Opinión

Navidad

Navidad REUTERS/Ajeng Dinar Ulfiana Ajeng Dinar Ulfiana

Hace ya más de dos mil años, cuando José y María se trasladaban desde Nazareth para inscribirse en el censo dispuesto por el emperador, y estando en Belén, a María “le llegó el día en que debía tener a su hijo. Y dio a luz su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en una pesebrera, porque no había lugar para ellos en la sala común. En la región había pastores que vivían en el campo y que por la noche se turnaban para cuidar sus rebaños. El ángel del señor se les apareció y los rodeó de claridad la gloria del Señor y fueron presa del temor. Pero el ángel les dijo: ‘no teman, porque yo vengo a comunicarles una buena nueva que será motivo de mucha alegaría para todo el pueblo. Hoy ha nacido para ustedes en la ciudad de David un Salvador que es Cristo Señor. En esto lo reconocerán: hallarán a un niño recién nacido, envuelto en pañales y acostado en una pesebrera’. De pronto una multitud de seres celestiales aparecieron en torno al ángel y cantaban a Dios: ‘Gloria a Dios en lo más alto del cielo, y en la tierra , gracia y paz a los hombres’”

De esta manera, el evangelista Lucas narra el nacimiento de Jesús que es lo que celebramos cada 25 de diciembre como el día de Navidad o de la Natividad del Señor.

De este relato impresionan vivamente las circunstancias la pobreza, la sencillez y la humildad en que se produce el nacimiento, de quién los profetas ya habían anunciado con el nombre de Enmanuel, que significa Dios con nosotros. José y María tuvieron que dirigirse a una pesebrera, ya que no había lugar para ellos en la ciudad. Y así el hijo de Dios nace en el lugar donde se cobijan los animales, compartiendo su suerte con los más pobres de los pobres. Los primeros que lo visitan son unos pastores, lo que enfatiza la sencillez y la humildad de esa primera visita y los ángeles que les transmiten esta buena nueva elevan un mensaje de gloria a Dios y de profunda paz a toda la humanidad.

Estos mensajes de sencillez, humildad y paz no son privativos del mundo cristiano, sino que se extienden a toda la humanidad, a todas las personas de buena voluntad.

Hoy, por desgracia presenciamos en el mundo cómo abundan en distintas latitudes las ambiciones desmedidas de poder que se traducen incluso en el uso ilegítimo de la fuerza o de su amenaza para someter a otras naciones y violar masiva y sistemáticamente los derechos humanos de sus habitantes, demostrando un desprecio supremo por la dignidad de los seres humanos. También observamos como ciertos líderes en distintas naciones se glorifican a sí mismos y desprecian a sus oponentes, utilizando un lenguaje sumamente descalificador. También la falta de diálogo y la descalificación la hemos podido observar en nuestro propio país en el debate acerca de los asuntos públicos.

Esperamos que el mensaje de desprendimiento, sencillez, humildad y paz provenientes del sentido más genuino de la Navidad inunden nuestros corazones en estas fechas para promover la paz y los acuerdos en nuestro país y en el mundo.

Por Soledad Alvear, abogada

Más sobre:NavidadJesús

COMENTARIOS

Para comentar este artículo debes ser suscriptor.

Lo más leído

Plan digital + LT Beneficios por 3 meses

Navidad con buen periodismo, descuentos y experiencias🎄$3.990/mes SUSCRÍBETE