Paula

La Cultura Huachaca

Leer la reedición del libro de Pablo Huneeus produce escalofríos. Según él, la televisión penetró no sólo en los livings, sino también en el corazón de nuestro continente. A diferencia de Europa o Estados Unidos, donde su influencia está controlada por el deporte o la cultura, acá es más grande que la vida misma.

La Cultura Huachaca (1981)  marcó un hito en los ochenta al cuestionar abiertamente al medio más imponete de la dictadura: la televisión. Su descripción del traumático choque entre la alta cultura europea y la popular latinoamericana, era clara y didáctica. Y, lo más importante, se adelantó dos décadas al célebre No Logo (2000) de Naomi Klein. Allí, la popular ensayista, desarrolló la misma crítica que Huneeus en torno al poder de las marcas y la influencia de la publicidad en nuestras vidas.

Esta nueva edición (Nueva Generación, 2008) -corregida y aumentada- resulta tan actual como amarga. De partida, se le quitaron las graciosas referencias a las marcas o eslogan de la época ("La chispa de la vida", "Dale a tu corazón un hogar en Santiago"). En lugar de eso hay un capítulo nuevo dedicado a los videojuegos. No hay que desconocer, explica, que las matanzas en los colegios estadounidenses registradas en los últimos años están directamente relacionadas con las consolas. Y éstas serían una versión interactiva de la televisión.

El punto fuerte del libro, sin embargo, es cuando explica los mecanismos por los que la televisión penetró no sólo en los livings, sino en el corazón de nuestro continente. A diferencia de Europa o Estados Unidos, donde su influencia está controlada por el deporte o la cultura, acá la tele es más grande que la vida y nuestras conversaciones, idealizaciones o puntos de referencia dependen de ella.

Para demostralo, Huneeus precisa las características de lo "huachaca": emotividad, populismo, simplicidad, superficialidad y denigración. Es decir, el resultado del choque jamás resuelto entre la Europa ilustrada y la cultura indígena. La televisión, dice, provoca tal grado de hipnosis que al no tener armas culturales para cuestionarla, provoca en el "huachaca" la dependencia al medio.

Lo más potente es comprobar como la descripción de la farándula televisiva de los años ochenta (programas de revistas tipo Sabor Latino, telepredicadores, espacios de ayuda a la comunidad) no han cambiado demasiado. Es más, ni siquiera el autor podría imaginarse que podía llegar a los niveles de hoy.

"La Cultura Huachaca es la criatura bastarda -huacha- del mercadeo y de la urbe, que se abre paso entre la racionalidad occidental y la tradición popular. Al comienzo parecía ser apenas un aire algo ramplón, un estilo cargado a lo superficial y una moda pasajera de actuar al lote. Pero pronto levanta sus ídolos y adquiere su propio espacio en la sociedad hasta implantar una verdadera cultura", escribe Huneeus.

Esta forma de vivir "al lote", engendrada por la televisión, según Huneeus ha arruinado a nuestro continente. Leer la versión actualizada del libro produce escalofríos. O como dice el mismo hacia el final: "Al leer esto un ratón diría: estupendo ¿y quién le pone el cascabel al gato? Pero aunque cueste creerlo, no somos ratones, sino humanos y para el hombre querer es poder".

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