Opinión

Condenados al subdesarrollo

Juan Gonzalez/Aton Chile JUAN GONZALEZ/ATON CHILE

Tengo la percepción que en los países desarrollados la gente maneja distinto. Evidentemente, es algo completamente subjetivo, las redes sociales también muestran casos de energúmenos en los países del primer mundo, pero mi experiencia personal es que la relación entre los conductores, por regla general, es de colaboración y buena fe en el respeto de las reglas. La interpretación primaria podría ser que gracias al desarrollo son civilizados, pero lo lógico es lo contrario, porque son civilizados es que alcanzaron el desarrollo.

¿Y qué es eso de ser “civilizado”? Fundamentalmente, es algo tan simple como vivir bajo ciertas normas comunes, que se respetan en forma natural por la inmensa mayoría de las personas, de manera que las conductas son predecibles. Esa predictibilidad genera confianza, de la que se derivan una cantidad enorme de consecuencias virtuosas. Un abogado diría que disminuye la conflictividad; un economista, que bajan los costos de transacción; y un empresario, que se genera un ambiente favorable para la inversión.

El gran encargado de generar ese orden normativo racional y de hacer que se cumpla, es el Estado. Esa función primaria es la que justifica y legitima su poder coercitivo, todo lo demás es secundario y viene por añadidura o, demasiadas veces, por exceso. Si las relaciones entre las personas se inspiran en un ideal de justicia, se genera verdadero sentido de comunidad, el ambiente donde florecen los atributos de la auténtica ciudadanía, indispensable para que exista un proyecto común.

La decisión de las autoridades en el sentido de resolver el problema de la toma de San Antonio mediante una expropiación va en el sentido exactamente contrario de lo que debe hacerse en una sociedad civilizada. Estamos frente a un Estado que premia el abuso, la utilización de la fuerza, la violación de la ley y, consecuentemente, del derecho ajeno. Se dice, para justificarlo, que se trata de miles de familias y que entre ellas hay situaciones sociales dramáticas, todo lo cual debe ser efectivo.

Como también lo es que entre los cientos de miles de personas que han seguido las reglas y que han confiado en el sistema también existen urgencias y dolores al menos equivalentes. Sin embargo, por apremiantes que sean sus necesidades, no han justificado por ello el uso de la fuerza para imponer una solución en su favor.

Esas personas, las que no se saltan las reglas, hoy tienen todo el derecho a considerarse ingenuos, incapaces de hacer lo que deberían haber hecho por sus familias y por ellos mismos. Así, en lugar de tener un Estado que promueve y premia la ciudadanía, tenemos uno que incentiva la anomia y que muestra al ventajista como el modelo a seguir. Al final, resulta paradojal que sea un gobierno de izquierda el que nos muestra que, para avanzar, todo vale. El personaje principal del “Lobo de Wall Street” como modelo.

El mensaje es claro: gire en doble fila, tómese el terreno, instale una barricada y lo escucharán. Estamos condenados al subdesarrollo.

Por Gonzalo Cordero, abogado.

Más sobre:MegatomaSan AntonioReglas

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Plan digital + LT Beneficios por 3 meses

Infórmate para la segunda vuelta y usa tus beneficios 🗳️$3.990/mes SUSCRÍBETE