Opinión

Modernización o desinformación

CLODAGH KILCOYNE

SEÑOR DIRECTOR:

Esta semana, el presidente del Servel, Andrés Tagle, indicó que, a su juicio, para el plebiscito a desarrollarse hoy ha habido menos fake news o información falsa a través de redes sociales, lo que choca con varias críticas realizadas respecto a una campaña plagada de “mentiras de lado y lado”.

Para ambos plebiscitos, en la regulación especial que se hizo en la Constitución actual, se estableció un rol especial del ente electoral en el control y transparencia de la propaganda digital y a través de redes sociales, clave en el combate a la desinformación, fenómeno que se ha visto agudizado con la masividad de las redes sociales y mensajería instantánea -como WhatsApp-, afectando de modo particular los procesos electorales en el mundo (basta recordar el caso de Cambridge Analytics).

En línea con lo anterior, las propias grandes plataformas tecnológicas han ido adoptando sus políticas en la materia. Desde Meta (anteriormente conocida como Facebook Inc.), que tiene una suerte de biblioteca digital para acceder a la información que esta red considera como política -una definición más amplia que la de nuestra ley- hasta el caso de TikTok, que prohíbe toda publicidad electoral, aunque en la práctica esta plataforma es muy utilizada para estos propósitos.

En nuestro país, en los últimos años hemos avanzado notablemente en transparencia en los procesos electorales: nadie pone en duda los resultados que son rápidamente comunicados a la ciudadanía; contamos con más información sobre el financiamiento electoral e información clave de las candidaturas -como sus declaraciones de intereses y patrimonio-, pero en materia de propaganda digital y por redes sociales aún tenemos desafíos relevantes.

Así, es clave modernizar nuestra institucionalidad para hacer frente a los desafíos de las campañas en el siglo XXI, equiparando lo que se pueda con las campañas análogas -como el voluntariado y el rol de influencers, pero considerando aquellas especificidades propias, como el posible uso de bots, campañas de desinformación o desprestigio, que no es lo mismo que información sesgada u opiniones e interpretaciones personales-, el uso de plataformas no radicadas en Chile y campañas desde el extranjero, entre muchos otros desafíos.

La confianza en las elecciones no solo se da por un rápido e impecable desarrollo de estas y sus resultados, sino en todos los aspectos que las anteceden, y combatir la desinformación es clave para fomentar un real voto informado.

María Jaraquemada

Directora ejecutiva de Chile Transparente

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