Vivir la pandemia siendo VIH+: "La amenaza del virus está siempre ahí, como una piedra en el zapato"

"Hace casi 10 años que soy VIH positivo, controlado, con mi carga viral indetectable, pero al ser portador del virus soy una persona con un sistema inmune deprimido y eso me hace estar en mayor riesgo frente a la pandemia. Si me llegara a contagiar de Covid-19, tendría que partir sólo al hospital.
Hace 10 años que estoy soltero y que vivo solo. Nadie de mi familia o de mi grupo de amigos sabe de mi condición de VIH positivo, porque no me siento preparado para compartir ese diagnóstico. Han pasado 10 años desde que supe que era portador del virus y estoy en tratamiento desde entonces, pero aún así he preferido lidiar con esta parte de mi vida solo. Y desde que empezó la cuarentena también he tenido que arreglármelas solo, y no ha sido fácil.
Vivo en un sector de Santiago Centro que no ha dejado de estar en cuarentena. La restricción a las salidas empezó a regir el 26 de marzo y desde entonces llevo casi 50 días sin salir. Mis únicas salidas pueden ser con autorización previa de la comisaría virtual y son para comprar los alimentos perecibles. Al tener un sistema inmunológico deprimido en condiciones normales ya tengo que ser cuidadoso. Con la pandemia he extremado esas medidas. Soy muy meticuloso con la limpieza y las pocas veces que he salido en estos días uso mascarilla, guantes y alcohol gel. Me mantengo lejos de todas las personas cuando estoy comprando y apenas llego a la casa me saco toda la ropa, la lavo de inmediato y rocío la suela de los zapatos con alcohol.
Este tiempo ha sido bien complicado en lo emocional. Pasé de salir todos los días de mi casa y estar prácticamente todo el día fuera –trabajo como profesor en un colegio para niños en riesgo social fuera de Santiago en jornada completa– a estar totalmente encerrado. Al principio fue como un feriado largo y lo aproveché para descansar, pero después de la primera semana la cuarentena ya empieza a pasar la cuenta.
Tanto tiempo de aislamiento sin poder hacer las cosas que te gustan y sin saber cuándo vas a poder volver a salir empieza a afectar. He tratado de mantener una rutina. Me levanto todos los días a la misma hora, me ducho y tomo desayuno antes de empezar a trabajar. Termino con el trabajo a distancia a la hora del almuerzo y trato de que mi tiempo libre en las tardes no se me pase pegado a la tele. Tanta información sobre el virus me satura y solo me genera más ansiedad. Porque lo que sí hago a diario es revisar la prensa a través de internet.
Esta cuarentena ha sido una etapa bien solitaria. Yo estaba acostumbrado a ver gente todos los días. Normalmente trato con cerca de 300 alumnos y además tengo a todos mis colegas con los que comparto entre cada clase. Y toda esa interacción social se detuvo por completo hace 2 meses. Mi única compañía soy yo mismo. Me dan ganas de juntarme con alguien solo para saber cómo están, porque no es lo mismo ver a un amigo cara a cara que hablarle a través de una pantalla. Pero después me recuerdo lo importante que es que seamos responsables y nos mantengamos distanciados. Sobre todo cuando tienes una condición como la mía.
El teletrabajo me ha mantenido ocupado y he tratado de estar tranquilo y relajado, pero la amenaza del virus está siempre ahí, como una piedra en el zapato. He dedicado parte de mi tiempo libre a leer y ver televisión para distraerme, pero nunca logro desconectarme totalmente.
Este es un tema que no converso con nadie, sólo con mi doctora del hospital. No duermo bien y tengo miedo de este virus. Las personas con enfermedades crónicas estamos más expuestas a los efectos del Covid-19 y eso me asusta. Me da miedo el contagio y me da miedo morir porque todavía tengo muchos planes y proyectos por cumplir".
Gonzalo Uribe (47) es profesor y vive en Santiago centro.
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