Los desafíos del Ministerio de Ciudad y Vivienda

Vistas Santiago


Generalmente se critica la tardanza de la política pública para adaptarse a los nuevos desafíos y, a veces, la poca continuidad de las iniciativas entre los gobiernos de turno. Sin embargo, y a pesar de la mitología instalada sobre la política de vivienda social, es precisamente en este ámbito donde más hemos avanzado en los últimos años. Aun así, los desafíos son gigantescos.

La continuidad de los últimos tres gobiernos en la implementación de la Política Nacional de Desarrollo Urbano, a través del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano, es un gran ejemplo de ello. Otro, lo constituye el cambio de enfoque de la política de vivienda social, dejando atrás los bloques rojos en proyectos de alta densidad y localizados en la periferia, que fueron una respuesta al déficit habitacional de los noventa.

El anuncio del Presidente Piñera y del Ministro Monckeberg sobre el cambio de nombre del Ministerio y la ley de integración social es otro hito del cambio de enfoque sobre nuestras ciudades. Por mucho tiempo el Ministerio construyó miles de viviendas sin darse cuenta que en realidad construía ciudad, lo cual acentuaba la brecha de ingresos de la población, evidenciando, además, las inequidades urbanas en materia de acceso a servicios y equipamiento.

Al fin nos damos cuenta que las ciudades pueden ser un vehículo para disminuir la desigualdad de ingreso y las inequidades, en una política que debe mirar hacia el futuro construyendo ciudades más integradas, pero también llevando la "ciudad" hacia los conjuntos de vivienda que el propio Ministerio construyó en décadas pasadas.

Es por esto que el cambio de nombre, para no quedarse en eso, debe ir de la mano con una transición en el foco de las intervenciones del Ministerio, fortaleciendo su área urbana en términos de recursos humanos y presupuesto y redefiniendo el papel de los gobiernos regionales, locales y los serviu. Podríamos ir, incluso, más allá y en el futuro cambiar nuevamente el nombre de la cartera por el de "Ministerio de las Ciudades", aglutinando otras atribuciones en materia de transporte y medio ambiente para tener políticas urbanas más integradas.

Por esto, es necesario que esta iniciativa se transforme en una decisión política. Debemos entender que la planificación urbana es una práctica política, ya que involucra comprometer recursos, sobreponer intereses comunes por sobre los particulares y tener una visión de largo plazo. Por esto, las señales entregadas son potentes en términos de marcar cuáles serán las prioridades del Estado para enfrentar estos nuevos desafíos en materia urbana.

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