Hace pocos días, el abogado Fernando Batlle (34), uno de los denunciantes contra el sacerdote Fernando Karadima, envió un email a sus conocidos en el que hacía un anuncio: instaló  una oficina en calle Rafael Cañas, en Providencia, para trabajar en asesoría jurídica,  pero no cualquiera. Su énfasis estará en la atención "de temas exclusivamente de personas", entre ellos causas de familia, trámites legales en  general  y todo tipo de abusos, tanto laborales como sexuales. Así también, procesos por violencia y maltrato contra mujeres y niños.

Batlle, abogado de la UC, trabajó hasta julio de 2010 y durante dos años  y medio en la fiscalía de LAN y anteriormente se había dedicado a las asesorías comerciales y corporativas en el estudio Carey & Allende, en el que estuvo aproximadamente cuatro años. Sin embargo,  acaba de dar un giro a su carrera al "privatizarse"  y hoy quiere que su trabajo haga "más familiares y amigables los temas legales", por lo que además cuenta con una red de sicólogos, terapeutas y psiquiatras.  Así, ya ha visto varias causas laborales  y penales, dos de ellas de abusos sexuales. Éstas últimas  se las derivó su amigo el filósofo José Andrés Murillo, otro de los querellantes contra Karadima y quien preside la Fundación para la Confianza, dedicada prevención de toda clase de abusos.