Histórico

Sebastián Ferrer: 'No llegué adonde estoy por ser rubio'

El estilista fue uno de los perjudicados por la salida del cauce del río Mapocho que afectó a una serie de calles y locales en Providencia, y los comentarios que trataron el asunto como ?un problema de gente cuica? lo sacaron casi tanto de quicio como los responsables de los daños.

El domingo, mientras Providencia se inundaba por la salida del río Mapocho, empezó a circular por las redes sociales un video en el que el conocido estilista Sebastián Ferrer, saco de arena al hombro, intentaba infructuosamente detener la entrada del agua a su local The Boss Hair, ubicado en Andrés Bello. Con humor, pero enojado, se quejaba contra los gobiernos en general, las concesiones y la Costanera Norte. Sus palabras rápidamente comenzaron a viralizarse y la televisión llegó a buscarlo para saber qué más tenía que decir.

Su peluquería, una de las tres que tiene en Santiago y en la que trabajan 19 personas, ya está limpia, pero permanecerá cerrada entre uno y tres meses, porque el edificio quedó clausurado, lo que según él significa que los cerca de 530 clientes que tiene al mes se quedarán sin lugar para peinarse.

Al principio se rió con los memes que decían “Chile ayuda a Providencia: se necesitan carteras Louis Vuitton y parkas North Face” o con el hashtag #JeSuisProvidencia. Pero cuando estaba sacando el barro, pasaron dos tipos y al verlo dijeron: “Qué bueno que ahora paguen los cuicos”. Ahí se le acabó el buen humor. “Me agreden diciendo eso”, asegura Ferrer, y cuenta que toda su vida le han hecho bullying por ser rubio.

 ¿Cómo era ese bullying?

Yo estaba en el Liceo 11 y me bajaron más de una vez de la micro para pegarme entre varios compañeros porque era el rubio del colegio. Me operaron de apendicitis en el Hospital Calvo Mackenna y las enfermeras hablaban de cómo los ricos les íbamos a quitar espacio a los pobres y ¡tenía 12 años! Yo les decía: señora, no tengo con qué pagar una clínica y por eso mi mamá me trae para acá. Nosotros íbamos a buscar leche Purita al consultorio de Las Condes.

¿Esa leche con grumos?

Sí pues, si no había más. Tengo la teoría que de a poco se ha ido instaurando un negocio en los políticos de generar estas grandes distancias entre las personas en vez de unirnos. Esto no lo generan ni Paulmann ni Luksic.

¿Quiénes y para qué?

La clase política, porque el negocio es que haya pobres. Después dicen que van a trabajar por ellos para ganarse el voto, o sea, sin pobres no hay negocio. Si yo fuera Estado, estaría educando al pobre para darle herramientas. Los chinos decían: no les des pescado, enséñales a pescar. Piensa que mi negocio está listo para operar teniendo el mismo problema que todos los demás, sin embargo, hay algunos locatarios que todavía están esperando que llegue la municipalidad a barrer. La municipalidad no tiene por qué barrer, tienes que hacerlo tú.

¿Somos flojos los chilenos?

Flojos. ¿Por qué nos llenamos de peruanos y colombianos? Porque ellos necesitan la pega, vienen con una sonrisa, están dispuestos y la gente acá quiere ser gerente, no otra cosa. Los cabros jóvenes no quieren trabajar. Vienen a pedirme trabajo y les digo que estamos desde las nueve de la mañana hasta las siete de la tarde, con dos horas para almorzar, y te dicen: “No, parece que es mucha pega”. Estudiantes que buscan pega part time y quieren tomarse vacaciones de invierno. Somos un país flojo. Y digo somos, aunque me considero todo lo contrario.

¿Quiénes se esfuerzan?

La gente a la que le va bien es porque se saca la cresta, no por otra cosa. Para ser peluquero tuve que trabajar y tuve la gran suerte de que la mamá de una polola me pagó los estudios. Yo era un pobre en Las Condes con pelo rubio.

¿Pero qué tan pobre? 

