SEÑOR DIRECTOR
La columna de Tania Busch y Flavio Quezada publicada el miércoles, sobre república, pueblos y nueva Constitución, aclara bien que al evitarse la expresión “República de Chile” en uno de los acuerdos de una subcomisión de la Comisión de Reglamento de la Convención Constitucional, no se tuvo la intención de terminar con nuestra república, aunque sí se dio pie para reflexionar sobre la palabra “república” más allá de lo opuesto a monarquía.
Pero ojo: la república no es una forma de gobierno, sino una manera de gobernar. Las formas de gobierno responden a la pregunta acerca de quién debe gobernar, mientras que la república, y en general el ideal republicano, responde a la cuestión de para qué se gobierna, respondiendo que se lo debe hacer para el bien general o común y no para beneficio de los gobernantes ni de ningún grupo o sector determinado de la sociedad.
Entonces, y aun cuando república se oponga a monarquía, no hay simetría entre ambas palabras: una es una forma de gobierno y la otra una manera de gobernar.
La democracia sí es una forma de gobierno, la del pueblo, aunque queda siempre por decir qué se entiende por “pueblo”. ¿Todos? ¿Una gran cantidad? ¿La mayoría? ¿Los pobres, los más vulnerables, los excluidos?
Vean ustedes como los medios y quienes colaboran con ellos mantienen vivo el auténtico coloquio constitucional ampliado en que se ha transformado el país.
Agustín Squella
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