
Codelco-Anglo American: La historia de un acuerdo que comenzó hace 50 años
La primera alusión a un plan minero conjunto de las minas adyacentes Andina de Codelco y Los Bronces de Anglo American aparece en una carta de 1975. Tuvieron que pasar cinco décadas, varios gobiernos, cambios de dueños, duros conflictos judiciales y quiebres de confianza para que esta semana ambas empresas puedan hablar de un trato que les permitirá elevar sus producciones y captar valor mutuo por US$ 5 mil millones en 21 años. Aquí, algunos hechos clave y anécdotas que dieron forma a este exitoso deal.
A las 10.40 de la mañana del martes 16 de septiembre, el presidente ejecutivo de Anglo American plc, Duncan Wanblad, llegó a las oficinas de Codelco en el centro de Santiago.
Tras las fotos de rigor, Wanblad y el presidente de la estatal, Máximo Pacheco, enfilaron a pie junto a sus equipos al Palacio de la Moneda para informar oficialmente al Presidente Gabriel Boric de su acuerdo histórico.
El trato permitirá a sus operaciones contiguas, Andina, de Codelco, y Los Bronces, de Anglo, desarrollar un plan minero conjunto por 21 años desde 2030, que generará un valor económico para ambas empresas de al menos US$ 5.000 millones y elevará su producción combinada en 120 mil toneladas de cobre al año.
A mediodía, Pacheco ofreció un cóctel en la terraza de un hotel del barrio Lastarria a los equipos que participaron de la negociación para celebrarlo.
Fue un cierre de jolgorio para lo que Pacheco y Wanblad en sus respectivos discursos calificaron como una historia larga, de altos y bajos. Pero que en realidad se remonta a mucho más tiempo que el de esta última negociación. Que retrotrae hasta 50 años atrás, de acuerdo a una recopilación de documentos y entrevistas a sus protagonistas que hizo Codelco, a las que tuvo acceso Pulso.
Una idea de los años 70
Una carta fechada el 30 de mayo de 1975 surge como la primera referencia a un acuerdo de este tipo. Los gerentes generales de la época: Danilo Rojic, de Andina, y Johann von Loebenstein, de la Disputada de Las Condes (la empresa dueña de la mina Los Bronces y que en ese momento controlaba Enami), le escriben al general Alfredo Mahn, vicepresidente ejecutivo de Enami, plantéandole desarrollar un plan minero conjunto. El fin era mantener bajos costos, triplicar las reservas explotables de cobre fino y tratar minerales con leyes promedio del 0,88% al 1,16%. En ese momento, Andina procesaba 12.500 toneladas por día (t/día) con una ley del 1,8%, y Disputada, 6.500 t/día, con un 1%.
Las proyecciones consideraban una primera etapa de 50.000 t/día, con una ley del 1,1%, y una segunda de 100.000 t/día, con una ley del 0,8%.
En un memorándum previo, del 14 de abril de 1975, se analizaban tres opciones de combinación: fusión administrativa, sin integración operativa (que no generaba economías); fusión con paralización de una planta (no viable, por falta de capacidad ociosa), y paralización de Disputada (que solo era útil para aumentar las reservas de Andina). De este modo, se concluyó que la única opción atractiva era una explotación conjunta, por lo que recomendaba un estudio de factibilidad extranjero para atraer inversionistas a un proyecto que costaría hasta US$ 300 millones.
No se tomó en cuenta la propuesta.
Tres años después, la dictadura decide privatizar los activos de Disputada, que eran las minas Los Bronces y El Soldado y la fundición Chagres. Enami los vendió a la petrolera Exxon en US$ 98 millones.
Previo a la venta, el régimen, vía decreto ley de septiembre de 1977, definió una frontera para las pertenencias de Los Bronces y Andina que se traslapaban, llamada “Línea Concordada”, que se extendía verticalmente, delimitando la zona donde cada titular tendría derecho a explotar sus recursos. Este corte originó la famosa “cuña” que divide ambas minas. En enero de 1978 se firmó la permuta y renuncia de las pertenencias mineras con Exxon, y, en abril de ese año, Codelco firmó con la norteamericana un contrato de servidumbres recíprocas -que fue complementado en mayo de 1988- y que con Anglo American como nuevo dueño fue modificado y ampliado en noviembre de 2003, abril de 2007, junio de 2008, mayo de 2009 y marzo de 2010.
“Legalmente, el área de las concesiones mineras se corta verticalmente hasta la profundidad, pero las minas no se explotan verticalmente, sino que lateralmente. Por lo tanto, a medida que pasaba el tiempo, los rajos de Los Bronces y Andina comenzaron a acercarse, a lo que se sumó que, en 2015, para evitar el daño a los glaciares, ambas empresas cambiaron la orientación de sus rajos, lo que hizo que el límite entre ambas fuera más estrecho. Y como ambas no podían invadirse lateralmente, comenzó a quedar una zona sin explotar: la famosa cuña que creció más y más, y debajo de la cual había mucho mineral”, cuenta Alejandro Rivera, exvicepresidente de Finanzas de Codelco.
