De jueves a domingo, entre junio y julio y, de preferencia, con una película animada en frente. Aquellas son las coordenadas generales que responden a las preguntas de cómo y qué es lo que el público chileno ve cuando va al cine. Al menos durante el año pasado. Las impresiones se deducen del informe anual que acaba de dar a conocer la Cámara de Exhibidores de Multisalas (CAEM), organismo que año a año lleva el registro de asistencia a salas.

La medición también verifica aquella constante que desde una década se resiste a disminuir: una vez más, la cantidad de público en los cines aumentó. En 2016 hubo en total 27 millones 660 mil admisiones, es decir un poco más de un millón y medio de espectadores adicionales a los 26 millones 36 mil de 2015. O sea, un aumento de 6,2%.

La realidad del incremento de boletos cortados tiene un correlato evidente en la mayor cantidad de pantallas en el país. Por ejemplo, si en el año 2010 habían 263, en 2016 llegaron a 355.

En este crecimiento de la oferta en multisalas, el factor de las nuevas tecnologías ha jugado un rol marginal y no es precisamente por el acceso al 3D o al Imax que llegó más público a las butacas. "Creo que el interés por las películas en 3D se estacionó", dice Alejandro Caloguerea, gerente de la Cámara de Exhibidores (CAEM). "Se ha mantenido, sin aumentar. La gente va más al cine en los últimos 10 años por otras razones, entre ellas el aumento de multisalas", agrega.

El promedio de asistencia por habitante también ha subido en la última década: si en 2006 no se alcanzaba el nivel de una entrada por habitante al año (era de 0,64 por persona), en 2016 fue de una entrada y media (1,52).

Concentrados entre los días viernes y domingo, y con mayor presencia en los meses de vacaciones de invierno y de verano (julio, febrero y junio, en ese orden), los chilenos tienen una clara vocación de cine en familia. Por esa misma razón, los meses del año en que prefieren las salas son los mencionados y exactamente por aquello es que el tipo de cine preferido es, de lejos, la animación. Entre las cinco películas más populares de 2016, las tres primeras son de aquel género: La era de hielo: choque de mundos, Buscando a Dory, y La vida secreta de tus mascotas. En cuarto lugar quedó la chilena Sin filtro (con 1.290.926 espectadores) y luego la cinta de superhéroes Capitán América: Civil War (con 1.206.597).

El caso de La era de hielo

El primer lugar de 2016 lo alcanzó la mencionada La era de hielo: choque de mundos, un fenómeno en cierta medida local, pues en Estados Unidos se ubicó apenas en el puesto 49 entre las más vistas. La quinta parte de la saga de estos inquietos mamíferos prehistóricos es esencialmente la historia de cómo se las arreglan para enfrentar la inminente caída de un meteorito en la Tierra. Es, por consenso, el peor criticado de todos los eslabones de la franquicia, pero esas cosas tienen escasa importancia para el público chileno, más bien fiel a lo conocido. "La era de hielo es una franquicia ya establecida, de cierta manera es una apuesta segura", dice Andrés Cortés, gerente de marketing de Fox, la distribuidora de la saga en nuestro país. "Además, la animación es un género que en general funciona muy bien en Latinoamérica y en particular en Chile, donde el público es más bien familiar. Y eso pasa porque una película de estas características es algo así como un panorama para el grupo. En ese sentido el espectador de Chile tiene un comportamiento muy similar al de México. En cambio, en Argentina, creo que la sensibilidad se vuelca hacia un cine más adulto, donde El clan o Relatos salvajes sí pueden estar en el primer lugar de taquilla", afirma.

Cortés, además, agrega un dato peculiar que habría reforzado la masividad de la cinta: "Para Choque de dos mundos, hicimos un doblaje local, con conocidas figuras de la televisión (Tonka Tomicic, Martín Cárcamo, etc.), captando un público extra que tal vez va una vez al año al cine y que esta vez decidió ver esta película".

En un espectro donde la mitad de las 10 cintas más vistas en el año son animadas, el realizador nacional Nicolás López (Sin filtro) aventura la siguiente explicación: "El cine animado tiene la ventaja de llegar a los cuatro cuadrantes de público: espectadores sobre y bajo los 25 años, de ambos sexos. Si a una comedia van dos personas, a un largometraje animado van tres o cuatro. Es así de simple. No creo que haya una dictadura de la animación ni nada parecido. Se trata de un tipo de películas hechas para llegar a más público".

Sin filtro y las otras chilenas

Aunque 2016 no fue un año malo para el cine chileno (ese título es para el año 2014, cuando se estrenaron 40 cintas y fueron 586 mil personas a salas), sí hubo otra vez una gran brecha entre un hit y el resto de las propuestas. Ese éxito fue Sin filtro, de Nicolás López, y en el grupo que lo escoltó se ubicaron 17 filmes, entre ellos Neruda con 94.429 espectadores o Aquí no ha pasado nada con 12.801. Para tener una idea más clara, basta decir que de 1.738.336 personas que vieron cine local, 1.290.926 optó por Sin filtro.

La comedia protagonizada por Paz Bascuñán como una mujer que intempestivamente dice todo lo que se la pasa por la cabeza se estrenó en enero del año pasado y pudo hacerle frente a la muy temida Star Wars: el despertar de la fuerza. Es sin duda, un caso a estudiar y, según su director, hay pocas recetas que dar al respecto: "No hay fórmulas para esto. Puedo decir que intuía que le podía ir bien, pues apela a un público femenino al que sólo le ofrecen comedias románticas sobre si la chica se queda o no con un tipo. Sin filtro, en cambio, habla desde el punto de vista de una mujer que se enfrenta a los problemas cotidianos. Y, claro, tiene esta a fantasía de decir lo que uno piensa. A fin de cuentas, creo que a uno le va bien si es que hace las películas que le gustaría ver. Es lo que pasó con Sin filtro", asegura.