Paula

Mujeres que impactan: Sandra Olave y su cruzada por abrir puertas en el mundo laboral

Con una trayectoria marcada por el liderazgo social, esta mujer oriunda de Osorno, ha logrado insertar a más de mil personas con discapacidad en empleos formales a través de un modelo pionero que desafía la lógica tradicional de la inclusión.

Sandra Olave nació en Osorno, en una familia que le enseñó desde temprano el valor del esfuerzo y la solidaridad. Uno de sus recuerdos más antiguos —y reveladores— la muestra con cinco años organizando la recolección de insumos para que su madre hiciera queques. Los vendían en el colegio para reunir fondos. “Desde muy chica supe movilizar a otros por una causa”, dice hoy, viendo en ese gesto temprano la semilla de su vocación comunitaria.

También la marcaron personas cercanas. Sus padres fueron una guía constante, y en la escuela, la profesora Mercedes Ezquerra dejó una huella profunda en ella: “Fue una mujer inteligente, empática y comprometida. Su forma de enseñar me mostró cómo un adulto puede cambiar la vida de una niña”.

Más tarde estudió Servicio Social, luego un máster en Integración de Personas con Discapacidad y estudios en Gerontología Social. Su convicción era clara: acompañar a otros en su desarrollo. Desde el inicio, trabajó con comunidades vulnerables, desde la infancia hasta personas excluidas del sistema.

Comenzó su carrera en el sector privado, en una empresa metalúrgica, donde pasó de asistente social a jefa de Recursos Humanos. Fue ahí donde conoció a Raúl Sahli, entonces presidente de SOFOFA, quien la invitó a un comité pionero de inclusión laboral. Gracias a esa experiencia, lideró el primer piloto de inclusión en el agro: veinte personas con discapacidad se integraron al packing de Agrícola Garcés. “Desde ahí, empezamos a expandir el modelo a otros sectores”, cuenta. Esa experiencia fue el origen del Modelo ARESPE, una metodología reconocida por su capacidad de generar inclusión real y sostenible.

Pero su historia no solo se escribe en lo laboral. Un diagnóstico de cáncer cambió su vida: implicó una mutilación y la imposibilidad de tener hijos. “Me enfrenté a una pregunta esencial: ¿cómo quiero ser recordada? Elegí vivir con lo que tengo, no con lo que me falta”. En eso, el apoyo de su esposo fue clave. “Cuando uno cree en sus sueños y tiene con quién compartirlos, todo es posible”, dice.

De esa fuerza nació la Fundación Arando Esperanza, cuyo nombre alude a sembrar oportunidades y cosechar dignidad. Promueve la inclusión laboral de personas con discapacidad no desde la caridad, sino desde el derecho. “Queríamos demostrar que el agro, históricamente excluyente, podía ser un motor de cambio”, afirma.

Su modelo parte desde la empresa: se identifica una vacante real y se cruza con los perfiles disponibles, lo que permite procesos viables y permanentes. Más de mil personas con discapacidad han accedido a empleo formal con una tasa de permanencia del 94%. “Me enorgullece mi capacidad de ver oportunidades donde otros ven barreras”, dice.

El trabajo no se detuvo ahí. Creó el programa Despegar, que ha formado a más de 200 mujeres cuidadoras, adultas mayores y mujeres con discapacidad en oficios, herramientas digitales y emprendimiento. De ahí surgió el Atelier Inclusivo, una empresa social que comercializa sus productos y promueve autonomía económica. “Capacitar no basta: también hay que sensibilizar a las empresas y mostrar que la inclusión transforma la cultura organizacional”, afirma.

Sandra ve su historia como parte de algo mayor. “Es también la historia de muchas mujeres que, como yo, decidieron creer en sí mismas y en su comunidad”. Hoy, su modelo ha sido reconocido en Chile y en el extranjero. “He aprendido que los espacios no se regalan: se ganan. Y que las oportunidades están, pero hay que saber tomarlas, incluso cuando el camino no es fácil”.

Desde la creación de Arando Esperanza, Sandra ha abierto caminos en sectores cerrados como el agro, demostrando que la diversidad enriquece, que el empleo digno transforma, y que la inclusión —cuando es real— siembra futuro.

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