Opinión

Chile Vamos frente al espejo de la Concertación

Evelyn Matthei. Foto: Aton Chile.

En política, la identidad y la oportunidad suelen entrar en tensión. Lo vimos en la decisión de apoyar la candidatura presidencial de Jeannette Jara por parte de la DC, lo que ha abierto el debate sobre el futuro de ese partido, o más bien, de cuánto futuro es capaz de resistir esa contradicción. El episodio forma parte de una saga mayor: el declive de la Concertación, primero como coalición y luego como idea. Pero ahora el demonio del declive político visita a Chile Vamos y sus partidos. Su candidata presidencial lo ha admitido -dijo que lo peor que pueden hacer es imitar a la Concertación y dejarse arrasar- quizás como acto habilitante para redimirse de sus no tan lejanos guiños a la derecha más dura. La pregunta es si la posibilidad que alerta Matthei es cierta, si Chile Vamos puede precipitarse como sucedió con la DC y está sucediendo con los demás partidos que formaron la Concertación.

El declive político no se manifiesta en el mismo instante en que se origina. Por eso no es una locura pensar que Chile Vamos, pese a contar con dos de los partidos más grandes del país, pueda estar iniciando el proceso que advierte Matthei. Para indagar en esta posibilidad, debemos entender dónde radica el riesgo, qué escenarios podrían desencadenarlo. Un triunfo en la carrera presidencial -aún posible- disiparía este temor por un buen tiempo. Una derrota, incluso si Chile Vamos ganara un buen número de diputados y senadores, obligaría a esa coalición a tomar decisiones para las que no parece preparado. Esto es, fundamentalmente, estar o no dispuestos a entrar a un gobierno de Kast, si resultara ganador. Las coincidencias con la tragedia del Socialismo Democrático, que aceptó integrar el gobierno de quienes querían ser sus verdugos y hoy se ha vuelto irreconocible, tendrían por lo menos la apariencia de un presagio. Que este se cumpliera o no para la centroderecha dependería de sus convicciones, el eslabón más débil de su estructura.

El tránsito de RN y la UDI hacia el centro ha sido más guiado por las circunstancias que por las convicciones. Primero por la impronta de su principal figura, el Presidente Piñera (un hombre de la derecha que votó No en 1988) y luego por efecto de la relatividad, por la instalación de otro referente de derecha como Republicanos, fuerte y más nítido. El problema es que el partido de Kast resulta seductor para una buena parte de Chile Vamos, antes porque les recordó sus convicciones originales y hoy porque puede llevarlos al gobierno sin ganar la elección. Matthei posiblemente ve ahí la falla trágica, en que la frágil identidad centrista que han construido su sector ceda a la oportunidad de gobernar y de hacerlo con un programa decididamente conservador, llevando a Chile Vamos por el derrotero del Socialismo Democrático. Quizás, el endurecimiento de su postura hacia Kast no represente tanto un intento de mejorar sus posibilidades de triunfo como de negarse a ser quien no entendió a tiempo cuando llega el momento de las convicciones.

Por Rafael Sousa, socio en ICC Crisis, profesor de la Facultad de Comunicación y Letras UDP.

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