Chuck Norris vs Communism: Rumania, los 80 y la locura por los VHS de acción

El documental estrenado en Netflix, cuenta la historia del tráfico de cintas de acción.




Casi 30 años antes de la saga Los indestructibles, nombres como Sylvester Stallone, Chuck Norris, Arnold Schwarzenegger o Jean-Claude Van Damme ya se habían juntado para derrotar a uno de los enemigos de Estados Unidos. Por lo menos, eso es lo que postula el documental Chuck Norris vs Communism, de la debutante Ilinca Calugareanu, que tras pasearse por múltiples festivales en 2015, este mes llegó a Netflix. Co producido por Passion Pictures, el estudio detrás de Searching for Sugar Man, el registro cuenta a través de entrevistas y recreaciones la historia de la victoria más curiosa que Estados Unidos consiguió contra la Unión Soviética.

Corría el año 1985 y Rumania estaba bajo el régimen comunista de Nicolae Ceausescu. Bajo la censura propia de los países tras la Cortina de Hierro, la televisión transmitía casi exclusivamente mensajes oficialistas. Irina Nistor trabajaba traduciendo el contenido extranjero que entraba al país para el comité censor del gobierno, quienes le instruían qué partes cortar o alterar. Eso hasta que un día  un colega se le acercó con una propuesta de un misterioso empresario, Teodor Zamfir, quien le solicitó algo inédito: doblar películas norteamericanas prohibidas, sin cambiar el diálogo.

Ese fue el punto de partida para un cambio radical en la cultura rumana. Zamfir empezó a importar como contrabando cientos de cintas VHS con títulos como Terminator, Soldado Universal, Scarface, El Excorcista, Purple rain y más. Comenzó a correrse el rumor y el interés por este material fue creciendo. La población comenzó a organizar secretamente funciones en departamentos con cintas que mostraban un mundo que los rumanos no conocían. Héroes increíbles contra villanos que les recordaban a sus gobernantes, autos deportivos, grandes banquetes, romances épicos y más. En la base de todo, la aguda voz de Nistor, que doblaba todos los personajes, masculinos y femeninos.

Las cintas de acción fueron las que mayor impacto generaron. “Salíamos distintos de verlas. Queríamos ser héroes”, dice uno de los testimonios del documental, que recuerda su infancia levantándose a las 6 AM para imitar la rutina de entrenamiento de Rocky.

El mensaje nacionalista del cine norteamericano de la época no era exactamente sutil: Stallone corriendo por las calles de Filadelfia llenas de banderas de Estados Unidos, o Chuck Norris mirando a la cámara y sonriendo mientras hace estallar un complejo vietnamita. “Sabíamos que era propaganda, pero que sea no era su propaganda”, dice otro entrevistado, con “su” viniendo a ser el gobierno de Ceausescu.

A ratos cómico por la particularidad de la situación, el documental no deja de lado la tensión y peligro que vivieron sus protagonistas reales. Tanto Zamfir como Nistor comenzaron a ser monitoreados de cerca y la dictadura rumana inició fuertes redadas incautando reproductores de VHS. Aun así, el interés por estas películas fue tal, que hasta altos mandos de la policía secreta del país comenzaron a ser clientes frecuentes del negocio clandestino.

Entre 1985 y 1989, Nistor dobló más de un millar de películas. Su voz se transformó en algo más célebre que cualquier rostro de Hollywood para la población rumana. Más voces se sumaron a la traducción a medida que el negocio fue creciendo, pero la clientela prefería la de la mujer.

En diciembre de 1989, una masiva revolución derrocó al régimen comunista. Chuck Norris no estuvo presente (que sepamos) y la causalidad con respecto al contrabando de VHS puede parecer antojadiza. Pero por lo menos, coincide que durante cuatro años los rumanos comenzaron en masa a recibir un mundo de cultura pop que antes no tenían.

Una vez llegada la democracia, Nistor se transformó en crítica de cine. Hasta hoy, su voz es mucho más célebre que su rostro.

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