Quiebre de confianzas
Pasaron casi 25 años sin que se volviese a hablar del tema. Hasta 2002, cuando Exxon decide vender. En una licitación privada polémica y “disputada”, Anglo American ofrece US$ 1.300 millones y supera por US$ 100 millones la oferta de Codelco, por lo que Los Bronces, El Soldado y Chagres pasan a manos de la anglosudafricana.
La venta a Anglo dejó abierta una herida entre ambas empresas, que reapareció una década después, cuando Codelco, que había adquirido de Enami una opción de compra que databa de 1978 por el 49% de las acciones de la ex Disputada, la hizo valer. Pero se enfrascó en un conflicto judicial con Anglo que duró nueve meses, que involucró además a las japonesas Mitsubishi y Mitsui, y que culminó el 3 de agosto de 2012 con un acuerdo de conciliación, donde Anglo se queda con el 50,1% de Anglo American Sur (AAS, la nueva denominación de la sociedad que agrupa Los Bronces, El Soldado y Chagres), Codelco, con el 20%; la japonesa Mitsui, con el 9,5%, y la también nipona Mitsubishi, con el 20,4%.
“Cuando llegué en 2015 a este proyecto, me estudié todas las escrituras para atrás y encontré un memorándum de entendimiento del 2010 y había un estudio de ingeniería que determinaba que había valor en hacer un plan minero conjunto”, cuenta Gonzalo Acevedo (Head of Sustainability Projects Base Metals de Anglo y líder en Chile del proyecto) a Pulso.
Tras la disputa legal, la conciliación de 2012 incluyó modificar el convenio de 1977 sobre el trazado que dividía los derechos mineros con AAS.
Pero el “problema de la cuña” continuaba, pues había recursos ahí sin explotar y se estaba perdiendo por la desconfianza entre ambas empresas.
En 2015, un equipo de Codelco, integrado por Jaime Rivera y Víctor Farías, presentó tres alternativas para resolverlo al presidente del directorio del momento, Óscar Landerretche, y al presidente ejecutivo, Nelson Pizarro.
El primero contemplaba que cada compañía optimizara su planificación minera anualmente. Ahí se calculó que de seguir como estaban, Codelco y Anglo perderían US$ 1.200 millones. El segundo hablaba de incorporar reservas adicionales desde la “cuña”, con una secuencia de extracción optimizada y procesamiento separado, lo que generaría un valor adicional de US$ 2.500 millones. Y el tercero apuntaba a una sinergia operacional, que representaba el máximo potencial de colaboración e incluía el uso compartido de sus plantas, una secuencia de minería mejorada y una planificación integrada sin restricciones, lo que podía generar hasta US$ 2 mil millones. Codelco se inclinaba por esta última opción.
“En 2015 hubo una reunión en Madrid de Landerretche y Pizarro con Mark Cutifani (ex CEO de Anglo American y hoy líder del grupo experto que analiza el accidente de El Teniente del 31 de julio), en la cual Rivera presentó los escenarios. Le expusieron, además, el ejercicio que mostraba el impacto que tendría en Los Bronces el no ponerse de acuerdo. Cuando Cutifani entendió el problema, le permitió a su equipo iniciar negociaciones. Se abrieron las puertas para el acuerdo de 2019”, recuerda Víctor Farías, hoy gerente de administración de Andina.
Ese año se descubrió un elemento adicional: los planes mineros de Andina y Los Bronces no podían seguir sin un nuevo contrato. En este caso el paso lógico era un joint venture, pero como Codelco es estatal, no era viable.
“En enero de 2018, ejecutivos de Codelco y Anglo se sentaron a revisar un posible acuerdo de coordinación y servidumbres. Sin ese acuerdo, se generaría una tremenda pérdida de valor para ambos. A esto se le llamó Ramsay 1”, agrega Rodrigo Barrera, gerente de Negocios y Filiales de Codelco. Se le llamó Ramsay por una serie australiana llamada Neighbours (“Vecinos”), que seguía a una comunidad que vivía en la calle Ramsay de un barrio ficticio de Melbourne.
Este acuerdo permitiría operar coordinadamente, pero separados. Por Codelco, negociaban Rivera y Farías. Por Anglo, participaron desde Londres Duncan Wanblad -CEO de Base Metals en ese tiempo- y Tzveta Tchorbadjieva, hoy SVP Finance Chief Operating Officer, y un equipo de Santiago, encabezado por Acevedo. Contemplaba un marco de gobernanza que apuntaba a mejorar la gestión de las interacciones operacionales, estableciendo una secuencia de operaciones.
“Aunque no era integración total, ambas operaciones debieron entregar información geológica y de sus planes mineros relevante, que antes no habían compartido, lo que permitió conocer mejor el problema de las interferencias y para delinear mejor el valor de una integración”, cuenta Ricardo Álvarez, exejecutivo de Codelco, hoy director de la estatal.
