
Jorge Rodríguez: “En ningún caso el accionar de un solo gobierno es lo que nos ha llevado a esto”
El expresidente del CFA y actual investigador del CEP dice que la estrechez fiscal acompañará a las finanzas públicas hasta 2030, y precisa que será clave el rendimiento de la Ley de Cumplimiento Tributario para cumplir la meta fiscal del Presupuesto 2026. Evita tildar de irresponsable la herencia fiscal de este gobierno, aunque cuestiona el desvío fiscal de 2024. “Uno no puede estar todos los años gastando más de lo que tiene”, afirma sobre la delicada situación de las finanzas públicas.

Tras cinco meses de haber dejado la presidencia del Consejo Fiscal Autónomo (CFA) y luego de haberse incorporado como investigador al Centro de Estudios Públicos (CEP), el economista Jorge Rodríguez Cabello interviene de lleno en el debate fiscal y define su postura sobre el proyecto de Ley de Presupuestos enviado al Congreso esta semana.
De sensibilidad concertacionista, lazos transversales y parte del engranaje de la Dirección de Presupuestos (Dipres) en diferentes gobiernos, Rodríguez dice que Hacienda ha afinado sus cálculos en el Presupuesto 2026 y que para cumplir las metas será clave el rendimiento de la Ley de Cumplimiento tributario.
¿Cómo evalúa el crecimiento del gasto del 1,7% en el Presupuesto 2026?
-Antes de eso es importante ver la meta fiscal de balance estructural que se está fijando y si esa meta se cumple. Es importante considerarlo porque en 2023, 2024 y 2025 no se están cumpliendo las metas. Hemos gastado más y no queremos que nos vuelva a pasar eso en el 2026. El 1,7% de crecimiento del gasto es respecto de la Ley de Presupuestos original, pero el dato que tiene efecto macroeconómico es respecto al gasto real que se va a ejecutar el 2025 versus el de 2026.
Ese número es más alto que el 1,7%...
-Es un 2,5%...
¿Y ese crecimiento del gasto del 2,5% cómo lo califica?
-Ese 2,5% es consistente con tener un déficit estructural de un 1,1% del PIB el próximo año, siempre y cuando se cumpla la proyección de ingresos que está haciendo la Dipres para 2026.
El gobierno ha incumplido tres veces su propia meta fiscal y ha sobrestimado ingresos. ¿Por qué debiéramos creer que esta vez los ingresos no están sobrestimados para 2026?
-El 2024 hubo un desvío bien grande respecto de la proyección de ingresos y eso implicó un incumplimiento grande de la meta fiscal. El 2025 también va a haber un desvío. Lo bueno de esto es que la Dipres ha tomado nota y las sugerencias del CFA y ha emprendido una línea de trabajo con el FMI para mejorar sus proyecciones de ingresos. Eso significó que para 2025 haya hecho una proyección de ingresos más certera que la del 2024.
Uno esperaría que se vaya mejorando y también sea más certera para 2026. Valoro que la Dipres haya tomado acción, pero nada nos asegura al 100% de que vayamos a tener certeza de esto. Hay que mirar si se cumplen las proyecciones de la Ley de Cumplimiento Tributario, la que el próximo año debiese recaudar la mitad de lo que se estima en régimen, es decir, un 0,75% del PIB. Si no se cumple ese número, podría haber implicancias en el sentido de no cumplir la meta nuevamente.
¿Este Presupuesto 2026 es más creíble que el de años anteriores?
En términos de ingresos hay lecciones aprendidas que se han ido aplicando, pero hay que seguir monitoreando, en especial, la Ley de Cumplimiento Tributario… también las variables macroeconómicas que pueden cambiar en el camino y que el gobierno no controla… puede cambiar el precio del cobre o haber una crisis económica internacional.
El Informe de Finanzas Públicas esbozó el panorama fiscal para los próximos cinco años y estimó mejores holguras fiscales. ¿Qué grado de credibilidad le da a ese panorama de mediano plazo?
