Cuando se habla de reconstrucción como oportunidad para mejores ciudades, hay que revisar lo hecho en el pasado. El Parque de las Esculturas en Providencia nació justamente de una catástrofe: las inundaciones del Mapocho de 1982. El desastre permitió levantar un área verde, con espacio para el arte en el paso de la columna vertebral urbana. Y la posterior construcción de la arteria vial (Costanera Norte) le dio una segunda chance para revitalizarse, con más metros cuadrados y la multiplicación de esculturas.

El parque ha demostrado ser una gran vitrina para espectadores (peatones y automovilistas) que no siempre entran en los espacios especializados. Sólo eso es un mérito. Se suma a esto la calidad de las obras que, mayoritariamente, son icónicas de destacados escultores chilenos del siglo XX. Y también el ser un proyecto dinámico en el tiempo, que suma ahora la nueva escultura de Lily Garafulic, Imagen Bicentenario.

Esta especie de torre en forma de pirámide de tres niveles y de mármol pulido, recuerda, por su lenguaje elemental y espacial, al arquitecto alemán Mies van der Rohe. La obra de Garafulic es una habitación en sí misma, contenida y expresiva, y ejemplo notable de la exploración de un mundo abstracto que ha explorado sin abandonar las referencias simbólicas. Se trata de una obra de mayor altura respecto de las que se exponen en la vecina sala de exposiciones del parque, donde comparte espacio con otros cuatro premios nacionales, mejor representados en sus obras públicas que en estas piezas de escala mediana. Esta exposición dura hasta el 22 de agosto, pero Imagen Bicentenario es permanente.

Si bien la instalación de arte en la ciudad no ha sido nunca garantía de nada, en este espacio la ecuación sí ha resultado positiva. Ahora, la nueva obra de Garafulic y la esperanza de encontrar expresiones cada vez más contemporáneas y arriesgadas, permiten asegurar su permanencia como referente.