Este contrato fue el precursor del acuerdo definitivo suscrito el pasado 16 de septiembre de 2025.
“En tiempos de la pandemia, a fines de 2020, volvimos a revisar si había agua en la piscina para hacer algo mayor. Todos decían que ambas empresas ganarían mucho, pero no se sabía con certeza. Se buscaron consultores y se concluyó que la ganancia era significativa”, cuenta Barrera.
Tierra derecha
Máximo Pacheco recuerda que en abril de 2022, a días de asumir la presidencia de Codelco, Rivera le comentó que si quería dejar un gran legado en la compañía, ese era el proyecto Ramsay.
“En marzo de 2023, en una conferencia minera en Barcelona, tuvimos una reunión con Duncan Wanblad. Fue difícil, porque Duncan estaba frustrado de que nosotros solo visualizáramos un camino en el cual queríamos que nos entregaran el control de Los Bronces: ‘Lo que nos piden es que les entreguemos las llaves de la compañía’. En un cóctel, me acerqué a Duncan y le comenté que la reunión me había dejado mal sabor, porque pensaba que había espacio para buscar acuerdos y que no nos diéramos por vencidos. Duncan me hizo ver que este proyecto para él era como su hijo, lo había visto desde el origen. Le respondí que yo recién llegaba y que quizás podía ayudar a ser la ‘partera’ de la criatura. Así generamos química y un espacio de conversación, y desde ahí las reuniones cambiaron de tono”, cuenta Pacheco.
Pacheco dice que Wanblad se fue entusiasmando. Por el lado de Codelco, desde esa fecha, Ramsay 3 estuvo en la tabla del directorio mensualmente y todos apoyaron avanzar hacia un acuerdo. “Trabajamos meses para asegurarnos de que se resguardara la propiedad constitucional de Codelco. También, que no significara un desmedro para Andina ni pusiera en riesgo su desarrollo futuro”, dice Nelson Cáceres, director de los trabajadores en Codelco.
El trabajo de los equipos técnicos dio frutos hace cerca de un año, cuando hallaron una salida: la creación de un agente operativo controlado 50/50 por Codelco y Anglo, con un gobierno corporativo en partes iguales, que ejecutaría un Plan Minero Conjunto y coordinaría el procesamiento combinado de ambas faenas. Cada compañía seguiría trabajando independiente, pero coordinada.
“En septiembre u octubre del año pasado, ahí dijimos que esto ya era 50/50, existía la convicción de que era un acuerdo entre iguales”, recuerda Acevedo.
A inicios de octubre de 2024, fueron a Londres Pacheco, Barrera y el nuevo vicepresidente de Finanzas, Alejandro Sanhueza, previo a la reunión anual de la Bolsa de Metales. Pacheco se reunió con Wanblad, y el resto con los equipos, con el mensaje de que “este es el minuto, no vamos a tener otra oportunidad”. Salieron con el mandato de firmar un Memorándum de Entendimiento en diciembre. Pero era poco tiempo. Los jefes máximos concordaron un “teléfono rojo” en caso de choques de los equipos.
“La verdad es que nunca escalamos un tema a ellos. Lo que sí recibimos, de parte de Máximo y Duncan, era una presión continua por ver avances”, dice Acevedo.
Abogados de Anglo y Codelco se reunieron decenas de veces con los técnicos mineros para implementar legalmente la estructura. La revisaron, ajustaron y la pusieron en papel.
“Lo más complejo desde el punto de vista legal fue hacer algo que nunca se había hecho, que era llegar a esta estructura de contratos y los mecanismos suficientes para distribuir los riesgos y tener un gobierno corporativo que nos dejara tranquilos”, cuenta María José Sotomayor, consejera legal de Anglo American Chile, a Pulso.
Muchos no tuvieron ni Navidad ni Año Nuevo para celebrar, porque debían cumplir con la nueva fecha de firma del MoU, que era el 20 de febrero.
“Mi momento de mayor felicidad fue cuando cerramos el MoU. Tuvimos sólo cuatro meses y cabía siempre la posibilidad de que algo pasara. Cuando firmamos en febrero dije: lo hicimos. Después, faltaba llegar al acuerdo definitivo, pero desde el MoU no tuve dudas de que lo lograríamos”, dice Alejandro Sanhueza, vicepresidente de Finanzas de Codelco.
Tras suscribir el MoU, se pusieron como plazo tener el acuerdo definitivo en el tercer trimestre, lo que también lograron.
“Para una transacción como esta, con los procesos de aprobación nuestros, era difícil sacarlo en tan poco tiempo”, dice Acevedo, de Anglo. “Con el MoU, tengo que ir a un proceso de revisión interna desde todo punto de vista, porque es multidisciplinario, después sacar un informe que recomienda al comité que viene que lo apruebe y después pasa al directorio de Anglo Plc y después el directorio de AAS. Entonces, lo que hicimos es extraordinario”, resalta.
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