Bruno Hortelano: "En cualquier país puede nacer un velocista"
El español, el velocista blanco de moda, habla con La Tercera. Hoy compite contra Usain Bolt.

Su imagen enterándose de su medalla de oro mientras le entrevistaban dio la vuelta al mundo. Nunca se olvidará. Cuando la periodista le confirmó la descalificación de Martina, el atleta español rompió el protocolo. Salió corriendo y se fue a buscar sus padres, "porque venía de celebrar con ellos la medalla de plata". Hoy, se alegra de "tener ese recuerdo grabado" que acepta que ya ha visto "un montón de veces". La nueva vida de Bruno Hortelano, que comparte representante, Alberto Armas, con la chilena Ducó. "Me impresiona Natalia cuando hablamos, porque coincide conmigo: no se niega a trabajar duro, pero sí a ir a ciegas, a no estudiar lo que hace", explica este joven educado que lleva cuatro años soñando con este momento. El tiempo le ha dado la razón por ahora. El mundo asiste impresionado a sus últimas exhibiciones, la próxima de las cuales podría ser el viernes en la Diamond League de Londres frente a Usain Bolt. "No está confirmado que vaya él, pero ojalá esté. Sería genial", añade Hortelano en esta conversación con El Deportivo donde deja una frase para la historia. "He aprendido a no lesionarme".
Su hoja de ruta impone miedo: "mucho sudor, mucho dolor y mucho sacrificio"
Y mucho fracaso. Mi padre siempre me decía: "O ganas o aprendes", y nunca me olvido de eso. He aprendido mucho a la fuerza por culpa de cosas que no dependían de mí. He tenido demasiadas lesiones que me han cambiado la vida. Hace dos años, en el Europeo de Zúrich, tuve una rotura casi completa del abductor que me tuvo mucho tiempo fuera y me costó tanto volver…
¿De lo malo no se olvida uno nunca entonces?
Te concede esa experiencia. Quizá gracias a ella yo este año he podido evitar esas lesiones. He aprendido cómo hacerlo, porque resulta que he tenido lesiones en casi todos los músculos importantes de las piernas.
¿Y cómo aprende uno a no lesionarse?
En realidad, más que a no lesionarme, lo que aprendí fueron las razones por las que me lesionaba. Y eso me invitó a descansar más o a comer mejor. Así que, por ejemplo, este año he seguido un régimen. He pasado de comer tres veces al día a hacerlo cuatro o cinco, a no quedarme nunca con la sensación del estómago lleno… He evitado el azúcar que no ayuda nada para correr. Son pequeños detalles que antes no sabía y que ahora pueden ser fundamentales.
A su edad, Juan Carlos Higuero, que fue campeón de Europa en 1.500, contaba que una hora antes de entrenar se tomaba "un litro de leche y un paquete de galletas". ¿Su juventud, 24 años, no puede con todo?
No, yo nunca haría eso. Sé que no me ayudaría nada. Al contrario. Tengo que intentar que los detalles estén en su sitio. He aprendido que me irá mejor cuanto más me acerque a la perfección.
¿En cualquier país puede nacer un velocista?
Sí, ¿por qué no? ¿Qué problema va a haber? Si tiene recursos y una cultura que apoye a este atleta, la respuesta es que sí: yo mismo soy una prueba. Soy un atleta con sangre cien por cien española y estoy consiguiendo estar ahí. Mi respuesta, por tanto, es que sí.
Sin embargo, usted se ha educado como atleta en Estados Unidos y en Canadá
En ese sentido es verdad que se me ha pegado parte de la mentalidad americana. Pero lo que me ha ayudado eso es a intentar averiguar dónde están mis limites, a recordar que soy humano y no puedo hacer todo lo que me propongo. Por eso prefiero tener un solo objetivo y bien hecho a tener 20 y mal hechos. De esa forma no hubiera pasado los cuatro últimos años de mi vida pegado a un objetivo tan gordo como los JJOO.
"Los 100 metros son como la Formula 1: el coche bueno gana siempre". ¿Coincide?
Sí, pero hay que tener cuidado con el coche. Hay que cuidarlo mucho y evitar lesiones. Son, como le decía, muchos detalles. Antes de correr pasan muchas cosas.
A los 24 años no para usted de hablar de las lesiones. ¿Se ha dado cuenta?
Porque me han enseñado demasiado. He aprendido que si quiero cumplir los objetivos tengo que ir sin prisa. Mi mentalidad ya no se separa de eso.
¿Es usted hoy el ejemplo de los velocistas blancos de todo el mundo?
No. Yo lo que hago lo hago para mí, para mi familia, para mis amigos o para mi país. A partir de ahí si alguien me elige como ejemplo me parece genial. Pero ésa no es mi idea. No soy yo el líder de nadie. Sólo estoy aquí para cumplir un sueño que tenía desde la niñez, desde que vi a Maurice Greene ganar en los JJOO de Sidney 2000.
¿Qué paso ese día?
Que me dije: "yo quiero hacer lo mismo". Tenía 9 años y aquí estoy a los 24.
Tiene dicho usted: "El que se crea que pueda plantar cara a los atletas negros lo hará". ¿No es muy arriesgado?
No, porque no es un problema. En todo caso, es una barrera. Hay que darse cuenta de que uno puede ganar a cualquiera. Con esto no quiere decir que no sepa que hay diferencias genéticas entre las poblaciones. Pero aquí no se enfrenta una población frente a otra, sino una persona contra otra. Y eso es trabajo. Y ahí es donde se basa el éxito personal.
¿Quién ha sido su ejemplo?
Tendría que pensarlo. A bote pronto, no sabría decir y mira que me encantan todos los deportes, que he conocido a un oro olímpico como Donovan Bailey o que le he contado esa anécdota de Maurice Greene en Sidney. Pero nunca quise ser como nadie. Quizá por eso hablo tanto de mi éxito personal.
A 20 días de los JJOO ¿cómo es su vida?
Cada vez estoy bajando más el volumen de entrenamiento, pero subiendo la intensidad. Y entonces, cuando buscas lo máximo, es cuando te convences que en una especialidad como la mía lo que más se cansa uno no es a nivel cardiaco ni muscular, sino el sistema nervioso. Y eso es lo que más cuesta recuperar.
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