Por Francisco MartínezI+D, tan ausente como urgente

Las candidaturas presidenciales coinciden en la necesidad de crecer aumentando la inversión, pero ignoran la relevancia de invertir en investigación y desarrollo (I+D) para un avance sostenible. Las cifras en este tema son elocuentes: Chile invirtió 0,41% del PIB en 2023, mientras que el promedio de la OCDE es de 2,7% y el de la UE es 2,13%; en tanto, algunos países superan el 4% (Corea del Sur) y el 6% (Israel). Además, en Chile la principal brecha está en la inversión privada en I+D. Nuestro país ha aumentado el porcentaje en los últimos años (0,02% respecto del 2022), pero a este ritmo, recién en 2053 llegaríamos al 1% del PIB. Un siglo para alcanzar el nivel promedio de la OCDE.
Con estas cifras, pensar en un crecimiento económico con apellido “sostenible” resulta francamente ilusorio. El factor común en la sostenibilidad económica de los países más desarrollados —y los que están en franca vía al desarrollo— es que se sustentan en un sistema vigoroso de creación e innovación tecnológica. Este factor resulta especialmente relevante en este siglo de la innovación, donde el cambio tecnológico induce una aceleración no solo en la economía, sino en todos los ámbitos de la vida. De no sumarnos a esta transformación, corremos el riesgo de que la brecha respecto a los países que invierten más en I+D se incremente sistemáticamente.
Por otra parte, Chile tiene una oportunidad que lo favorece: la coexistencia del cambio tecnológico y el cambio climático. Esta situación requiere producir grandes cantidades de energía limpia (solar, eólica, mareomotriz, etc.), tierras raras, litio y cobre, que son recursos excepcionalmente abundantes en nuestro país y demandados en crecientes cantidades por el resto del mundo. Su producción, que enfrenta los reconocidos retos de corto plazo asociados a la gestión burocrática, no está exenta de importantes desafíos técnicos, sociales y ambientales que requieren invertir en I+D para abordarlos, y así cumplir con la sostenibilidad requerida. El país también cuenta con profesionales de buen nivel, aunque se requiere más especialistas y cuerpo técnico en nuevas tecnologías.
Un plan estratégico de desarrollo sostenible es hoy posible si está anclado en las oportunidades que se nos ofrecen y la conciencia de los acelerados cambios tecnológicos y climáticos en curso. Pero este debe ser un plan nacional, del Estado de Chile, que logre aunar esfuerzos sistemáticos, público y privado, sin depender del gobierno de turno, lo cual requiere de una institucionalidad diseñada para objetivos estratégicos. Es un plan urgente; postergarlo es aumentar la brecha tecnológica. Por tanto, si queremos crecer en forma sostenible, el aumento en la inversión de I+D debería ser un punto fundamental en el discurso presidencial de cualquiera que sea el candidato o candidata que quiera asumir el liderazgo de nuestro país.
Por Francisco Martínez Concha, decano Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, Universidad de Chile
COMENTARIOS
Para comentar este artículo debes ser suscriptor.
Lo Último
Lo más leído
1.
3.
4.

















