
De eutanasia y otros horrores

Durante el siglo XVIII se inició un esfuerzo extraordinario por descubrir en los fenómenos naturales reglas de valor universal. Ocurrió en física, química, astronomía, economía y sociología política, elevando a Newton, Lavoiser, Kepler, Dalton, Malthus, Spencer, Hegel entre muchos, a una justa fama. En relación con la vida y biología, destacan Lamarck y Erasmus Darwin (el abuelo), describiendo la mutabilidad y evolución de las especies, Mendel y sus experimentos sobre herencia, y Charles Darwin, fuertemente influido por su abuelo y Malthus, que describe el mecanismo de la evolución natural como el resultado de la lucha permanente de los seres por el sustento y la reproducción. El darwinismo deriva rápidamente en “Darwinismo social”, gracias a Francis Gal-ton, que funda la escuela eugenésica, como aquella disciplina encargada de “mejorar la raza” mediante selección artificial. Es decir, propone una acción efectiva, ya sea negativa (eliminar a los débiles) o positiva (favorecer la reproducción de los mejores, es decir, los representantes del Imperio Británico). La sociobiología de Galton produce la fundación de agencias efectivas, alcanzando lugares tan lejanos como Chile, bien descrito en el reciente libro del Profesor Marcelo Sánchez, de la U. de Chile, “Defender la raza, una historia de la Eugenesia en Chile”.
Los movimientos eugenésicos más fuertes del siglo XX se producen en Reino Unido, Estados Unidos, Alemania y Francia. En este último país con un fuerte acento en la eugenesia positiva, acentuando la crianza, educación, puericultura y nutrición, probablemente por el acento lamarckiano que relativiza el determinismo genético presente en los otros países.
La ola eugenésica sufre una crisis severa por su desarrollo en la Alemania nazi; primero con las Leyes de Nuremberg y luego con el Decreto de Eutanasia, una orden secreta emitida por Adolf Hitler, que autorizaba a médicos y funcionarios a seleccionar y asesinar sistemáticamente a personas con discapacidades físicas, enfermedades mentales o trastornos neurológicos consideradas “indignas de vivir”.
¿Significó esta crisis que la razón eugenésica desapareciera? El “No” es evidente. A través de políticas y agentes generosamente financiados, los instrumentos de la eugenesia negativa siguen actuando vigorosamente. Se trata ahora de que desde la perspectiva de una supuesta libertad, los instrumentos esenciales de esterilización (permanente o intermitente), aborto, y muerte estimulada a quienes parecen una carga, sigan actuando. Es imposible no ver en la tragedia demográfica de Chile los efectos de estas políticas, que, en lugar de promover radicalmente la educación de los más pequeños, el combate a la pobreza, se prefiera no generar las condiciones objetivas que favorezcan la elección por los niños. Asimismo, en lugar de educar para que quienes sufren enfermedades terminales definan por ellos mismos, como señala la ley, los límites de los cuidados que aceptan recibir.
Hoy, como un gesto electoral en favor de determinada agenda, se pone urgencia a leyes eugenésicas. ¡Debemos decir que no!
Por Jaime Mañalich, médico
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