Jorge Drexler le dedicó tiernas canciones de amor cuando todo entre ellos era paz doméstica y proyectos de futuro. Luego, tras su divorcio, Ana Laan era quien le cantaba al uruguayo, y los versos ya no eran amables: "Intentaste extirparme / y ese exilio no fue amable / Te lloré / (…) Lo que te cuesta entender / por eso me extiendo en inglés: / I am not your ex" ("Ex"). El disco Chocolate and roses (2007) fue, qué duda cabe, el despecho, pero el nuevo Sopa de almendras es el color, la fuerza de la propia identidad y un compromiso absoluto con las cuerdas acústicas, ya sin secuencias distractoras para su voz dulce y adulta. Merece mayor atención esta rubia de raíces dispersas: nacida en Madrid, criada en Estocolmo; padre español y madre estadounidense. Sus versos se pasean, como ella, entre cuatro idiomas, y en todos ejercita una poesía clara, inteligente y novedosa. Un distraído dirá que bebe de las mismas fuentes musicales de Jorge Drexler, pero Ana Laan es una voz tan fuerte e interesante como la de su ex. Su venganza será tenerlo alguna vez de telonero.

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