-Es muy importante mirar el mediano plazo. Ese ejercicio muestra ahora una leve mejoría respecto del ejercicio anterior, principalmente porque también mejoraron los dos parámetros de largo plazo que estiman los comités expertos. Mejoró el precio del cobre a largo plazo y también mejoró levemente el crecimiento del PIB no minero tendencial. Eso hizo que, por la metodología de balance estructural, mejoraran un poco los ingresos y las proyecciones de mediano plazo.
Pero más allá de la leve mejoría, que puede ser bienvenida y aún sujeta a cierta incertidumbre, el mensaje que hay que tomar es que hasta el 2030 al menos la situación fiscal sigue siendo muy estrecha. De hecho, para cumplir la trayectoria de convergencia a un balance estructural equilibrado, la próxima administración va a tener que tener crecimientos del gasto anuales de en torno al 1,5% promedio. Y ese es un promedio bastante bajo respecto de lo que estamos acostumbrados.

Es políticamente complejo de lograr…
-Sin duda, es complejo. Pero viéndolo del lado positivo, los actores económicos y políticos han tomado bastante conciencia de que hay que hacer este ordenamiento de la casa antes de tener una crisis más compleja. Estamos aún a tiempo. El CFA ha dicho harto este concepto de que estamos en un estrés fiscal, no en una crisis. El llamado ha sido a que actuemos antes de que sea una crisis. Y por eso que ahora tenemos a las distintas candidaturas presidenciales hablando de que hay que tener finanzas ordenadas. Me parece que habla bien de la responsabilidad del sistema político de que haya conciencia de eso.
Durante el estallido, la pandemia, estábamos quizás en el otro lado de la moneda. Todos decían ‘gastemos, nomás, estamos en una crisis’. Y, claro, había que actuar en la crisis, pero después había que ordenarse. Y eso es lo que se ha comenzado a hacer, pero todavía nos falta mucho camino por recorrer (...) Uno puede gastar en algún año más de lo que tiene, pero en algún minuto hay que ordenarse. Chile no puede gastar más de lo que genera y hemos estado en esa condición por lo menos en los últimos 15 años.
¿Cree que este gobierno ha sido responsable fiscalmente?
-Este gobierno asumió con una situación fiscal compleja. Hizo un esfuerzo importante de ajuste del gasto el año 2022, que consistió principalmente en retirar los gastos extraordinarios de la pandemia, y después incumplió la meta en el año 2023, 2024 y está anunciando que también la va a incumplir el 2025. Por lo tanto, ahí hay resultados mixtos. Pero es importante también remarcar que la situación fiscal en la que estamos hoy es la continuidad que se inició el año 2008.
Es decir, en ningún caso el accionar de un solo gobierno es lo que nos ha llevado a esto. El año 2008 estábamos en los mejores indicadores fiscales mundiales. Teníamos un margen para usar y lo usamos y usamos, y llegó el minuto en que ya se nos acabó el margen. Esa es la realidad y eso es lo que hay que ser capaces de entender, más que decir si fue este gobierno o el otro. Porque en realidad fue la sumatoria de varios gobiernos.
¿A qué se refiere con los resultados mixtos específicamente?
-En principio, este gobierno estableció en su primer decreto fiscal que quería cerrar el año 2026 con un déficit estructural de 0,3 puntos del PIB y en su último decreto de política fiscal dice que lo va a entregar con un déficit del 1,1% del PIB. Es decir, respecto de las propias metas que el gobierno pensaba cumplir no fue capaz de cumplirlas en todo su nivel. También es cierto que hizo un esfuerzo porque partió con un -3,3% del PIB, que era la meta para el primer año, y lo va a entregar en un -1,1% del PIB. Es decir, hubo un esfuerzo, pero la expectativa del propio gobierno era llegar mucho más allá.
¿Fue irresponsable fiscalmente, o el hoyo fiscal con que se fue encontrando era demasiado alto?
