Columna de Patricio Morales: Capítulo 4 del estallido: mordaza constitucional de los republicanos

Foto: Jesús Martínez, Agencia Uno.


Otro aniversario del estallido social de 2019 y aún permanecen abiertas las crisis de nuestra sociedad develadas ese octubre: las relaciones entre hombres y mujeres, padres e hijos, patrones y empleados, gobernantes y gobernados. Se inició una polarización que hace mucho no veíamos. La sociedad quedó enmarcada entre quienes ven a Chile en manos de delincuentes y terroristas, y quienes ven al país como un hábitat desigual, aplastado por poderes económicos y élites políticas, que aún teniendo un origen electoral, no representarían a la ciudadanía y serían una casta endógena que protege sus propios intereses y privilegios.

Los procesos electorales fueron muy desfavorables a los centros políticos. El primer proceso constitucional fue el primer aviso. La centroizquierda quedó sumergida bajo la ola de la Lista del Pueblo. Esa contundente mayoría circunstancial no dudó en aplastar cualquier minoría que tuviese por delante. El resultado plebiscitario ya es conocido. Este segundo proceso es similar al anterior. La ola del Partido Republicano ahogó electoralmente lo que conocíamos como centroderecha; y al parecer, será una asfixia cultural para Chile Vamos. Nuevamente una mayoría circunstancial termina generando un texto identitario, que no duda en construir un programa moral y reafirmar los cimientos de la arquitectura económica que bien conocemos. Establece en el mercado una preponderancia dañina en espacios sociales, lo que impide un sano equilibrio entre éste y el Estado.

La propuesta constitucional liderada por el Partido Republicano busca ser una mordaza moral y jurídica a ese Chile que despertó. Por mucho que la ciudadanía esté ensimismada por la delincuencia y el miedo económico de volver a la pobreza, los chilenos y chilenas dijeron basta al abuso y la poca dignidad que produce la ortodoxia neoliberal, ese fanatismo de mercado que desvirtuó el modelo de desarrollo de nuestro país, y fue un muro permanente a los intentos igualitarios de los gobiernos de la Concertación.

Lo más probable, según las principales encuestas de la plaza, es que este proceso se vuelva a rechazar. Es momento de que los centros políticos saquen la voz, y no caer en la resignación constitucional. Se debe desechar las propuestas identitarias del bien y el mal y reponer la argumentación racional, la que ha demostrado ser la única vía posible a los grandes acuerdos. La carga ideológica y valorativa deben ser el origen de nuestras convicciones políticas, pero no puede ser la totalidad de la acción política, de lo contrario seguiremos así, enfrentados entre los dignos y los infames.

Necesitamos una Constitución que se comprometa con la seguridad, que permita el crecimiento económico y asegure el desarrollo. Poner las crisis de abusos de poder debajo de la alfombra o insistir por un fanatismo de mercado, serán la explicación de la segunda derrota constitucional.

Por Patricio Morales, cientista político y ex presidente del Partido Liberal

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