El acelerador LHC, la clave para el hallazgo de la nueva partícula
Denominado como el "experimento del siglo", el Gran Colisionador de Hadrones comenzó a funcionar a fines de 2008.

La Organización Europea para la Investigación Nuclear (Cern) es el laboratorio destinado al estudio de la física de partículas fundado en 1954, y en el que participan colaborativamente más de 20 estados miembros, más otros invitados.
Uno de sus proyectos más emblemáticos es el Gran Colisionador de Hadrones (LHC, por sus siglas en inglés), denominado como "el mayor experimento científico del siglo", en cuyo desarrollo trabajaron miles de científicos durante más de una década.
Este acelerador -que comenzó a funcionar en septiembre de 2008-, es una estructura circular de 27 kilómetros, equipado con grandes imanes superconductores. Se ubica en un túnel a una profundidad que oscila entre 50 y 120 metros y se divide en ocho sectores, seis de los cuales están enfriados a -271 grados.
Su objetivo final es recrear los instantes posteriores al Big Bang, para obtener así la información clave sobre la formación del Universo, buscando confirmar o rebatir la teoría del Modelo Estándar de la física, basada en el bosón de Higgs.
Todos los datos entregados por las colisiones es recogida y procesada por cuatro enormes detectores ATLAS, ALICE, LHCb y CMS que luego son distribuidos a 140 centros de cómputo en 33 países para ser analizados y estudiados, entre ellos, nuestro país.
RETRASOS Y LOGROS
El funcionamiento de este acelerador de partículas no ha estado exento de incidentes y anécdotas. Por ejemplo, antes de su lanzamiento diversos científicos señalaron que sentían temor que una vez comenzara a funcionar se produciría un agujero negro que podría virtualmente tragarse la Tierra, algo que en su momento fue rebatido enérgicamente por el Cern.
Al poco tiempo de comenzar su funcionamiento, sufrió una avería que lo mantuvo parado durante 14 meses por una fuga de helio líquido. Y luego, un trozo de pan -que dejó caer un pájaro-, provocó un cortocircuito y el calentamiento de dos sectores de la instalación.
Pero dejando de lado estos percances, todo el sistema ha estado sistemáticamente aumentando la energía con la que funciona, rompiendo varios récords. Cuando comenzó a funcionar, el Cern informó que 10 días desués de su puesta en marcha, la máquina logró acelerar protones a una potencia de 1,18 teraelectrovoltio (TeV), sobrepasando así la anterior marca de Tevatron, un acelerador que logró marcar 0,98 TeV en la ciudad de Chicago, en Estados Unidos.
Posteriormente, la máquina consiguió otro récord de 2,36 TeV, lo que ya permitió registrar numerosos datos procedentes de más de un millón de colisiones de partículas.
Tiempo después logró los 7 TeV (3,5 TeV por haz) y actualmente está funcionando a 8 TeV, algo jamás se había alcanzado en ningún otro experimento, aumentando la capacidad del colisionador de generar más partículas y de mayor tamaño.
Para explicar la importancia de este aumento de energía, Marco Aurelio Díaz, profesor de Física de la Universidad Católica y uno de los chilenos que ha participado en el experimento Atlas, ha señalado que "mientras más grande es la energía con que colisionan los protones, menor es la distancia de contacto que tienen, lo que aumenta la posibilidad de que se produzcan nuevas partículas con mayor masa, es decir más grandes", aumentando así las probabilidades de que los científicos den con la metafóricamente llamada "partícula de Dios".
Dentro de los próximos meses viene un período de receso hasta el año 2014 para que la máquina funcione a 14 TeV, su máxima capacidad.
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