las familias tienen un dispositivo de este tipo, según la Agencia Internacional de la Energía. Para comparar, Estados Unidos, China o Japón tienen un índice del 90%, y en Europa, España tiene un 60% e Italia un 39%.

En una encuesta de Opinion Way, para el diario The New York Times, dos tercios de los franceses aseguraron que no instalan aire acondicionado porque es muy caro, además de la importancia que dan en el país al discurso ecológico y el ahorro energético.

Entre las cosas que aumentan el precio de la instalación del aire acondicionado, está el hecho de que cerca de 45 mil edificios en el país son considerados monumentos históricos, lo que dificulta cualquier obra profunda en sus estructuras o fachadas. Un ejemplo de esto es Lyon, cuyo centro histórico, el Vieux Lyon, tiene gran parte de sus edificios clasificados como patrimonio por parte de la UNESCO.

Dos tercios de los franceses aseguraron que no instalan aire acondicionado porque es muy caro.

Pero los tiempos cambian, y en medio del cambio climático, Europa es el continente que está subiendo sus temperaturas a una velocidad más acelerada. Un análisis de los datos de temperatura diaria de Copernicus, parte del programa espacial de la Unión Europea, muestra que gran parte del continente experimenta ahora períodos de calor extremo, “canículas”, más prolongados que hace tan solo 40 años.

Más allá de las críticas en redes sociales, existe un amplio consenso en Francia sobre la necesidad del aire acondicionado en espacios como residencias de ancianos, hospitales y escuelas.“El aire acondicionado no es blanco o negro”, declaró recientemente a la prensa la ministra Agnès Pannier-Runacher. “Necesitamos aire acondicionado para dar un respiro a las personas vulnerables. Pero no debemos instalarlo en todas partes”.

Europa es el continente que más rápido se calienta, y son las personas más pobres las que más sufren durante las olas de calor. Sin embargo, según Carsten Schneider, ministro de Medio Ambiente de Alemania, no son quienes más se benefician de la expansión del uso del aire acondicionado. “El calor hace que el desequilibrio social sea especialmente evidente”, declaró Schneider el martes. “Quienes tienen menos recursos tienen menos posibilidades de protegerse de los efectos del calor. Quienes tienen mucho dinero pueden permitirse el aire acondicionado o un jardín fresco”, aseguró.

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