Por Camilo FeresKast más allá de la emergencia

En pocos días se define quién ganará la segunda vuelta presidencial y aunque nunca es bueno comerse la torta antes de cantar el cumpleaños feliz, lo cierto es que en los pasillos de la política son muy pocos los que aún guardan esperanzas de una sorpresa que revierta el escenario ya instalado como el más probable: un triunfo de los Republicanos.
Así las cosas, ahí donde se mire, basta correr el delgado velo de la ecuanimidad de los preparativos para un escenario incierto y la conversación se vuelca de inmediato hacia cómo serán los primeros 100 días de Kast; quiénes integrarán su gabinete; quiénes su núcleo duro y cuánto resistirá el diseño de un “gobierno de emergencia” una vez asumidos el nuevo gobierno y el Congreso.
Para ser justos, la ansiedad por clarificar esas preguntas en el caso de un gobierno de Kast tiene asidero no solo en la mayor probabilidad que éste tiene de ganar el domingo, sino también porque es en el espacio de la derecha en el que esas dudas cobran sentido. Al frente, el proceso de desafío y rebajare de liderazgos y hegemonías ya se produjo y es lo que finalmente terminó por configurar la alianza que hoy gobierna; la coalición que sustenta la candidatura oficialista y el pacto con el que ésta compitió (con pequeños descuelgues) en las parlamentarias.
En esta materia, la centroizquierda viene del futuro y la derecha, en cambio, es una herida abierta: tres candidatos del sector compitieron en primera vuelta y cada uno tiene una posición en el Parlamento; en base a alianzas o coalición tienen posibilidades de configurar una posición robusta en el Congreso, pero no una mayoría autónoma y a ello se le suma el factor Parisi-PDG que es la variable de ajuste más difícil de estimar a priori.
Condimenta el cuadro el ethos sectario del círculo de poder republicano, en el que conviven distintas generaciones, pero cuya trayectoria parece tallada en piedra: Derecho UC-Gremialismo-UDI-Republicanos. Con un anillo férreo que integran quienes fueron, además, compañeros de generación y que ejercieron también juntos como diputados (el propio Kast; Paya, Álvarez, Cubillos, entre otros).
De cuán permeable sea ese homogéneo núcleo de poder y de cómo calibren las dosis de sumisión y colaboración que le exijan a la derecha que una vez integraron y que hoy vienen a reemplazar, dependerá en nivel de cohesión y gobernanza que logre ofrecer el hipotético futuro gobierno de Kast. Hasta ahora y aún cuando han debido pedir el voto de todos quienes quedaron en el camino, esos anillos de poder parecen no haberse modificado y, cuando se les ha consultado, la palabra coalición no logra salir de sus labios.
Al observar la experiencia del Consejo Constitucional, que es la más alta responsabilidad política que le ha tocado a los Republicanos ejerciendo una mayoría, tampoco encontramos luces que permitan predecir una predisposición a la apertura, la integración y la colaboración. Pero ese dicho de que otra cosa es con guitarra aplica no solo para ser usado como crítica sino también como beneficio para la duda. Una duda que comenzará a despejarse el domingo, poco antes de que se esconda el sol.
Por Camilo Feres, director de Asuntos Políticos y Sociales de Azerta
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