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Crítica de cine: Rápido y furioso 5

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La saga Rápido y furioso, que viera la luz en 2001, se ha establecido como una sólida franquicia de acción y automovilismo. Y si bien las cinco películas hasta la fecha son bastante irregulares entre sí, hay que reconocer el mérito de siempre de entregar adrenalínicas persecuciones, chicas voluptuosas, acción a raudales y mucha, mucha testosterona.

Esta quinta parte sigue la senda de la cinta anterior (2009), trae nuevamente a la dupla protagonista (Vin Diesel y Paul Walker) y agrega interesantes elementos que refrescan la franquicia. Por un lado tenemos a Dwight "La Roca" Johnson, quien encarna a un divertido policía cabeza de músculo y, por otro, la atractiva locación de Río de Janeiro, donde se desarrolla la trama. Claramente, este Río no tiene nada que ver con la película animada.
La trama es lo de menos. Más bien, es una excusa que repite el modus operandi de las cintas anteriores -es decir, juntar a un equipo para realizar un gran golpe- para enfrentar a nuestros antihéroes con las fuerzas del lugar. En este caso, la muy corrupta policía de Río, sobornada por el villanesco Hernán Reyes (De Almeida).

El resto es lo que se espera de estas cintas. Mucha pelea mano a mano, diálogos muy machos, bólidos deportivos y persecuciones automovilísticas cercanas a la caricatura. En ese sentido, la secuencia de los héroes arrastrando una bóveda por las calles brasileñas debe ser de las mejores escenas de acción sobre cuatro ruedas del último tiempo. Pero quizás lo mejor de todo es que la película no se toma a sí misma en serio. Y eso se agradece.

Nuevamente de la mano del director taiwanés Justin Lin, Rápido y furioso 5 demuestra que aún le queda gasolina a la saga. Aunque no demasiada.

Rápido y Furioso 5
Dir.: Justin Lin. Con Vin Diesel y  Paul Walker. Acción. 125 min. EEUU, 2011. Todo espectador.

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