Columna de Gonzalo Cordero: Tres años
Desde la antigüedad, los seres humanos han visto propiedades mágicas en los números; así es como el tres se percibe con cualidades especiales: Pitágoras descubrió las leyes casi sobrenaturales de los ángulos en una figura de tres lados; Dios es uno y trino; las enumeraciones de tres elementos tienen el máximo impacto. Tal vez esto explique por qué el tercer aniversario de un acontecimiento despierta un interés especial.
Han pasado tres años desde aquel 18 de octubre en que la violencia se desató bajo lo que en ese momento se definió como un “estallido social”. Nuestra sociedad, agobiada por la desigualdad, los abusos y la lógica del mercado que nos habría privado de nuestra condición de ciudadanos para transformarnos en meros consumidores, reventó.
Esa fue la explicación que se tomó las pantallas de los matinales, donde reconocidos conductores justificaban y alentaban la violencia, columnistas dominicales celebraban alborozados el fin del modelo e interpretaban cada piedra y cada molotov a la luz de sus ideas preconcebidas. “Chile despertó”, nos dijeron en tono de sentencia doctoral, el experimento neoliberal había llegado a su fin, “las grandes alamedas” se abrirían por fin.
¿Qué ha pasado realmente? ¿Cuál es el balance a tres años del “estallido”? Partamos por decir que el núcleo de su proyecto era y es terminar con la Constitución, para ello se eligió una convención en que la extrema izquierda tuvo el poder total, sin contrapeso, y fracasó de manera estrepitosa: un 62 por ciento de los chilenos, en la votación con más participación de nuestra historia, rechazó su proyecto. Al día de hoy, ni siquiera tenemos acuerdo en el procedimiento para redactar un nuevo texto.
Una coalición del Frente Amplio y el PC llegaron al gobierno liderados por un joven dirigente; de hecho, el más joven Presidente de nuestra historia republicana. Un conocido video en redes sociales muestra a una señora que, exultante, dice: “Boric lo va a cambiar todo”, fiel reflejo de la expectativa que despertó en muchas personas el 18 de octubre. A seis meses de iniciada su gestión, cosechó en el plebiscito una derrota monumental, su popularidad está en los suelos, los principales ministerios están a cargo de dirigentes PS o PPD, y el único cambio consistente es el cambio de posición casi diario que exhiben las autoridades en todos los temas. Un conocido tuitero acuñó la frase: “más ocupado que ministro borrando tuits”.
Alguna vez tuve la ingenua idea de que mi generación vería a Chile ser el primer país de América Latina en llegar al desarrollo. A tres años del “estallido”, tengo claro que fue una ilusión frustrada una vez más. De hecho, perdimos la condición de país excepcional en la región y recuperarla nos podría costar otros treinta años; la inversión huye a diario y nuestro subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales se opone al TPP11, pero promueve un acuerdo de industrialización con Argentina y Bolivia.
Efectivamente, estos tres años han sido mágicos, pero de magia negra.
Por Gonzalo Cordero, abogado
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