La cumbre de Moreno

alfredo moreno
El ministro de Desarrollo Social, Alfredo Moreno.


Hechos sorprendentes están ocurriendo en La Araucanía. El mismo día que un acuerdo permitía salir temporalmente de la cárcel al machi Celestino Córdova, el general de Carabineros Gonzalo Blu era notificado de su entrada a prisión en el contexto de la Operación Huracán, un montaje ocurrido en 2017 para culpar a comuneros mapuches de terrorismo.

Carl Jung llamaría a esto "sincronicidad".

Es que ambos sucesos, en la superficie, no tienen relación. Pero, su coincidencia adquiere un sentido que supera el de cada uno considerado en forma separada. El crimen por el cual fue condenado el machi Celestino, la muerte del matrimonio Luchsinger McKay, se cometió en el año 2013. La Operación Huracán, de Blu, se refiere a hechos ocurridos durante 2017. Nada que ver una cosa con otra. ¿O sí?

El mismo Jung nos advertiría que el sentido a menudo no está en las relaciones causa-efecto, las que pueden no existir o no ser lo más relevante, sino en el más profundo significado que emerge de la concurrencia de acontecimientos en el tiempo.

El día antes, se habían reunido el hijo de las victimas de Córdova, Jorge Luchsinger, con el lonco Aniceto Norín condenado en 2003, durante el gobierno de Lagos, por "amenaza terrorista"; hablaron de algo asombroso: su común situación de víctimas. Todo, con la presencia del ministro Alfredo Moreno. Y por si todo esto no fuera suficiente sincronía, un grupo de dirigentes mapuches dirige una carta al mismo ministro celebrando el permiso a Córdova como "un hito inédito en el reconocimiento de la salud y religión mapuche".

Es cierto, en La Araucanía siguen ocurriendo ataques y el intimidante Comando Jungla ha sentado pie por esos lares. Pero, por primera vez en mucho tiempo, vemos a personas afectadas mirándose a los ojos y, lo verdaderamente nuevo, reconociéndose como partes de una misma herida social donde es difícil distinguir a víctimas de victimarios.

Hay esfuerzo detrás de lo que empieza a insinuarse, generosidad, renuncia. Un sector importante de las comunidades mapuches parece de pronto empeñado en crear puentes. Son de ambos lados, incluso algunos directamente dañados como Luchsinger y Norín. Detrás de todo, se reconoce el inconfundible estilo de Alfredo Moreno, factor clave que ha permitido aglutinar y hacer surgir un inédito espíritu de cooperación, que sin duda existía, pero estaba sepultado por el enfrentamiento, la descalificación mutua y políticas públicas basadas en visiones muy erróneas.

Nada puede asegurar que el conflicto no continúe. Pero al menos, un nuevo aire ha empezado a soplar que permite abrigar esperanza allí donde el pesimismo parecía haberse instalado.

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