Eladio revive en el desierto
El Museo Itinerante del Fútbol arribó a Copiapó y el círculo se cerró. El director de esta obra relata y escribe para La Tercera su reunión única con la familia del mítico volante del '62.

El viaje partió en Tierra Amarilla en 1934, pero en realidad se trata de un trayecto de color rojo, porque la historia de Eladio Rojas es de Selección, la del '62, la de un equipo que se convirtió en leyenda y que recién la generación de Medel, Bravo, Sánchez, Vidal y Aránguiz pudo emular y, según muchos, superar.
En la calle Santos Ossa de la ciudad de Copiapó aún se sienten los pasos largos del ex jugador fallecido en 1991 y que le dio a Chile el tercer lugar con un zapatazo de poesía justo en el último minuto del duelo frente a Yugoslavia.
Sus hermanos, sobrinos, cuñados, nietos, bisnietos y tataranietos intentan mantener viva la imagen del mejor jugador chileno de la copa Jules Rimet disputada en este país. La pelota va y viene en el cemento aún enlodado por el barro de las últimas tragedias de Atacama y el nombre de Eladio cruza de generación en generación como una lluvia que parece condenada a mojar cada rincón del seco paraje de la Tercera Región. La casa está llena de fotos del astro, al igual que un piano donde el ídolo de Everton estiraba sus dedos en tiempos de soledad y sosiego.
La Copa en sus manos
Los latidos se aceleran cuando la señora Ana Rojas, una de las tres hermanas de Eladio, ve aparecer el Bus Museo del Fútbol DirecTV que llegó a su villa para cumplir el gran sueño de la familia: tener en sus manos los trofeos de la Copa América y la Copa América Centenario (réplicas licenciadas) y demostrarle a Chile que el legado de los hombres del '62 también tuvo que ver con el actual logro de los bicampeones de América. Nadie puede quedar indiferente. Decenas de vecinos salen al encuentro del bus que en su interior también lleva material del Mundial de Chile.
El bullicio en el barrio Juan Godoy de Copiapó se asemeja al que ocurrió hace 54 años, la tarde del sábado 16 de junio de 1962 cuando Chile se quedó con el bronce mundialista. La señora Ana recuerda que el día de la hazaña en Santiago la gente se aglomeró en su casa copiapina para gritar "Eladio, Eladio", en una imagen que también es imborrable para Aurora, María, Ovidio, Ana, Raúl y Lorenzo, los seis hermanos vivos de los nueve que nacieron del matrimonio entre don Humberto y la señora María. "Todos gritaban, la gente llegó con banderas, con pañuelos y nosotros no podíamos más de la emoción", narra María Rojas.

Lámparas y velas
Eladio Rojas es pasado, presente y futuro en Copiapó y obviamente también en su natal Tierra Amarilla. Aunque no hay calles con su nombre ni estatuas ni galardones beneméritos, tiene el reconocimiento de la gente, el mayor de todos los premios. Lorenzo Rojas, cuenta que no hay día que los copiapinos no le recuerden el nombre del hermano y sus goles memorables frente a la URSS y Yugoslavia en el Mundial del '62.
Aurora Rojas dice que el nombre del estadio de Tierra Amarilla es el mínimo reconocimiento que necesitaba su hermano. "Eladio fue un caballero dentro y fuera de la cancha. Un hermano, padre y esposo ejemplar. Pero sobre todo era muy serio en todo lo que se proponía: yo creo que era un adelantado para su época", cuenta.
Tanto era el fervor por Eladio post Mundial que Ana revela un hecho que hasta el día de hoy se mantiene prendido en sus mentes: "Cuando volvió después del Mundial, el estadio de Copiapó se llenó para recibirlo y como el recinto no tenía luz, la gente lo recibió con antorchas de papel, velas y lámparas de mineros. Fue una cosa tremenda, majestuosa que nos hizo emocionarnos a todos hasta las lágrimas".
La muerte de Eladio, producto de un infarto, aún hunde a la familia Rojas en un profundo dolor que sin embargo se suple por el recuerdo infinito de un jugador que aunque no aparece en las oncenas ideales de Chile tiene un lugar de privilegio. Ovidio, su hermano, dice que era mejor que Eladio, pero que tuvo mala suerte en el fútbol. Y algunos vecinos hablan de Roberto, el mayor del clan, como el primer Niño Maravilla chileno. Pero la historia dice que es Eladio, el tercero de la familia Rojas, quien tomó más altura y llevó a Chile a una hazaña hasta hoy irrepetible.
El bus museo se va, buscando nuevas anécdotas, a los verdaderos hinchas del fútbol, aunque antes de seguir la ruta la familia Rojas quiere seguir aportando historia y trascendencia: los hermanos regalan al museo un banderín histórico de la justa chilena, con la cara pintada de todos los héroes. Tarea cumplida.
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