-No considero que la palabra sea irresponsable. Hizo un esfuerzo. El mismo gobierno pensó que iba a ser capaz de hacer un esfuerzo más grande y no lo logró. Las causas de por qué no lo logró pueden venir desde la economía política. También puede ser que hubo un error en la predicción de ingresos. Hay que considerar que este gobierno tenía un plan de hacer una reforma tributaria que no logró y, por lo tanto, tuvo que ajustar todos sus compromisos de gasto porque no tenía esos ingresos. Tal vez no fue capaz de ajustar todos los compromisos de gasto…
Pero también hubo proyecciones de ingresos erradas que venían del gobierno anterior…
-En las proyecciones de ingresos siempre ha habido desviaciones. En el tiempo de la pandemia hubo desviaciones significativas también… Lo que llamó la atención aquí fue el desvío en un año más bien normal, en el 2024. Pero cuando uno está viviendo desvíos, tiene que ser capaz de reaccionar a esos desvíos, y el año 2024 la reacción fue más bien tardía. El CFA empezó a advertir que los ingresos no se iban a cumplir como a mediados de año, y la Dipres siguió publicando información optimista. Y muy al final de año reconoció que no se iba a cumplir y, por lo tanto, no ajustó a nivel de gasto agregado a tiempo.
Frente a este escenario de estrechez fiscal, ¿es inevitable que la deuda pública sólo apunte a subir en los próximos años?
La predicción de la Dipres es que la deuda se va a estabilizar en torno al 43% del PIB si se cumplen todos los supuestos y si el país es capaz de crecer solamente el gasto en 1,5% en los próximos cuatro años en promedio. ¿Se puede lograr? Sí, con ese esfuerzo significativo del cual estamos hablando, lo cual tiene toda una economía política detrás que hay que ser capaz de ejecutar.
Por otro lado, no hay que olvidar que lo que importa aquí en términos de sostenibilidad a largo plazo es que se equilibren los ingresos con los gastos. Y hay distintas fuentes de ingresos. Uno de ellos es el crecimiento económico. El otro es el sistema tributario, el que se compone de combate a la evasión y la elusión… reformas tributarias probablemente tal. También está la mayor eficiencia del gasto, que también hay cierto consenso en que hay que mejorar.
Pero en términos de economía política, todas las opciones que ha mencionado son más complejas para cualquier gobierno que financiarse con deuda…
Claro, podría ser que haya una tentación de irse a deuda, pero ahí es donde tienen que operar también los controles. La deuda tiene que ser aprobada en el Congreso con un quórum más alto que es la Ley de Presupuestos generales. En segundo lugar, tenemos a un CFA activo cuyo rol principal es contribuir a la sostenibilidad fiscal y estar haciendo esas advertencias y dando las luces amarillas, naranjas y rojas.
No todos ven con tanta distancia subir la deuda. El asesor económico de Jeannette Jara, Luis Eduardo Escobar, quitó dramatismo a que la deuda chilena llegue a 50% del PIB...
-Este gobierno inauguró la regla dual, el nivel prudente de deuda al balance estructural. Luego de todos los cálculos se concluyó que el 45% era el nivel prudente, el que es considerado como tal por analistas económicos y las clasificadoras de riesgo.
Entonces, hay algunas personas que ponen como ejemplo otros países, que tienen deuda del 60%, 80% y hasta del 100% de su PIB. La respuesta ahí es que algunos de esos países no tienen sostenibilidad fiscal. Preguntaría también cuánto están gastando esos mismos países en intereses de su presupuesto. Si se están gastando 10 de cada 100 pesos de su presupuesto, a nosotros no nos interesa ese camino. Entonces, no es un buen ejemplo. Hay que ver también cómo están creciendo esos países, cómo funcionan sus instituciones. Porque a los países que tienen más solidez en ciertos elementos económicos los mercados aceptan que tengan un nivel más alto de deuda.
Hoy ya ha comenzado a ser un problema el mayor gasto en intereses. Estamos gastando alrededor del 5% del presupuesto en intereses, o sea, 5 de cada 100 pesos del presupuesto es a pagar intereses. Mientras más deuda tengamos, más vamos a gastar en intereses y menos plata va a quedar para las prioridades sociales.
¿Tenemos un déficit fiscal crónico del 2% del PIB?
Efectivamente, ese es el promedio que tenemos de los últimos 16 años y eso es lo que no puede suceder. Uno no puede estar todos los años gastando más de lo que tiene.
Glosa republicana y ajustes
¿Qué le parece la propuesta de eliminar la llamada glosa republicana por un margen mayor de reasignación presupuestaria?
