Opinión

16 de noviembre: día de la tolerancia

16 de noviembre: día de la tolerancia Luis Quinteros/Aton Chile LUIS QUINTEROS/ATON CHILE

El 16 de noviembre (o sea mañana) no sólo tenemos elecciones, sino, además, es el Día Internacional de La Tolerancia. Una coincidencia notable, en un país que ha ido avanzando hacia grados de intolerancia crecientes.

Es intolerancia tirar bombas molotov, son intolerantes las tomas violentas, la quema de maquinarias y de iglesias en el sur. Pero también es intolerancia llamar a los trabajadores del Estado “parásitos” o a los gobernantes “atorrantes”. Hace 50 años andábamos con aquellos de “momio ladrón, al paredón”, y “no hay mejor comunista que el que está muerto”. Y en Cuba, la URSS y sus satélites llevaron mucha gente al paredón, y en Chile tuvimos a muchos comunistas muertos. Y nada bueno salió de aquello. En cambio, la tolerancia y el respeto nos dieron los años de mayor progreso en nuestra historia.

La tolerancia es también respeto. Y sin tolerancia y respeto no hay democracia del modo que la entendemos (que ciertamente no es la de Cuba o la de Venezuela). Antes del avance de las libertades hacia fines del siglo XVIII en Europa, sólo había déspotas ilustrados. Los precios los fijaban los gremios interesados. La religión de los súbditos, era la del rey (cuius regio, eius religio), y en 1850 mi tatarabuelo tuvo que obtener un permiso especial del gran Duque de Hesse Darmstadt para emigrar a Chile. El muro de Berlín -cumplimos recientemente 36 años de su desaparición- fue una muestra tan visible de la falta de tolerancia y de respeto (como decían Les Luthiers: “tanto nos hicieron callar, que hasta el muro se cayó”).

La gran economista liberal Deirdre Nansen McCloskey define la democracia como “conversar, convencer, y nunca empujar”. Respeto y tolerancia siempre. Y esto no solo debe aplicarse en la política: también en lo personal. Hace unos días, un amigo reflexionando de la vida y de la muerte nos decía: “hay que partir livianito de esta vida: perdonando a quienes nos ofendieron”. Porque el perdón es también parte de la tolerancia; todos cometemos errores, unos pequeños, otros a veces tremendos. Pero no perdonarlos solo trae amargura, resentimiento e infelicidad. Por algo dentro del Padrenuestro repetimos “perdónanos nuestras deudas, como nosotros perdonamos a nuestros deudores”, y no se está hablando de plata, sino de cuitas personales.

A quienes nos ofendieron si no los logramos perdonar, tampoco los vamos a lograr respetar ni tolerar. Y el respeto y la tolerancia parten con el lenguaje: si este se descontrola, se pasa a la acción directa. Así Lenin hablaba de la burguesía como “chupasangres” y Goebbels trataba de “parásitos” a los judíos. Lo siguiente fue buscar el exterminio de ambos.

Mañana respetemos y toleremos a quienes piensan (o son) distintos de nosotros. Y perdonemos las ofensas anteriores: caminemos livianitos por la vida, como recomendaba mi amigo.

Por César Barros, economista

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