Por Josefa Aguirre¿Una crisis también de género?

Por Josefa Aguirre, Escuela de Gobierno UC
Históricamente, las crisis económicas han afectado más el empleo masculino que el femenino, asociado a sus efectos sobre la industria manufacturera y a rubros particularmente sensibles a los ciclos económicos, como la construcción. Las mujeres, por su parte, dominan en áreas generalmente menos susceptibles, como la educación y la salud, y por ello han logrado enfrentar mejor los altibajos económicos.
Sin embargo, la crisis actual es diferente. Ella expone al colapso precisamente a los sectores que actualmente emplean un mayor porcentaje de mujeres. De acuerdo con la encuesta Casen 2017, un 40% de las mujeres ocupadas, versus un 35% de los hombres, trabaja en los sectores que según la OIT serán los más afectados por la crisis (hoteles y restaurantes, actividades inmobiliarias y empresariales, manufactura y comercio). Si a esto se suma el impacto que las medidas de confinamiento puedan tener sobre el 25% de mujeres ocupadas que trabaja de manera informal, la pandemia comienza a perfilarse como una amenaza directa hacia el empleo femenino.
Preocupa también el impacto en la carga de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado que impone el confinamiento. Datos de la ENUT 2015 indican que las mujeres en Chile dedican casi el doble de tiempo que los hombres al cuidado no remunerado de miembros de su hogar. El cierre de establecimientos educacionales y las medidas de distanciamiento social, que aconsejan no recurrir a familiares para el cuidado infantil, aumentan considerablemente esta carga y, dados los patrones anteriores, es posible que las mujeres sean las mas afectadas.
Ambos aspectos tendrán consecuencias. En el corto plazo, muchas mujeres perderán sus fuentes de ingreso y, adicionalmente, la mayoría se verán afectadas por la enorme carga que supone conciliar las labores domésticas y home schooling con el trabajo remunerado. Sin ir mas lejos, en el ámbito académico, los editores de revistas indexadas ya han levantado las alertas acerca de una drástica caída en la productividad de mujeres en los últimos dos meses… ¡mientras que la de los hombres ha aumentado! En el largo plazo, es posible que aquellas mujeres que hoy pierdan su empleo tengan dificultades para reincorporarse al mundo laboral, y que aquellas que por estos días vean disminuida su productividad pierdan competitividad respecto de los hombres. Más aún, cuando esto ocurre en un contexto cultural en el que solo la mitad de la población (53%) se opone a que en una situación de escasez de trabajo, las empresas prefieran emplear a hombres antes que mujeres (CEP 2017).
Los esfuerzos de política pública se han concentrado en medidas destinadas a proteger el empleo y apoyar a trabajadores informales. A esto podrían sumarse permisos parentales como los implementados en Italia, Rumania o Estados Unidos para alivianar la carga que hoy soportan miles de trabajadoras. En el largo plazo, se requerirán esfuerzos adicionales del sector público y privado para reincorporar a aquellas mujeres que hoy están perdiendo su empleo y para promover a aquellas que hoy están viendo paralizadas sus carreras.
Así como las guerras mundiales dieron un fuerte impulso a la participación laboral femenina, podría ser que esta crisis implique retrocesos en esta dimensión, en la que tanto hemos avanzado en las últimas décadas. No nos podemos permitir que la crisis sanitaria y económica se traduzca también en una crisis de género que aumente las brechas y nos haga perder territorios que creímos haber ganado.
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