Física e investigadora chilena, Valeska Zambra: “Cada vez que una mujer es galardonada, la sociedad busca un argumento para invalidar su trabajo”

Valeska Paula



Valeska Zambra (26) partió realizando investigaciones científicas a los 12, cuando en su colegio en Copiapó ingresó a la academia de ciencia de su profesora y gran mentora Ana García. Pero su primer acercamiento al rubro fue mucho antes. Y es que cuando nació, su madre química aun estaba terminando la carrera y muchas veces, al ser madre soltera y no tener con quién dejarla, la llevó a la universidad. Los primeros recuerdos de Valeska son, de hecho, en el laboratorio. Ahí vio a su mamá investigando, haciendo experimentos y manipulando químicos, y ahí surgieron los primeros indicios de curiosidad y capacidad de observación.

En octavo básico quiso investigar los niveles de contaminación presentes en los relaves de Copiapó y, junto a su profesora y un equipo, develaron que la concentración de mercurio, arsénico y plomo que había en los deshechos mineros era cuatro veces más alta que lo permitido por la norma estadounidense. La solución que propusieron fue la de plantar y así evitar una mayor polución para la población aledaña. Expusieron los resultados en una feria científica regional y fueron invitados al nacional en Punta Arenas. Hasta entonces, Valeska nunca se había subido a un avión. “Lo hermoso de la ciencia es que uno tiene una idea pero nunca sabe en qué va resultar. Vimos que los relaves estaban muy contaminados, que ahí vivía gente, y nuestra solución fue la de plantar plantas que pudieran crecer en ese entorno. No buscábamos ganar, buscábamos resolver un problema”, cuenta. Ya en tercero medio, Valeska tenía claro que quería ser científica. Y así entró a estudiar física en la Universidad de Chile.

El año pasado, luego de una larga investigación en el laboratorio de cristales líquidos de su universidad, descubrió un estado “exótico” de la materia, como se le denomina a los estados que no dependen de un cambio de temperatura (como sí lo hacen el sólido, líquido y gaseoso), sino que de un cambio en la frecuencia de la electricidad. “La investigación la hice en torno a los vórtices en cristales líquidos, que son remolinos que se generan en el material cuando se aplica la electricidad. Para la comunidad científica era de conocimiento público que estos remolinos se aniquilan con la descarga opuesta, y todo el sistema vuelve a estar homogéneo. Pero un día de casualidad bajé los parámetros del experimento para ver si habían impurezas y empecé a ver que se generaban estos remolinos y no desaparecían, sino que permanecían y formaban estructuras a modo de red cuadriculada. Y si cambiaba la frecuencia, cambiaban las estructuras”. Siguió la investigación con dos profesores y finalmente, a finales del año pasado, fue reconocida como la Joven Chilena del Año, premio entregado por la Fundación Natida.

Recién ahí Valeska se dio cuenta que había ingresado a un mundo en el que existe aun una gran resistencia a que las mujeres se desarrollen a la par que los hombres, porque cuando su universidad publicó que la habían premiado, un compañero preguntó: “¿Y qué ha hecho? ¿O le regalaron el premio por ser simpática?”. A lo que ella respondió: “Si tantas dudas tienes, puedes ir a verme al laboratorio de la facultad y te muestro lo que he hecho desde los 12 años. Demás que hay jóvenes mejores que yo, y espero que sean muchos, pero lo que no me cabe duda es que no me han regalado nada por ser simpática”.

Fue después de ese comentario que Valeska pudo identificar que cada vez que una mujer recibe un premio, la primera reacción innata es la de cuestionar sus méritos. “La sociedad busca algún argumento para desacreditarla e invalidar su trabajo. Pasa, por ejemplo, cuando una mujer se gana un Nobel y lo primero que escuchamos es ‘ella es esposa de’. Ese comportamiento está muy arraigado e incluso en las propias mujeres”.

Actualmente, además de estar cursando un doctorado en física en el Institute of Science and Technology (Austria), Valeska pertenece a la Fundación Tremenda, iniciativa que busca visibilizar y potenciar el trabajo de mujeres en distintas áreas.

Está comprobado que desde los 6 años las mujeres nos sentimos menos capaces en ciertas materias ligadas a lo científico. ¿Por qué crees que pasa eso?

