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Mathieu Gaillard: “Macron tiene lo necesario para aguantar hasta las próximas presidenciales de 2027″

En entrevista con La Tercera, el director de estudios de Ipsos Francia comenta lo ocurrido en las últimas semanas tras la decisión de Emmanuel Macron de poner a Sébastien Lecornu en el Palacio de Matignon, además del impacto de las recientes huelgas nacionales lideradas por el movimiento “Bloqueemos todo” y los sindicatos locales.

Sébastian Lecornu en Matignon. Foto: Archivo

Se acabó el verano boreal, empezaron las huelgas. Van apenas tres semanas desde que los franceses volvieron en masa a trabajos y escuelas, y lo que se esperaba durante las vacaciones terminó ocurriendo: cayó el gobierno del primer ministro François Bayrou, y los equilibrios políticos en el Parlamento parecen un cubo Rubik a la hora de buscar nueva fórmula para gobernar el país. Al final, pareciera que el presidente Emmanuel Macron decidió repetir la jugada que hizo hace nueve meses: poner a uno de los suyos, y esperar a que no lo bloquearan.

En entrevista con La Tercera, el director de estudios de Ipsos Francia, Mathieu Gaillard, comenta lo ocurrido en las últimas semanas tras la decisión de Macron de poner a Sébastien Lecornu en el Palacio de Matignon, además del impacto de las recientes huelgas nacionales lideradas por el movimiento “Bloqueemos todo” y los sindicatos franceses.

¿Qué piensa de la nominación de Sébastien Lecornu como primer ministro esta semana? ¿Cambia en algo la gobernabilidad de Francia en relación con lo que fue el período de François Bayrou?

En sí, nada cambia desde luego en la composición del Parlamento, y visto que el nuevo primer ministro pertenece al bloque “macronista”, lo más probable es que se enfrente a las mismas dificultades que sus predecesores, Michel Barnier y François Bayrou. O sea, una imposibilidad para llegar a negociar con la centroizquierda (Partido Socialista) y centroderecha (Los Republicanos), cuyas posiciones ya están demasiado alejadas en los asuntos económicos y sociales decisivos para este período de discusiones presupuestarias. También habrá complicaciones cuando se hable de inmigración y medio ambiente.

Aun si Lecornu pudiera esperar salir beneficiado de las abstenciones de la Agrupación Nacional para hacer adoptar su presupuesto, eso será muy complicado porque el partido parece decidido a hacer de todo para provocar una nueva disolución de Parlamento en los próximos meses. La situación parece, entonces, particularmente compleja para el nuevo primer ministro.

La presidenta del grupo parlamentario Rassemblement National, Marine Le Pen saluda al presidente del partido RN, Jordan Bardella, tras pronunciar discursos en un mitin en su apoyo tras ser condenada por un esquema de empleos fraudulentos en el Parlamento Europeo, en París, el 6 de abril de 2025. Foto: AFP JULIEN DE ROSA

¿Cómo observa todo esto la líder de extrema derecha Marine Le Pen? ¿Cuál podría ser el cálculo político de su partido Agrupación Nacional tras su rechazo a la moción de confianza de Bayrou?

Si bien en los últimos años Agrupación Nacional ha avanzado elección tras elección, conquistando los votos de un electorado conservador de derecha clásico, es decir, un electorado de clase media y alta relativamente mayor, lo cierto es que su base electoral sigue siendo decisiva. Esa base electoral de Agrupación Nacional es un electorado de clase trabajadora, antisistema, que rechaza profundamente a Macron y a sus primeros ministros. Por lo tanto, sería muy difícil para Agrupación Nacional justificar ser el partido que permitiría a Macron beneficiarse de la estabilidad gubernamental.

Algunas figuras políticas hablan de adelantar las elecciones presidenciales. ¿Es posible? ¿Quién se beneficia más de una decisión como esta?

Es posible, pero solo si Emmanuel Macron acepta dimitir, y, naturalmente, no tiene intención de hacerlo. Aún tiene varias opciones, incluso si el gobierno de Sébastien Lecornu cayera en las próximas semanas o meses. Podría nombrar a un primer ministro de centroizquierda, que tendría una ligera mejor oportunidad de establecer negociaciones entre los macronistas, por un lado, y los socialistas y los verdes por otro.