Mis papás quebraron, no teníamos un peso y no tenía qué comer. Almorzaba en las bandejitas azules de la Junaeb porotos con riendas y nos daban unos tazones de plástico de un barro con sabor a leche con chocolate. Lo cuento hoy día porque me río, pero eso era lo que había. Tenía un amigo en el colegio que se llamaba Luis Martínez y nos decían Starsky y Hutch, porque yo era el rubio y él, el oscuro. Pero en el fondo, la gente acá se conforma con estar un poquito mejor y no con subir un escalón. Yo he ayudado a gente a subir un escalón. Me ha ido la raja, pero he pagado lo que sé dándoles oportunidades a otros. Debe haber unas mil personas que han salido adelante a costa mía y que hoy son grandes profesionales. Que ustedes me vieran el otro día paleando o barriendo es lo que me tocó y es lo que he hecho toda mi vida.

Cara y sello

Cuando pasaron estas dos personas, ¿qué fue lo que más te agredió?

Que ellos creen que tienen derecho y no tienen más derechos que yo. En este país los gobiernos han hecho que la gente tenga derecho a todo, pero no obligaciones. Este es el país del derecho al pobre, pero no tiene derecho la clase media y yo, que estoy en un escalón más arriba, tampoco. Y para ellos somos los cuicos. Perdón, soy el que corre los riesgos, soy el que se va a ir preso si lo hago mal, soy el que va a tener problemas con el banco, al que le van a quitar la casa... A la gente de abajo no le quitan nada.

¿Pero la gente de abajo ve que los que más tienen no siempre cumplen sus obligaciones y no les pasa nada?

Pero estamos hablando de 10 personas. El otro día dije que la gente nos ve a todos como si fuéramos Paulmann y no lo somos. Yo soy el raspado del raspado de lo último que se está comiendo la hormiga de la olla de Paulmann. Todos los personajes como él, que son empresarios grandes y con mucho poder, le dan pega a un millón de personas, pero a los otros 16 millones les damos pega los emprendedores, que en un 99 por ciento somos honestos y pagamos nuestros impuestos. La mitad de la gente de acá va a tener que ir a pedir un crédito al banco para solucionar sus problemas. ¡Y te tratan de cuico! La diferencia es que como me veo de cierta forma estoy cagado. Siempre digo: tengo cara de UDI, pero jamás he sido de la UDI. Nunca.

¿De RN?

Es que yo sería como un socialista renovado nacional. Mira, yo soy muy amigo de Daniel Jadue, el alcalde de Recoleta, somos yuntas, casi como mi hermano, y él me dice: es que tienes una carcasa que te friega.

¿Lo crees?

Para estas cosas, absolutamente.

¿En verdad piensas que es un pecado ser rubio, como dijiste?

A veces ser rubio te genera muchas cosas buenas. En este país, todavía ser rubio y tener ojos claros te da pega. Es una tontera, pero sí te ayuda. Cuando va una niña a pedirte pega, ¿con quién te quedas: con la que es buenamoza o con la que sabe más?

Con la que sabe más…

Sííí, qué correcto lo que acabas de decir. En general, la gente se queda con la que tiene las pechugas más grandes. Y así funcionamos. Este país está a tope con el CVA: Cómo Voy Ahí. Nadie ayuda por ayudar, excepto la gente joven, los cabros de colegio que tienen una cosa social de corazón.

¿Cómo era ser el único rubio en el colegio?

Tenía cosas buenas y cosas malas. No quería ser rubio para ir al centro, porque te podían tratar mal. Por ser rubio siempre me han cobrado más en cualquier parte. A mí me encanta ir al Persa Biobío: “No poh, si tú tenís plata…”, te  dicen en la cara. Uno ya lo vive divertido. También es cierto que si voy a un restaurante y no hay mesa, igual siempre te dan una. En mi rubro soy lejos el más conocido, no necesariamente el mejor. Pero yo no recuerdo mi niñez en Las Condes como algo malo. Fue lo que me tocó vivir no más y por eso encuentro muy injusto que ahora haya gente que piense que lo que me he ganado no fue por mérito propio, que es porque uno es rubio. ¡No! Yo no llegué adonde estoy porque soy rubio, sino porque lo he hecho bien.

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