Desde Amélie que el cine francés no tenía un batatazo como éste. Amigos ha llevado más de 20 millones de espectadores sólo en Francia, está en la carrera del Oscar a Mejor Película Extranjera (junto a No), y los hermanos Weinstein ya compraron los derechos para adaptar la historia a Hollywood. O sea, tiene todo para ser una película sospechosamente correcta y predecible.

Un millonario, Philippe (François Cluzet), queda tetrapléjico después de un accidente en parapente, con movilidad sólo en su cabeza.  Cuando tiene que  reclutar a una suerte de asistente-chofer-enfermero, elige al más improbable de todos: Driss (Omar Sy, quien ganó un César por este papel), un inmigrante desfachatado, que estuvo hace poco en la cárcel, pero el único de todos los postulantes que no siente lástima por la discapacidad de Philippe. Pronto se convierten en amigos y el millonario recupera la alegría de vivir.

Basada en una historia real, que ha sido contada en libros y documentales, la visión de los directores Éric Toledano y Olivier Nakache sobre esta historia de amistad es paternalista y maniquea. Pese a las buenas actuaciones de los protagonistas, Driss es presentado como el buen salvaje que no tiene idea de música clásica ni de arte contemporáneo, pero que de un día para otro comienza a pintar y vende sus cuadros en miles de euros.  Dos mundos opuestos que colisionan, pero de una manera demasiado ingenua.

"Amigos", de Éric Toledano y Olivier Nakache