Por Louis de GrangeNo en mi Vitacura

Curiosa paradoja es lo que recientemente pudimos presenciar tras la invalidación del Informe de Mitigación del Impacto Vial (IMIV) del proyecto para la construcción de un centro comercial en Vitacura. Como se sabe, la decisión de la Seremi de Transportes -amparada en razones ajenas al marco regulatorio, y que solo hace unos meses se había pronunciado de manera contraria- terminó por ceder ante presiones más subjetivas que técnicas, empujadas por el municipio y algunos vecinos provistos de innegable poder.
Con ello, tristemente se desfiguró una serie de herramientas que precisamente otorgan orden y simetría al desarrollo territorial y, de paso, se propinó una nueva estocada a la otrora elogiada asociación público-privada.
Frente a antecedentes como este, podríamos sospechar que lo ocurrido con el hoy extinto proyecto de mall tendría asidero por constituirse como eslabón de un engranaje municipal encabezado por la alcaldesa Camila Merino para combatir la saturación vial. Sin embargo, resulta triste, contradictorio y paradójico, comprobar lo contrario: uno de los argumentos de la alcaldesa Merino al explicar su respaldo a la invalidación del IMIV apuntó a que el proyecto no logró contribuir satisfactoriamente a mitigar el déficit de infraestructura en la comuna.
Sin embargo, la autoridad local pasó por alto un dato: uno de los instrumentos más potentes para estos fines lo constituye el Plan de Inversiones en Infraestructura de Movilidad y Espacio Público (PIIMEP) que el municipio puso recientemente en conocimiento de sus vecinos. Dicha herramienta se ampara en la Ley 20.958, que establece un sistema para que los proyectos inmobiliarios contribuyan con aportes al espacio público para financiar infraestructura de movilidad que enfrente la “deuda histórica” de las ciudades.
En ese mismo espíritu, se podría esperar que el PIIMEP de Vitacura constituya un poderoso y sólido programa de grandes obras provisto de puentes, ensanches, pasarelas, semaforización y ciclovías continuas, entre otras relevantes inversiones que contribuyan a mejorar el día a día de los vecinos. No obstante, el instrumento elaborado por el Municipio de Vitacura evadió nuevamente dicha responsabilidad al estructurar un PIIMEP repleto de iniciativas de dudosa incidencia territorial y más bien cosméticas, con ciclovías barriales (con menos de dos kms. de longitud), pequeñas áreas verdes y algunas zonas 30 sectoriales, todas de indudable menor impacto y que, incluso, pueden deteriorar aún más el nivel de congestión local.
Finalmente, es relevante recordar que el caso Cenco Malls no es único en Vitacura. En su territorio se han evaluado y desechado otros proyectos emblemáticos e igual de relevantes: el Alto Las Condes Norte, los estacionamientos de Alonso de Córdova -tristemente célebre luego de que una sala de la Corte Suprema, compuesta por los hoy destituidos ministros Muñoz y Vivanco así lo ordenara-, o el conjunto Armónico Portezuelo, entre otros.
Con todo, no sería raro entonces sospechar que más que una comuna líder y pionera, Vitacura pasó a convertirse en el nuevo polo de oposición y estigmatización de proyectos urbanos.
Por Louis de Grange, decano de la Facultad de Ingeniería y Ciencias UDP.
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