Lo primero tiene que ver con la educación sexista; desde que nacemos se hace una distinción incluso con los juguetes y los regalos: a las niñas nos regalan muñecas y a los niños lego. Ya ahí partimos condicionando. Un estudio de Educación 2020 dio cuenta de que los profesores le hacen preguntas más desafiantes de matemáticas a los hombres, de manera incluso inconsciente. En ese mismo estudio se demostró que casi la mitad de los padres espera que su hijo estudie una carrera relacionada con la ingeniería, mientras que solamente un 17% espera lo mismo para sus hijas. Si vamos sumando, todo esto da paso a que se construya y se refuerce un relato social en el que las mujeres hacen tal cosa y los hombres otras.

El año pasado fui a una conferencia de mujeres jóvenes y mostraron los resultados de una investigación en la que le habían preguntado tanto a hombres como a mujeres quién los había inspirado o motivado. La respuesta más común entre los hombres era “se trata de autodeterminación personal”. Mientras que las mujeres mencionaban a sus mamás, profesoras y referentes externos. La autodeterminación propia aparecía en tercer lugar. Esto da cuenta de que en nuestra sociedad, cuando un hombre reconoce sus éxitos y no deja que lo pasen a llevar, es un campeón. En cambio cuando una mujer lo hace, es una bruja, pesada o soberbia.

¿Te has sentido discriminada por ser mujer en un mundo mayormente habitado por hombres?

Todavía veo más hombres que mujeres en las conferencias, y todavía veo comportamientos muy machistas. Especialmente ahora en la pandemia con las conferencias online, ha aumentado mucho el mansplaining, por ejemplo, porque se escudan detrás de la pantalla. Y efectivamente es difícil mantenerse en esta carrera y pocas llegan a los cargos directivos. Según datos de la UNESCO, de las mujeres que entran a estudiar una carrera científica, solo un 47% termina la carrera. De esas, un porcentaje menor entra a un magíster y, al final, de las que terminan un doctorado, solo un 28% continúa con una carrera académica. Cuando fui reconocida como Joven Chilena del Año, me tuve que enfrentar a los comentarios de compañeros que ponían en duda mi trabajo. Y cuando dicté un taller para empoderar a mujeres en la ciencia y disminuir la brecha de género, me tildaron de terrorista. A eso nos enfrentamos todas.

Inventaste un software que permite ver qué exoplanetas (planetas que giran alrededor de una estrella que no es el sol) se pueden ver desde Copiapó. ¿Cómo fue ese proyecto?

En ese entonces estaba en cuarto medio y ya tenía muy internalizado el método científico. Un año antes me empecé a preguntar qué estrellas con exoplanetas eran visibles desde Copiapó y encontré una base de datos en la que astrónomos de distintos lugares que descubrían un exoplaneta dejaban constancia de eso. Pero yo quería saber cuáles podíamos ver desde ahí. Seguí investigando y me encontré con unas fórmulas matemáticas que no eran de nivel escolar, pero eso no me detuvo. Mi profesora me había dicho que no tenía que tener miedo a golpear las puertas, porque a lo más me decían que no. Entonces le escribí a una astrónoma del Observatorio de las Campanas y le pedí ayuda. Le dije que la matemática me quedaba chica y ella con muy buena voluntad me empezó a explicar. Recuerdo que justo era la época de fiestas patrias, entonces salía a carretear a las fondas y después volvía a trabajar y a intercambiar correos con ella.

Cuando volví al colegio de las vacaciones, le dije a mi profesora que con los resultados de esa ecuación pude realizar mi propio mapa del cielo para Copiapó. Le dije que quería presentarlo en el Congreso de Astronomía escolar y fuimos a Antofagasta. El trabajo quedó seleccionado para representar a Chile en una conferencia de ciencia escolar en Paraguay. Así nació el software Jana, que en aimara significa esfera celeste. Mi preocupación siempre ha sido la de hacer de la ciencia algo atractivo, porque no basta con hacer ciencia y quedarse en la investigación, ese conocimiento tiene que permear en la sociedad y hay que volverlo accesible. Es lindo ver cómo los resultados de una investigación pueden ser comunicados a través de un software disponible para todos.

La ciencia se cruza con todo y es bueno comunicarlo así. Somos seres humanos complejos y es importante que nos empecemos a entender en toda nuestra complejidad; yo salgo, tengo otros hobbies y me gusta transmitirlo para que se entienda que ser científica no es de una sola forma. La ciencia sirve para el pensamiento crítico, para hacerse preguntas y ponerse en distintos escenarios, y eso es fundamental sobre todo en momentos de crisis como los que atravesamos ahora.

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