-En primer lugar, es una señal de reconocer que estamos en una situación de estrechez fiscal, porque significa que el gobierno tuvo que buscar alguna forma de empezar a controlar más el gasto para el año siguiente. Estamos en una situación en que el gobierno no fue capaz de armar una bolsa especial de holgura porque tiene todo prácticamente preasignado o comprometido.
¿Por qué cree que hay tanta resistencia de parte de todo el mundo político a esta propuesta de eliminar la glosa republicana?
A cualquier nuevo gobierno que asume le gustaría tener plata de libre disposición para poder asignarle a sus prioridades desde el día uno, de lo contrario tiene que esperarse a hacer su primer presupuesto un año después y recién ahí empezar a hacer su propio programa. La alternativa que está ofreciendo el gobierno en la Ley de Presupuestos es que no haya fondos de libre disponibilidad, pero sí haya facultades especiales para reasignar. Y reasignar siempre puede ser positivo porque se destinan a cosas que sean más eficientes, más cercanas a las prioridades de la ciudadanía, pero dentro del mismo marco. O sea, no significa gasto extra.
¿Por qué a los candidatos no les gusta tanto esa opción? Es porque significa también un costo político: para reasignar necesariamente tengo que quitarle a alguien o a algún sector para dárselo a otro. Entonces, es mucho más difícil desde el punto de la economía política hacer eso que tener un bolso que no se lo asignaba nadie y empezar a asignarlo. Políticamente, es totalmente entendible que no les guste a los candidatos.

Pese a que el mismo Congreso teóricamente es el que le da la potestad de reasignar…
Pero el costo político de poner la cara, la paga el que toma la decisión de usar la facultad. Siempre es mejor tener plata libre que tener que ir a quitársela a alguien para dársela a otro.
¿Qué tanto se puede reasignar o avanzar en recortes que han propuesto las candidaturas en este Presupuesto?
Hay que resaltar esta especie de consenso que hay de hacer una transición a la sostenibilidad fiscal. La velocidad con la cual eso se puede hacer y el realismo de las distintas propuestas es algo que hay que concretar. No hay que quedarse solamente en los grandes titulares de esto. Va a ser muy importante que el nuevo gobierno que asuma haga propio un plan que puede tomar elementos de la Comisión para el Gasto Fiscal, del CEP y de otros lados, y luego ir haciendo una rendición de cuentas periódicas de ese plan. Incluso, el CFA podría tener un rol ahí monitoreando de cuánto se avanza...
¿Es posible recortar US$ 6 mil millones, como propone José Antonio Kast, sin afectar el gasto social?
-La Dipres publicó que el 92% del gasto era rígido. Si ese es el número, la matemática no calza para hacer ese ajuste sin tocar gastos de ese tipo. Entonces, el llamado que hay que hacer, independiente de quién gane, es que los que tienen planes de recorte presenten con detalle cuáles son los recortes y que la Dipres muestre más detalle de ese 92% de gasto rígido. Es muy importante entender cuánto corresponde a obligaciones legales, cuánto corresponde a contratos, cuánto corresponde a otro tipo de prioridades. Luego de eso se puede dar un acuerdo sobre si la PGU o la subvención no se tocan y así construir un consenso de ciertas cosas que son intocables. Por otro lado, puede haber un consenso en cosas que hay que tocar sí o sí, como la mayor fiscalización de las licencias médicas. También puede haber un área gris y que va a haber que conversar.
Cuando uno va a recortar, ese gasto hoy alguien lo está recibiendo y, por lo tanto, cualquier recorte de gasto va a generar algún costo de economía política. Lo mejor aquí es tratar de que haya un consenso y hacerlo de manera conjunta.
¿Qué evaluación hace de la gestión de Mario Marcel?
-Tengo un gran respeto profesional por Mario Marcel. De hecho, fue de mis primeros jefes en la Dipres y aprendí mucho de él en mi carrera. Él asumió un desafío supergrande cuando aceptó ser ministro de Hacienda y recibió unas finanzas públicas con altos desafíos. Avanzó en normalizar o encaminar las finanzas públicas a una situación más sostenible, pero avanzó menos de lo que él mismo hubiese querido.
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