Opinión

Jorge Elton. La cristalización de la naturaleza

Escribo esta columna desde la obra más famosa del arquitecto Jorge Elton Álamos (1914-2004): el Hotel Antumalal de Pucón. Esta semana se están celebrando los 75 años de uno de los hoteles más antiguos, más hermosos y mejor integrados al paisaje de Chile.

Obra seminal de Jorge Elton, el festejo de los 75 años del Antumalal coincide con el lanzamiento del libro sobre este arquitecto. No es casualidad.

La familia Pollak, dueños desde siempre del hotel, fueron protagonistas activos en el trabajo de este monumental esfuerzo de investigación liderado por el arquitecto Cristóbal Molina, con la colaboración de sus colegas Juan Luis Martínez Nahuel y Diego Elton Pérez. En más de 400 páginas, el libro, que demoró cinco años en su realización, permite conocer la densidad profesional de Elton, un hombre que desarrolló un sistema de construcción prefabricada que permitió levantar miles de viviendas, un visionario que fue capaz de darle identidad urbana a uno de los balnearios más destacados de la zona central y quien, además, se involucró en reformas académicas, hizo clases por una década, se convirtió en un experto en botánica, voló planeadores, fue jurado de importantes concursos de arquitectura en Chile, pintó acuarelas y se adelantó décadas al desarrollo de proyectos con conciencia ecológica.

El libro Jorge Elton. La cristalización de la naturaleza (Ediciones ARQ), permite, por fin, conocer a este gran profesional de la arquitectura que nunca se interesó en difundir su obra, y quien tampoco dejó un archivo listo para convertir en libro. Todo lo contrario.

El trabajo de Cristóbal Molina fue arduo, extenso en el tiempo, casi obsesivo. Más aún cuando se trata de un hombre cuya arquitectura, “con su precisión y elegancia características, carece de espectacularidad”, explica en el prólogo el Premio Nacional de Arquitectura, Fernando Pérez Oyarzún, quien agrega que “esta es una de sus virtudes más destacables. Se ha mencionado en más de una oportunidad que en Chile hay arquitectos y obras de arquitectura de gran calidad más bien como hitos excepcionales que como norma en la construcción de ciudades y paisajes. En el caso de Elton se diría lo contrario. Su arquitectura se integra con naturalidad al contexto urbano y natural, aportándole calidad como conjunto. Su valor es, de algún modo, secreto y se revela en la sensibilidad y perfección con que está hecha”.

Autor, además del Antumalal, del Club de Yates de Higuerillas, del Seminario Conciliar de Ancud, de Puerto Pinar en Villarrica, de la Caja de Crédito Popular en Curicó y de la Escuela Granja de San Joaquín, Elton desarrolló más de mil casas, entre fabricadas y fabricadas. Y es el autor intelectual de Cachagua. Fue quien tuvo la visión de proyectar la identidad característica de ese balneario, donde además levantó diversas construcciones de rollizos de madera y sobrecubiertas de coirón. Una de ellas, la suya, pues fue uno de los primeros propietarios de una casa en Cachagua, además de realizar el desarrollo de Las Cujas.

Una característica importante de Jorge Elton es que, desde el inicio de su práctica profesional en 1940, decidió diseñar y administrar la ejecución constructiva de sus proyectos, asumiendo el doble de arquitecto y constructor. Luego de asociarse en 1948 con el ingeniero Joaquín Gandarillas Salas, ambos parten uno de los primeros emprendimientos en Chile en torno a la prefabricación de casas. Trabajan con el sistema Isolita de fabricación, basado en estructuras de madera y paneles de hormigón liviano, que era una adaptación chilena del método suizo Durisol. Hoy, ese método se conoce en nuestro país con el nombre de su cocreador: las casas Elton.

En la misma época, y junto a otros grandes de la arquitectura, sus amigos Sergio Larraín García-Moreno, Emilio Duhart, Alberto Piwonka, Mario Pérez de Arce, Alberto Cruz y Jorge Costabal, materializan la reforma en la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, la misma donde Elton enseñó entre 19547 y 1957 el curso “Materiales de Construcción”.

Desde 1964, en dupla con Carlos Prieto Correa, formaron la sociedad Elton Prieto Arquitectos, que duró hasta su muerte en 2004 e hicieron de todo: prefabricación de viviendas, arquitectura industrial y corporativa, edificios de vivienda y oficinas, bajo distintos sistemas constructivos.

En paralelo, Elton fue durante más de dos décadas director de Obras Municipales de Zapallar, se convirtió en presidente del Club de Jardines de Chile, le tocó ser jurado del controvertido concurso de anteproyectos para el nuevo edificio de la Escuela de Medicina de la U. de Chile en 1950 (que ganó Juan Martínez Gutiérrez), viajó, pintó, navegó y formó una familia.

Y, tal como escribe Cristóbal Molina, “hace más de setenta años, cuando aún no existía la conciencia ecológica de nuestros tiempos ni la protección actual de ciertas especies, (Elton) experimentaba creativamente inventando soluciones con materiales de las zonas donde construía, como tallos de chagual o lonjas de araucaria para revestir muros. También utilizaba coirones o juncos para las techumbres. Incluso, según cuentan sus cercanos, cultivaba cebada de una temporada a otra para para obtener paja de trigo e incorporarla como sobrecubierta en sus construcciones”.

Por Rodrigo Guendelman, conductor de Santiago Adicto de Radio Duna.

Más sobre:Santiago AdictoLT SábadoJorge EltonArquitecturaCachaguaRodrigo GuendelmanAntumalalLa cristalización de la naturaleza

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Plan digital + LT Beneficios por 3 meses

Infórmate para la segunda vuelta y usa tus beneficios 🗳️$3.990/mes SUSCRÍBETE