Pequeña prodigio
Javiera Miranda tiene tres años de experiencia arriba de las dos ruedas, fue invitada a la selección nacional y es la menor del plantel, ya sufrió una fractura y admira a Carlo de Gavardo. Y apenas tiene 10 años.

Con apenas 10 años, Javiera Miranda ya sabe lo que es una lesión grande. El domingo pasado sufrió una fractura de peroné mientras competía en la cuarta fecha del campeonato Hare Scramble en Casablanca. "Iba segunda, me tiraron al lado, me tocaron con una moto más grande y me pegó. En verdad fue una caída tonta", dice la niña.
De esa declaración hay un par de datos que rescatar sobre Miranda. Considerando que el motocross enduro nacional es escaso en mujeres, todas corren en una categoría sin importar la edad, por lo que la pequeña piloto iba sobre varias competidoras de mayor edad y mayor cilindrada de máquina.
No por nada Miranda es parte de la selección nacional de la disciplina, aunque con condiciones: "Me invitaron y me dieron un año para entrenar". Nada mal para la alumna de quinto básico del Colegio Pumahue de Curauma y que tiene tres años de experiencia arriba de las dos ruedas.
La historia entre Miranda y las motos es como si fuera de amor. "Estaba en una feria de autos y vi una Yamaha TTR de 50cc. Me subí y le dije a mi papá que la quería", recuerda Javiera. "Le dijimos que se la pidiera al Viejito Pascuero y él cumplió. El 25 de diciembre estaba en casa", añade su padre, Adams Miranda.
El nexo con las motos nace espontáneamente. La familia no es ligada a las tuercas, pero Javiera sí hace mucho deporte en el Pumahue. "Practico atletismo, me gustan el salto largo y el alto, hago bicicleta y en el verano hago bodyboard. Andaba también en scooter, pero me caí una vez y mi papá me lo prohibió", cuenta. De pasada, va el saludo a su establecimiento: "Me apoyan mucho en el colegio, me dan permisos y mis compañeras me dijeron que me quieren ver corriendo".
Suena extraña la prohibición del scooter, pero Adams lo justifica: "En las motos, si bien es un deporte peligroso, anda con protección, con casco, rodilleras, pecheras... Lo del domingo es un accidente que es parte del riesgo".
Javiera también lo entiende. "Esto es normal. Cuando comencé me caía siempre", asegura. Y en su filosofía no está la idea de detenerse por un hueso fracturado. "Tomo lo que dijo alguna vez Carlo de Gavardo, 'para tener éxito primero debes pasar por el doctor'", agrega. El dicho fue lo primero que posteó en su cuenta de Facebook.
El Cóndor de Huelquén es una de sus principales referencias. La otra es la española Laia Sanz, que se ha metido en los últimos años en la élite del motocross mundial. Y allá es donde está apuntando Miranda: "Quiero profesionalizarme y a los 18 irme a Estados Unidos porque allá hay más lugares donde competir".
Pero antes de eso hay que ganar espacio, que comenzó a hacerlo en 2013, cuando debutó en un Superkids en Santiago. "Estaba súper nerviosa antes de comenzar. Estaba acostumbrada a correr sola, por lo que dejaba a las demás pasarme con motos más grandes", relata. Hasta ahora esas diferencias se notan. Miranda corre con una TTR de 110cc, mientras que sus rivales lo hacen en 250. El costo de esa TTR sale prácticamente completo del bolsillo familiar, unos tres millones de pesos en comprar una de serie y refaccionarla para carreras.
Hay aporte también de la compañía del padre, Audio-Pro. "Ahí les gusta harto lo de las motos. El hijo del dueño, Jorge Díaz, también es piloto, corrió el Six Days hace un tiempo, estuvo en Estados Unidos y él le enseña cosas a mi hija para que corra mejor", explica.
Volvemos a las diferencias de cilindradas. ¿No es un problema? "Para nada", dice Adams. "Aunque haya adultas corriendo, la competencia es menos peligrosa que si lo hiciera con niños de su edad", agrega. "Quizá a ellas no les gusta que una niña les vaya ganando", complementa entre risas Javiera.
Así se fue haciendo lo bastante conocida para que la recibieran como invitada en la selección nacional de motocross, entre competidoras de mayor edad. "Hay una niña que tiene 13, pero yo soy la menor", detalla Javiera. La experiencia, hasta ahora, es positiva: "Me recibieron súper bien, me ayudan harto. Una de las que más me ayuda es Michelle Collyer. Ella me aconseja mucho".
Este mes de recuperación por el peroné detendrá brevemente ese tiempo de entrenamientos que le dieron en la selección de enduro, pero no su idea de terminar el año corriendo. "Estamos averiguando con algunos médicos la forma de que se recupere antes. Son 20 días con yeso, pero veremos si alcanza a llegar", dice Adams. "No quiero perderme la fecha final el 25 de octubre", añade Javiera. Su espíritu de competencia no se detendrá por una pierna rota. Como los grandes.
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