El presidente no parece muy entusiasmado con esto, pero podría verse obligado a hacerlo, aunque en este momento es dudoso que funcione. También tiene la opción de disolver de nuevo la Asamblea Nacional para convocar elecciones legislativas. No es seguro que esto cambie mucho, ya que el equilibrio de poder electoral parece bastante estable. Todo esto para decir que, en mi opinión, tiene lo necesario para aguantar hasta las próximas elecciones presidenciales de 2027.

¿Cómo ve la posibilidad de una disolución del Parlamento y nuevas elecciones legislativas? ¿Podrían repetirse este año los resultados de 2024, con la izquierda ganando sin mucha ventaja sobre los demás bloques?

El problema es que el sistema electoral genera mucha incertidumbre: se trata de una mayoría a dos vueltas, con una regla peculiar que implica que, dependiendo de la participación, puede haber dos o tres candidatos en la segunda vuelta en las circunscripciones. Además, desconocemos cuáles serán las estrategias de alianza de los partidos. Si se mantendrá o no la alianza de izquierdas, si se formará o no una alianza entre los macronistas y Los Republicanos, etc. Todo esto lo hace muy impredecible. Finalmente, desconocemos si el “frente republicano” funcionará como la última vez a nivel de partidos, o sea, las retiradas de candidatos que quedaron en tercer lugar para ayudar a vencer a Agrupación Nacional, y también a nivel de votantes.

Lo cierto es que, a estas alturas, el voto francés ha cambiado relativamente poco en comparación con el año pasado: tanto Agrupación Nacional y la izquierda están avanzando, el bloque central entre los macronistas y Los Republicanos está decayendo con un reequilibrio a favor de estos últimos, pero se mantiene bastante estable. Sin embargo, desconocemos cómo se traduciría esto en escaños, aunque es muy improbable que uno de los tres bloques obtenga la mayoría absoluta.

Jean-Luc Mélenchon en la Asamblea Nacional. Foto: Archivo. Sarah Meyssonnier

¿Qué se puede esperar para los años restantes del mandato de cinco años de Macron? Algunos grupos incluso hablan del fin de la Quinta República. ¿Es eso siquiera posible?

Es muy incierto. Podemos imaginar una sucesión de gobiernos efímeros o nuevas elecciones legislativas que probablemente no conducirían a una situación muy diferente. Todos los actores políticos creen que la situación actual se estabilizará en 2027: habrá elecciones presidenciales y, posteriormente, elecciones legislativas en las que los franceses otorgarán una mayoría parlamentaria al nuevo presidente, dando así el escenario clásico de la Quinta República. Pero este escenario, que funcionó muy bien cuando el panorama político se centraba en el enfrentamiento entre la izquierda y la derecha, funciona peor en un sistema tripolar de izquierda/macronista/Agrupación Nacional. El sistema electoral ya no es capaz de generar mayorías parlamentarias. Por lo tanto, no es seguro que 2027 nos permita volver a la normalidad.

Sin hablar necesariamente de poner fin a la Quinta República, que ha evolucionado enormemente desde sus inicios, esto significa que sería necesario reformarla para adaptarla al panorama electoral actual, así como a las demandas del pueblo francés: reducir la importancia del presidente para evitar que las estrategias de los dirigentes giren únicamente en torno a este tema; sustituir el sistema de voto mayoritario por el de representación proporcional para avanzar hacia lógicas de cooperación entre los partidos en lugar de confrontación; introducir referendos ciudadanos para dar al pueblo francés la sensación de que desempeña un papel protagonista en la democracia, entre otras cosas.

¿Cómo valora las últimas manifestaciones? ¿Se puede ver un movimiento con objetivos y una proyección significativa tras la jornada de “¡Bloqueemos todo!” del 10 de septiembre?

El movimiento fue relativamente grande, pero claramente no vimos un país paralizado. De hecho, fue bastante diferente del de los Chalecos Amarillos. En 2018, los Chalecos Amarillos fueron un movimiento completamente espontáneo e inesperado, mientras que el movimiento “Bloqueemos todo” se anunció desde julio –los medios no hablaron de otra cosa este verano– y los partidos y sindicatos se han posicionado al respecto. Esto probablemente no contribuyó a darle la escala y la espontaneidad de los Chalecos Amarillos.

Dudo que el movimiento continúe, pero eso no significa que no pueda haber episodios importantes en el ámbito social en los próximos meses: los franceses tienen un gran temor por el costo de la vida, una fuerte sensación de deterioro de los servicios públicos y la protección social, y están enfadados con las élites políticas y económicas. No haría falta mucho para que un movimiento importante volviera a resurgir, ¡aunque sea completamente impredecible!

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